En este artículo, más que describir la cascada de acontecimientos traumáticos que han salpicado todo el territorio nacional, y el inquietante fondo de conflictos internacionales que siguen creando una excepcional inestabilidad global, voy a referirme a cómo el individuo que no ha sido tocado directamente por el destino en este fatídico verano, también está y ha estado expuesto a una dañina experiencia de ansiedad.
Ni siquiera la población que ha estado disfrutando de sus vacaciones ha podido defender su estad de ánimo; el ser humano, por más que lo desee, no puede cerrarse a los estímulos que le zarandean, como son las graves noticias que más o menos directamente le conciernen:
La numerosa cantidad de graves incendios que han atravesado toda la península, han generado un temor masivo a ser uno mismo una posible víctima más de uno de ellos: las pérdidas posibles que cada incendio para cada ser humano, cercano o lejano al desastre, producen, es el motivo de la ansiedad que se ha expandido por miles de ciudadanos de toda edad y condición.
Las olas de calor que hemos padecido y seguimos padeciendo a día de hoy, también han afectado, con más o menos intensidad a la mayoría de la población; en salud general, en inquietud emocional, en alteraciones del sueño, en un estado de mayor irritabilidad, y a veces agresividad, que produce el calor. Las relaciones humanas se vuelven más en general más susceptibles y generadoras de conflictos de convivencia.
Pero, antes de referirnos a la traumática situación política internacional que ha servido de fondo oscuro a este inestable verano, para toda la población, me voy a referir a un plus de ansiedad que crean algunos modos de informar y transmitir los dolorosos acontecimientos, por los medios informativos, sobre todo la televisión. Pongo un ejemplo concreto: los telediarios de la 1ª, de las 21h.: Cada día, como es su deber, TVE ha informado de todos y cada uno de los incendios y de las anomalías climáticas que se avecinaban el día siguiente; se ha tomado su tiempo: de la duración de cada telediario, ha utilizado entre 20 y 25 minutos para informarnos sobre todos los incendios producidos, el estado de cada uno en cuanto a control, y sobre la alta temperatura que haría en nuestras ciudades y provincias. Este excesivo tiempo invertido y la excesiva repetición de imágenes, escenas, datos probables presentes y futuros sobre la ola de calor, no es gratuito, ni completamente útil; entre notificar de un modo cuidadoso y claro un acontecimiento traumático y ocultarlo, hay unos modos que generan más ansiedad al espectador y otros modos de comunicar menos dañinos. El buen comunicador es el que es capaz de ponerse en el lugar del que escucha, el que puede ser empático ( distinto a simpático) incluso exponiendo noticias dolorosas.
Finalmente, la inestabilidad internacional tan excepcional de nuestro presente, que solo se puede comparar o sugerir la existente durante la II Guerra Mundial, ha servido de oscuro fondo a muchos empresarios, inmigrantes, investigadores, países enteros víctimas de agresiones sin límite.
Ante este inestable panorama, la estrategia individual más valiosa es la de mantener la calma, no ahogar los sentimientos de esperanza, exigir sin violencias las responsabilidades sobre fallos o pasividades en la gestión pública.