Un pregón cargado de emoción, música y tradición marca el inicio de un fin de semana festivo con encierros, charangas y verbenas
El verano, que en la dehesa se abre paso con su calma inabarcable, cobra cada agosto un pulso distinto en Villar de la Yegua. Tras los primeros compases vividos el pasado domingo, 17 de agosto, con actividades deportivas y culturales, la verdadera eclosión de las fiestas patronales llegó el jueves 21 con el pregón oficial. Desde el balcón del Ayuntamiento, la Peña "El Desfase" asumió el honor y la responsabilidad de dar la bienvenida a sus vecinos y visitantes, inaugurando así unas jornadas donde la memoria, la convivencia y la alegría se dan cita bajo el mismo cielo estival.
El discurso de los peñistas se tiñó de un sentimiento sincero, evocando recuerdos de infancia, instantes de libertad en los que el regreso veraniego al pueblo se convierte en un ritual de pertenencia. Con palabras sencillas pero cargadas de emoción, "El Desfase" transmitió el orgullo de quienes saben que, más allá de las fronteras del calendario y las distancias del año, Villar de la Yegua permanece como un lugar irrenunciable en el mapa afectivo de sus hijos.
Mientras tanto, la Plaza Mayor se transformaba en un mosaico de colores. Cada peña lucía su camiseta distintiva, como si el pueblo entero se hubiera vestido de arcoíris para la ocasión. Separados por grupos, sí, pero unidos por una misma pasión: la convivencia festiva que late con fuerza en estos días. La charanga mirobrigense “Manliao“ puso la banda sonora a la tarde, acompañando con sus notas el bullicio de jóvenes y mayores. En medio de la música y las risas, estalló la inevitable “guerra de agua”: un estallido lúdico, refrescante y simbólico, que disolvió diferencias y reforzó la hermandad entre los llamados “potrosos”.
Las calles del municipio se convirtieron en improvisados escenarios de hospitalidad. Las sedes de cada peña abrieron sus puertas para ofrecer sangría, refrescos o agua fresca a quienes transitaban de un lado a otro, prolongando el júbilo colectivo y templando la sed de la tarde veraniega.
Pero la fiesta no se agota en el inicio. Durante este fin de semana, Villar de la Yegua volverá a latir al compás de los actos religiosos en honor al Santo Cristo, eje espiritual y emotivo de la celebración. A ello se sumarán las actividades taurinas, entre las que destacan los encierros a caballo, una de las tradiciones más esperadas y vibrantes. Y cuando el sol decline, las verbenas nocturnas prolongarán el entusiasmo hasta la madrugada, dibujando en cada jornada una secuencia de alegría que se repetirá hasta que el último acorde marque el final.
En estos días, Villar de la Yegua no es solo un pueblo más en el mapa: es un punto de encuentro donde se reconcilian generaciones, donde la memoria colectiva se celebra a través del rito compartido de la fiesta. Y es, sobre todo, un recordatorio de que la vida en comunidad sigue teniendo el poder de convocar, emocionar y unir.
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