La homilía estuvo presidida por el párroco Fernando Fuentes y cantada por la Asociación Caño Viejo
En Saelices el Chico, el segundo domingo de agosto amaneció con un aire distinto, casi antiguo, de campanas y calles barridas a conciencia. No era un día cualquiera: la localidad celebraba el día grande de sus fiestas en honor a San Benito, patrón venerado por todavía pocas generaciones, tras varias jornadas de música, juegos y reencuentros que habían ido templando el ánimo de vecinos y visitantes.
La misa mayor, presidida por el párroco Fernando Fuentes Moro, reunió en la parroquia a buena parte del pueblo. Desde el coro, la Asociación local Caño Viejo fue bordando melodías litúrgicas que, como un hilo de luz, atravesaban las bóvedas y se quedaban flotando en el silencio recogido de los asistentes.
Al concluir la homilía, la procesión se puso en marcha. Al frente, el pendón, erguido y solemne, marcaba el paso a las autoridades locales y a la Corte de Honor nombrada días antes. La imagen de San Benito, llevada en andas, avanzaba entre balcones engalanados y miradas devotas, mientras la charanga mirobrigense Al Rojo acompañaba con un repertorio que alternaba la cadencia festiva con el respeto de la ocasión.
De vuelta al atrio, la ceremonia continuó con el ofertorio. Este año, la ausencia de la tradicional subasta de roscas restó cierta vistosidad a un rito que, en otros tiempos, alargaba la mañana con pujas animadas y bromas cómplices.
No todo fue liturgia. A pocos pasos de la plaza, el salón de plenos del Ayuntamiento acogía la exposición de Fidel Garduño, artista local que ha dedicado décadas a la paciente técnica del pirograbado. Tablas tostadas al fuego, con escenas que recogen oficios, paisajes y rostros, permanecen abiertas al público en horario matinal, invitando a una contemplación sin prisa.
La tarde trajo de nuevo el bullicio: pasacalles, concentración de peñas, encierro urbano y capea con reses bravas, seguidos de una merienda compartida mientras el sol comenzaba a ceder al fresco vespertino. Ya de noche, la orquesta SMS cerró la jornada con música de verbena, prolongando en la pista de baile la comunión festiva que, durante todo el día, había unido a este pequeño pueblo en torno a su santo y a sus costumbres.