OPINIóN
Actualizado 21/08/2025 10:37:57
José Luis Zunni

Cambiar la raíz de nuestros pensamientos, es en realidad una metáfora para describir el proceso de ir más allá de la superficie (los pensamientos automáticos y cotidianos) y modificar las creencias nucleares o centrales que los originan.

También podemos referirnos a pensamiento opuesto o inverso, sobre el que justamente hace unos años en Linkedin, Ali Anani, director gerente de Phenomena Communications, afirmaba en un artículo titulado “Reverse Roots of thinking” (Las raíces opuestas del pensamiento) que ha expresado muchas veces el valor de esta metodología de pensar.

Por entonces ya sostenía (aunque tiene plena vigencia) que “es tan importante de la misma forma que el viento invierte su dirección. Pensar en una sola dirección puede ser peligroso, porque se supone que el pensamiento es lineal cuando la vida no es así. Tiendo a pensar que producimos más ideas si desarrollamos "zonas de pensamiento" con bordes borrosos. Una forma es pensar en sentido opuesto, por lo que las nuevas ideas pueden surgir”.

Nos parece muy sugerente y didáctica su forma de explicar por qué es útil y necesario el proceso de inversión en el pensamiento. (“reverse” puede significar tanto opuesto como inverso). Para lo cual busca respuestas a determinadas preguntas, señalando que las ideas son como las raíces de las plantas que crecen poco a poco, pero que pueden entrar profundamente en el suelo o pueden preferir extenderse horizontalmente a poca profundidad.

Anani dice y con razón, que toda raíz tiene tres funciones principales: la que provoca que la planta se fije a la tierra; que absorba agua y minerales; que almacene reservas de alimentos. Entonces cree que podemos accionar de manera similar a las plantas cuando producimos nuestro pensamiento.

Interpretando a Anani, afirmamos que el paralelismo es correcto, porque la manera en que una idea se afianza con fuerza y solidez, requiere a posteriori el necesario alimento de nuevas ideas y evidencias empíricas que son las que lo corroboran, pero, además, las amplían.

En el ámbito de los negocios y el liderazgo en general, lo que llamamos “feed-back” (retroalimentación del sistema) no es ni más ni menos que un alimento de las ideas o ajustes y correcciones sobre las acciones originales que tienen que ser modificadas porque la experiencia (evidencia empírica) así lo exige.

En el momento actual de evolución social como consecuencia de la imparable innovación tecnológica, así como cada vez nuevos desarrollos científicos más rápidos y asombrosos, como es el caso de los avances en células madre y muy especialmente los saltos exponenciales que da la IA, no debe extrañarnos que los conceptos y términos aplicables en un campo de conocimiento pasen como por un gran vaso comunicante a otros ámbitos del saber y de las aplicaciones prácticas.

Estamos en una inmejorable fase histórica en la que se comparte la “inteligencia colectiva” entre organizaciones, personas e instituciones, contando a su vez con la “memoria colectiva” que está ahí fuera en la nube, en millones de millones de gigabytes de memoria informática que alberga el pensamiento y experiencias como la humanidad antes jamás había logrado acumular. Entonces, la riqueza del momento es compartir este conocimiento y experiencias.

Uno de los métodos más utilizados en los procesos de creación de ideas es el pensamiento opuesto o inverso, que en vez de utilizar los mecanismos lógicos (habitualmente llamado pensamiento lineal) nos enfrenta al desafío de dar vuelta todo “patas arriba” y buscar el opuesto de cada una de las ideas.

Vamos a un ejemplo: un empresario se pregunta con el mecanismo de pensamiento lineal habitual, “¿cómo puedo hacer para triplicar mi volumen de negocio en los próximos seis meses?”. Pero enfocado con la óptica del pensamiento inverso, la pregunta a formularse sería “¿cómo puedo estar seguro de que ya nadie quiere demandar nuestros productos?”, que podrá notarse que es algo habitual el ejercicio de este tipo de pensamiento, partir de ideas eminentemente negativas para desafiar aquella posición mental original que busca mejorar sustancialmente los ingresos por ventas.

Algunos autores creen que esta práctica, además de habilitar la creatividad es más divertida. Pero tampoco, como en casi todos los órdenes de la vida, hay que abusar del uso de esta metodología. Porque si se aplica el pensamiento inverso durante de un período demasiado largo de reflexión y creación de ideas, pueden surgir dos situaciones, ambas negativas: demasiadas ideas expuestas de este tenor negativo buscando el desafío al pensamiento original positivo que se quiere potenciar; insumir un tiempo excesivo que se está quitando del trabajo operativo diario sin la certeza de que este mecanismo de prueba-error en vez de ser una ayuda se convierta en un estorbo y coste de tiempo innecesario.

Es evidente que el gran desafío se produce por las siguientes circunstancias:

1º) Convertir nuevamente las ideas negativas que tenemos en mente, en otra manera más de ver la misma idea, pero con más fuerza en cuanto a negatividad. O sea, que, en el ejemplo citado, el empresario quiere saber “¿por qué nadie va a contactar con nosotros (la empresa) durante estos próximos quince días a pesar de la promoción y publicidad de nuestros nuevos productos?”. Este punto es esencial en la metodología, para hacer que justamente las ideas que ya están internalizadas en nuestro mecanismo mental, no se queden como anquilosadas y compongan en nuestra actividad decisoria un nuevo desafío de enfrentarnos a un reto mayor (más negativo y que en realidad podría darse).

2º) Saber salir del ámbito de las “ideas” y “propuestas” negativas a tiempo de convertirlas en las nuevas ideas que tengan aplicación práctica y mejora sobre, por ejemplo, como es el caso mencionado, nuestro nuevo modelo de negocio.

¿Y en la política?

A fin de ser muy didácticos, vamos a intentar cómo compondríamos este tipo de pensamiento en el ámbito político. Si de algo está demostrado que carecen la mayoría de los líderes políticos a escala global (salvo honrosas excepciones), es justamente contar con y/o apelar a pensamientos (soluciones y/o propuestas y/o planes y/o medidas) de tipo alternativo.

Pero en realidad, cuando se aplica, es un antídoto poderoso contra el pensamiento grupal, los sesgos surgidos de análisis superficiales de diversas situaciones estudiadas, o peor aún, cuando se lleva a cabo una planificación excesivamente optimista, del que lamentablemente están plagando los estamentos políticos de las naciones. Si no fuera así, ya hubiésemos reducido la pobreza mundial a cero, cosa que sigue siendo una gran asignatura pendiente.

Ventajas clave del pensamiento inverso en política

Es una poderosa herramienta para identificar puntos ciegos y vulnerabilidades en cualquier plan. Pero lo más interesantes aún, es que obliga a los líderes y sus equipos, a una dosis de “humildad intelectual”, por la que como ejercicio intelectual de cuestionar sus propias suposiciones y no subestimar ni a los opositores políticos, ni a la clase intelectual que les señala un problema, o a minusvalorar la propia complejidad del problema que tiene ese gobierno entre manos, pueden ver alternativas viables y posibles.

Es evidente que cada vez que las ideas compiten entre sí porque hay más alternativas, se fomenta la creatividad, o sea hablando en términos políticos, “echar luz” (solucionar problemas) donde hasta ayer mismo a nadie se le había ocurrido cómo proceder. La consecuencia directa es que se produce una clara mejora en el proceso de toma de decisiones, más sólidas y menos impulsivas, ya que se han considerado las posibles consecuencias negativas.

La metodología de los opuestos, forma parte de la filosofía oriental como algo natural. Es parte de la vida cotidiana de las personas y también del pensamiento que tienen cada día a nivel personal y laboral. Su manera de interpretar cómo encajan las personas en el universo, eso de Tierra y aire, agua y fuego, etc., es porque están más acostumbrados a la relación armónica del hombre/mujer con la naturaleza y el cosmos.

Es obvio, que cuanto mejor adaptados estemos las personas a comprender este encaje en el universo, que pertenecemos a él y no que nos pertenece, solo así, con la humildad de reconocer lo insignificante que somos, tendremos más empatía entre nosotros para resolver los problemas y mejorar nuestra convivencia.

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