BéJAR
Actualizado 13/08/2025 18:48:38
Redacción

Un asistente relata en exclusiva para Salamanca RTV Al Día cómo funciona la fiesta que ha congregado en Salvatierra de Tormes a más de 2.000 personas.

Una ciudad efímera, vibrante y autogestionada late en sus últimas horas en el término municipal de Salvatierra de Tormes, a orillas del pantano de Santa Teresa. Más de 2.000 personas, en su mayoría jóvenes procedentes de Francia (los principales organizadores), Inglaterra, Alemania e Italia, han dado vida desde el pasado viernes a una 'rave' que, lejos del caos que podría presuponerse, funciona con una sorprendente y meticulosa organización interna.

Un asistente a la fiesta relata en exclusiva para Salamanca RTV Al Día los detalles de un evento que funciona como un microcosmos perfectamente estructurado. "Esta gente va muy preparada", asegura. Desde una zona de acampada para camiones y caravanas hasta un mercado con precios populares, pasando por un punto de venta de drogas sin tapujos y una 'casa de socorro' para emergencias.

Llegar a la 'rave' no es un acto de improvisación. La organización tiene dispuesta una entrada clara y una estructura vial interna para evitar el desorden. "Tú entras con el coche y te dan la bienvenida con un cartel: 'Bienvenida a la RAVE'", explica el testigo. A partir de ahí, el espacio se divide en zonas perfectamente delimitadas para garantizar la convivencia y la seguridad.

Primero, una extensa área de acampada libre donde conviven coches, furgonetas, autocaravanas y hasta camiones. Después, separada y junto al embalse, la zona de fiesta. "Está todo acotado para que vayas con el coche por donde ellos tienen acotado, para que no te metas por la zona de camping. Está bien pensado y estructurado", detalla.

El corazón de la 'rave'

El escenario principal es una estructura de dimensiones sobrecogedoras equipada con una infraestructura de sonido profesional. "Yo no he visto una cosa igual en mi vida porque tienen un equipo de música impresionante. He ido a fiestas que no tienen tan buen equipo", asegura el asistente. Este es el epicentro del tecno más 'hardcore', el lugar donde la energía se desata sin descanso. Por la noche, el espectáculo se completa con una potente iluminación, proyectores, bengalas, bombas de humo de colores y acróbatas que realizan malabares con fuego.

A unos 150 o 200 metros del principal, para evitar la contaminación acústica, se encuentra el segundo espacio: una especie de 'chill out' más recogido. "Tienen como otro espacio de tecno más tranquilo como para entrar en trance", detalla. Este escenario, el único cubierto del recinto y decorado con alfombras, está pensado como un refugio para quienes buscan una experiencia más introspectiva, a menudo ligada al consumo de sustancias estupefacientes.

Rodeando el escenario principal se extiende un mercado semicircular formado por decenas de casetas que ofrecen de todo. Se puede encontrar ropa, joyas, artesanía y comida. La oferta gastronómica es variada y con precios notablemente asequibles: media pizza por 6 euros, cervezas 3 euros, copas 5 euros y agua con puntos de recarga gratuitos en todos los puestos.

Sin embargo, el puesto más impactante es, sin duda, el dedicado a la venta de estupefacientes. La transacción se realiza con una naturalidad pasmosa. "Hay un cartel que pone ketamina, tanto; cocaína, tanto; LSD, tanto; speed, tanto... Eso es como si fuera algo normal. La tienda de drogas está al lado de la tienda de pizzas y de bebidas, como una más", relata el testigo con asombro. Según su percepción, la ketamina y el speed han sido las sustancias más consumidas.

Un día en la 'rave': baños desnudos, relajación, música y civismo

La vida en la 'rave' sigue un ritmo propio, con la música sonando 24 horas al día. La rutina diaria que observa es un ejemplo de la libertad del lugar: levantarse, bañarse desnudo en el pantano, volver a la tienda, desayunar compartiendo comida con los vecinos de acampada y, después, sumergirse en la fiesta.

El día transcurre entre el baile en el escenario principal, momentos de relajación en la zona 'chill out' o simplemente observando a los artistas callejeros que hacen malabares con palos chinos o escupen fuego. "Cada uno está a su bola, sin hacer mal a nadie", resume.

Uno de los aspectos más paradójicos de esta concentración ilegal es el elevado nivel de civismo y autocuidado. El recinto se mantiene sorprendentemente limpio. "Es increíble. Da igual que vean una colilla, un vaso, o lo que sea. La gente está de fiesta, riéndose, saltando y tal, pero cuando ven algo en el suelo lo cogen y lo llevan a la papelera", afirma. Pese a ello, la Guardia Civil ha detenido a 4 personas y ha denunciado a otras 200 por diferentes motivos.

La organización también tiene previsto un sistema de primeros auxilios. Una 'casa de socorro' funciona como punto de atención para cualquiera que sufra un percance, desde un bajón de azúcar hasta una mala experiencia con las drogas. El protocolo es claro: "Si alguien se pone mal va a esa casa de socorro y si se estima oportuno pues desde ahí llaman a la Guardia Civil o a la ambulancia. Está muy bien preparado, mucho más de lo que pensaba".

Este espíritu de cooperación impregna todo el ambiente. "Unos se cuidan a otros", resume el testigo. Un microcosmos que, mientras estas líneas se escriben, comienza a desvanecerse con la misma organización con la que nació, pero que deja una huella imborrable en la ribera del Tormes.

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