OPINIóN
Actualizado 19/08/2025 08:00:35
Manuel Rodríguez García Marogar

Estoy ya con la mente puesta en la Liga 2025/26 y con un foco que me “atormenta” de manera permanente. Ello es mi afán de romper dogmas futbolísticos. Y hacerlos evolucionar positivamente sin caer en la tentación de no mover, de no tocar, de no cuestionar las “verdades absolutas” del fútbol.

Un dogma es un principio o creencia considerada como una verdad fundamental e innegable dentro de un sistema de creencias, como una religión o ideología. Los dogmas pueden tener tanto beneficios como perjuicios, dependiendo de cómo se apliquen y cómo afecten la vida de las personas.

En el fútbol ese sistema de creencias se arraiga tantas veces de la mano de los grandes equipos, como ellos ganan con frecuencia se da por sentado que sus modos son los que privan. Hasta que un buen día todo debe cuestionarse porque la realidad cambió, nadie sabe muy bien por qué. Pongamos por ejemplo el último tercio de la “Premier” 2024/25 jugado por Manchester City cuando éste perdió demasiados partidos seguidos teniendo la misma plantilla de buenos jugadores, el mismo e incuestionable entrenador Guardiola, los mismos principios de juego aplicados en años… ¡Sus dogmas empezaron a cuestionarse por sus malos resultados!

Para reflexionar, incluso un poco más allá, recurro a José Antonio Marina cuando en su libro “La vacuna contra la insensatez” reflexionó: “Tengo la soberbia del humilde, del que ha sido gato escaldado y cocinero antes que fraile, de quien sabe que no es oro todo lo que reluce y que muchas veces el rey va desnudo. He visto a demasiados pontificar sobre certezas que no tenían y tengo que tentarme la ropa antes de decir que tengo alguna.

Pero las tengo, y se las voy a contar, advirtiéndole previamente que me ha costado mucho trabajo conseguirlas. No soy un iluminado, sino un currante intelectual. Pongo muchas citas porque eso es como fichar en el trabajo, un testimonio de las horas empleadas”. (…) “Que personas poco inteligentes hagan cosas poco inteligentes es fácilmente comprensible. Lo que resulta difícil de entender es que personas muy inteligentes hagan estupideces”.

La permanencia de dogmas – ya sean futbolísticos, culturales o de cualquier otra índole – representa una forma de pereza intelectual que, por miedo, rutina o poder, impide explorar nuevas formas de pensar, jugar y sentir. En el caso del fútbol, se camuflan como “sabiduría popular”, cuando en realidad muchos son productos de intereses, comodidad o ignorancia repetida.

“En el fútbol ya está todo inventado”, dogma altamente repetido y denostado por mí, podría oponerle “Si todo está inventado, ¿por qué seguimos soñando goles que nunca existieron?” Guardiola, al modificar el rol del portero o del lateral, ha inventado sin decir que inventa. Cruyff, Menotti o Bielsa son perfectos para mostrar cómo el pensamiento puede evolucionar sin negar el pasado.

Podríamos crear un “Museo de Dogmas en Desuso”, una galería donde se exhiben frases como reliquias de un pensamiento anquilosado. “Partido a partido” (como si no existiera plan); “El fútbol es de los futbolistas” (como excusa para eludir pensamiento táctico); “Un equipo que no encaja es campeón” (dogma defensivo absoluto).

¿Y si inventar no es traicionar al fútbol sino salvarlo de la repetición? Es bueno recordar momentos en los que alguien rompió un dogma y cambió el juego: El falso 9 de Guardiola (Ya sabemos por Martí Perarnau que hubo creadores de esta decisión hace varios decenios antes aunque haya poca literatura que lo confirme; el pressing total de Rinus Michels que en los ochenta revitalizó Sacchi aunque éste puso énfasis en el “fuera de juego” y Rinus ese no era su objetivo fundamental; el achique de Lobanovski; el toque de Menotti y también la práctica del achique…

Es tarea difícil para acometer de sopetón la ruptura de dogmas, pero será un ejercicio laborioso y edificante.

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