Nos estamos quedando sin agua, esa que usamos a diario para todo. La Tierra, nuestra Tierra, se está quedando sin agua dulce a un ritmo alarmante, según muestra un estudio global llevado a cabo recientemente por la Universidad Estatal de Arizona. “Estos hallazgos envían quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”, afirma Jay Famiglietti, investigador y coautor del estudio.
La noticia, con tintes apocalípticos, ha pasado desapercibida para la inmensa mayoría de los pobladores de la Tierra, porque llega cuando estamos padeciendo otros fenómenos atmosféricos, también intensificados por el cambio climático, que nos son más inmediatos e impactantes, como son las olas de intenso calor que ponen en alerta roja a buen número de la población por las altas temperaturas y los incendios forestales que asedian a una parte importante del país.
Las dos olas de calor que llevamos vividas en España este verano ya han causado 1.783 muertes, según datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) En el último episodio de calor (entre el 5 y el 10 de agosto) no se bajó ningún día de los 40 muertos por calor. Un calor de intensa excepcionalidad que no es exclusivo de España y que castiga a gran parte de Europa con temperaturas que en algunos puntos de Portugal, Francia y España han superado los 42 grados de temperatura.
Como consecuencia de estas olas de calor, y de la poca atención que se presta por mantener limpio el campo, los incendios forestales asedian España. Se registran más de 115.000 hectáreas quemadas por 201 incendios en lo que va de año. Cuando se escriben estas líneas hay una veintena de ellos en activo, con tres muertos, miles de desalojados y entre las tierras arrasada se encuentra la joya natural de Las Médulas (León) Patrimonio de la Humanidad y se mantienen alertas por seguridad en comunidades autónomas como Andalucía, Castilla y León, Galicia, Madrid, Extremadura y Castilla-La Mancha, cuya virulencia de los fuegos ha llevado al Ministerio del Interior a declarar la fase de preemergencia del Plan Estatal General de Emergencias y a convocar una reunión del Comité Estatal de Coordinación y Dirección para evaluar la situación y coordinar acciones a implementar. Estos incendios, llamados de “sexta generación” se vuelven más peligrosos por la virulencia y rapidez con la que se desarrollan.
Resulta obvio que el agua es un elemento fundamental para la subsistencia de la especie humana. El estudio citado indica que el planeta se está quedando sin agua dulce debido al cambio climático, las sequías derivadas de este y el uso desmesurado de las aguas subterráneas. Los investigadores señalan que esta pérdida de agua dulce es la mayor desde el año 2002, un hecho que podría acarrear consecuencias extremadamente graves para la seguridad hídrica, la agricultura, los seres vivos y la estabilidad global del Planeta.
El problema se acentúa cuando, según otro estudio publicado por Science Advances, el 75 % de la población mundial vive en 101 países de los que han estado perdiendo agua dulce durante los últimos 22 años, algo sin precedentes desde 2002. Detrás de ello está el cambio climático y las sequías extremas, pero también el uso y hasta el abuso insostenible de las aguas subterráneas por parte del hombre.
¿Cuándo y por qué empezó toda esta pesadilla de dimensiones colosales? Con frecuencia solemos decir, y repetimos, que las cuestiones atmosféricas y las grandes transformaciones, tanto físicas como humanas, requieren de largos periodos de tiempo y, consecuentemente, resulta difícil concretar cuándo y por qué comenzó ese cambio o transformación. No es así en el caso que nos ocupa. Los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona señalan a 2014 como el año en el que cambiaron las cosas, cuando el fenómeno meteorológico de El Niño impactó de lleno en nuestro planeta Tierra.
Detallan los investigadores que durante aquel año de 2014 y el siguiente, los extremos climáticos comenzaron a acelerarse y los humanos a consumir una gran cantidad de aguas subterráneas. Además, para ellos, 2014 supuso un punto de inflexión ya que, después, las regiones de desecación pasaron de estar situadas en el hemisferio sur a estarlo en el norte, principalmente, hecho que podría corresponder al aumento de las sequías extremas en el hemisferio norte, así como la pérdida de nieve y hielo que se ha venido dando. De tal manera que las sequías severas y el uso excesivo de aguas subterráneas están contribuyendo a la desecación continental y, paradójicamente, mientras el agua dulce se reduce drásticamente, aumenta el nivel del mar (según confirma Meteored, 29 de julio de 2025).
La pérdida intensa de agua dulce afecta de forma significativa a la seguridad hídrica, la agricultura, el aumento del nivel del mar y la estabilidad global. La investigación destaca la localización de cuatro regiones de “megasequedad”, todas ellas ubicadas en el hemisferio norte: Alaska y el norte de Canadá, América del Norte y Central, norte de Rusia, y Medio Oriente, Norte de África y Pan-Eurasia. Esta última región incluye ciudades desérticas como Dubai, El Cairo y Casablanca, así como Barcelona, París, Berlín y Pekín.
Todos podemos y debemos hacer algo ante la pérdida de agua dulce, pero es fundamental la gestión que de la misma se haga. Algo que ya hemos dicho en alguna ocasión y que la investigación viene a confirmar poniéndole cifras: el 68 % de la pérdida de agua dulce es consecuencia de la mala gestión e incluso usurpación de aguas subterráneas. Estas últimas deberían considerarse como fondos de recursos para utilizar solo en épocas de necesidad, como consecuencia de una larga sequía, e intentando reponer los acuíferos en años o épocas húmedas.
No son tiempos para peleas políticas frívolas. La destrucción sembrada por la ola de incendios y la reducción drástica de agua dulce, necesitan la implicación de todos. Sin pretender ser apocalípticos, intentemos imaginar ¿cómo serán los veranos cuando la emergencia climática vaya a más?.
Escuchemos a Julio Iglesias - Agua Dulce, Agua Salá:
https://www.youtube.com/watch?v=bYQN0b4jv_M
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 15 de agosto de 2025