DEPORTES
Actualizado 18/08/2025 09:02:50
Carlos Cuervo

El medallista en natación y triatlón inicia su preparación en taekwondo con la vista puesta en Los Ángeles 2028: "Parto de cero"

Hay deportistas que compiten y hay deportistas que trascienden. Alejandro Sánchez Palomero pertenece, sin duda, al segundo grupo. Con una carrera que ya adorna las páginas doradas del olimpismo español, el atleta salmantino no se conforma. Tras cuatro participaciones en Juegos Paralímpicos, dos medallas en dos disciplinas distintas —natación y triatlón—, ahora ha puesto su mirada en un horizonte que parece inalcanzable para la mayoría: conquistar un tercer deporte, el taekwondo, y hacer historia en Los Ángeles 2028.

Este nuevo y ambicioso capítulo en su vida deportiva no es una ocurrencia, sino un sueño largamente meditado. La idea, según ha confesado en una entrevista con este periódico, comenzó a germinar tras su éxito en los Juegos de Tokio. "Ya me vino a la cabeza la idea de buscar una tercera. Lo que pasa es que al romperme el tendón de Aquiles, los objetivos cambiaron", ha explicado. Superada la lesión y tras su última participación olímpica en París, esa semilla ha vuelto a brotar con una fuerza arrolladora.

Un salto al vacío desde la élite

El desafío es mayúsculo. A diferencia de sus transiciones anteriores, donde existía una base común, ahora se enfrenta a un mundo completamente nuevo. Sánchez Palomero ha iniciado su andadura en el taekwondo partiendo, literalmente, desde el principio. "Parto de cero, de cero absoluto, con las cosas buenas y las cosas malas que tiene", ha admitido con una honestidad abrumadora. Es consciente de las desventajas: se enfrenta a competidores que han dedicado una vida entera al arte marcial y su edad podría ser un factor.

Sin embargo, su mentalidad de campeón le permite ver también las oportunidades. Su enfoque no es el de un artista marcial tradicional, sino el de un deportista de élite centrado en la competición. "Vamos a ir directamente a ser un deportista, un taekwondista en este caso que sepa enfrentarse a competiciones, que sepa leer la competición, ver los puntos fuertes y flojos del rival", ha detallado sobre su estrategia. Su plan es absorber conocimiento a una velocidad de vértigo. "Intento ser una esponja, aprender todo lo que pueda, dejarme guiar por los que saben y con toda la humildad y el respeto hacia los auténticos profesionales", ha añadido.

El dilema físico: cuando dos mundos chocan

El camino hacia Los Ángeles 2028 no solo es un reto técnico, sino también físico. La preparación para el triatlón y el taekwondo no solo no se complementan, sino que, en muchos aspectos, son antagónicas. Alejandro Sánchez Palomero ha sido muy claro al respecto, demostrando un profundo conocimiento de las exigencias de su propio cuerpo y de ambas disciplinas.

"Creo que son deportes que la verdad es que no hay una transferencia positiva el uno al otro. De hecho, creo que afectan negativamente el uno al otro", ha sentenciado. La explicación es puramente biomecánica: "En taekwondo, por ejemplo, sobre todo es únicamente trabajo de pierna, súper extensión de isquiotibiales y en los triatletas, los que corremos, los que vamos en bici, sobre todo, pues, tenemos los isquios muy muy acortados". Esta incompatibilidad le obligará, tarde o temprano, a tomar una decisión crucial.

Una apuesta por la historia

Aunque su intención inicial es intentar compaginar ambas disciplinas durante el próximo año, aprovechando su vasta experiencia o, como él dice, tirando "de perro viejo", es consciente de que llegará un momento de elección. Y en esa encrucijada, la balanza se inclina claramente hacia el tatami.

La motivación es demasiado poderosa como para ignorarla. "Creo que tengo bastante claro que una vez que toque decidir voy a apostar por el taekwondo, porque creo que el objetivo de hacer un poco historia y conseguir la tercera disciplina creo que es un objetivo bastante grande y bonito como para para dejarlo pasar", ha afirmado con convicción. Es la llamada de un legado único, la oportunidad de escribir un capítulo inédito en el deporte paralímpico español.

Este verano, sin embargo, está siendo diferente. Por primera vez en muchos años, ha decidido bajar el ritmo competitivo, disfrutar de su familia en Mallorca y recargar energías. Una pausa necesaria antes de la tormenta perfecta que supondrá su preparación para 2028. Es un respiro consciente, una forma de coger impulso para el mayor salto de su carrera.

El futuro más allá de la competición

Con una trayectoria tan laureada, la pregunta sobre el futuro post-competición es inevitable. ¿Sería Los Ángeles el punto final? "Yo creo que ya sería el momento de retirarme", ha reconocido. Sin embargo, su vínculo con el deporte no terminará ahí. Se ve a sí mismo en un rol diferente, alejado del protagonismo directo pero igualmente implicado.

"Quizás me queden más cosas estando en un segundo plano como técnico, ayudando a las futuras generaciones", ha reflexionado. Su formación académica también ha ido en esa dirección. Pero por encima de cualquier reto profesional, su prioridad vital es clara: su familia. "Tengo familia, que eso es lo más importante, hijos, me gustaría seguir viéndolos crecer como mucho hasta ahora", ha concluido. Un campeón que, mientras persigue una hazaña histórica, nunca ha perdido la perspectiva de lo que verdaderamente importa.

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