OPINIóN
Actualizado 09/08/2025 08:52:41
Carlos Javier Salgado Fuentes

Al ser parte de Salamanca, Peñaranda no es Castilla, sino que pertenece a la Región Leonesa, esto es, el “y León” de la comunidad de Castilla y León, que acoge a dos regiones en su seno.

No se puede decir que el paso de Peñaranda de Bracamonte por el Grand Prix del Verano haya pasado desapercibido, habiendo sido posiblemente la localidad participante de la que más se ha hablado, dado el error cometido en la retransmisión y promoción del programa por TVE, que situó a Peñaranda como parte de Castilla, cuando la realidad es que Peñaranda no es Castilla, ya que al ser parte de Salamanca pertenece a la Región Leonesa, esto es, el “y León” del nombre de la comunidad de Castilla y León, que tiene la peculiaridad de acoger a dos regiones en su seno.

Y es que, el hecho de que hubiese numerosas quejas en redes sociales por dicho error, así como que se hubiese elevado a la Defensora de la Audiencia de RTVE (quien reconoció que, efectivamente, era un error), ha acabado creando un importante revuelo con Peñaranda en el epicentro, que ha generado incluso columnas de opinión en diversos periódicos en papel, en algunos casos rasgándose las vestiduras por haberse reconocido que Peñaranda no es Castilla. Tal ha sido el caso, por ejemplo, de la columna del vallisoletano Jose F. Peláez en El Norte de Castilla el viernes 8 de agosto, titulada “Reivindicaciones cazurras”.

Curiosamente, en dicha columna este articulista castellano, para defender la supuesta pertenencia a Castilla de Peñaranda de Bracamonte y tras dejar claro que para él la Región Leonesa “no existe”, alegaba que “Peñaranda perteneció a Ávila durante mucho tiempo, por lo que no es que fuera Castilla vía reino de León sino por vía directa, como Burgos o Santander”. Vamos, que siguiendo su razonamiento Olivenza es Portugal porque fue varios siglos portuguesa y Perpiñán es España porque fue varios siglos catalana.

Eso sí, en dicha columna este vallisoletano afirmaba que “no hay en mis palabras ninguna intención de imponer nada, sino de lo contrario, es decir, de evitar que en algunas zonas se sientan superiores”. Y lo decía después de señalar en dicha columna que “Castilla ha sido en otro tiempo la realidad más importante del planeta”. No España, sino Castilla, con un par. Como si los barcos de la Monarquía Hispánica saliesen del Pisuerga o del Arlanzón en vez de Andalucía o Galicia, pero mejor que no digamos lo contrario, no siendo que nos acuse de querer sentirnos superiores por ello.

En todo caso, yendo a los hechos, cabe señalar que Peñaranda de Bracamonte llegó a pertenecer tanto a León como a Castilla, siendo actualmente leonesa por pertenecer a la provincia de Salamanca, habiendo pertenecido al Reino de León entre los siglos X y XVI, a Castilla entre el XVI y el XIX, y desde 1833 volvió a ser leonesa hasta la actualidad. Ello, dejando a un lado, claro está, los sentimientos identitarios que pueda tener cada peñarandino, que eso entra dentro de la esfera personal de cada uno y pueden ir acordes o no a la legalidad y a la realidad histórica.

Yéndonos al detalle histórico, Peñaranda se integró en el Reino de León en el siglo X tras la victoria de Ramiro II de León sobre los musulmanes en el año 939 en las batallas de Simancas y Alhandega, hecho que permitió el avance del reino leonés hacia el sur en el proceso de la reconquista, impulsando Ramiro II la fundación o repoblación de localidades en el actual espacio salmantino, caso de Peñaranda, como apuntaba Valentín Cabero en 1999 en la publicación ‘Tierra de Peñaranda’, dentro de su capítulo ‘Paisaje, Territorio y Recursos’, editada precisamente en Peñaranda por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

De este modo, Peñaranda quedó integrada en la Edad Media en el Reino de León junto a casi toda su comarca, a excepción de cinco municipios de su sector oriental, siendo no obstante las principales repoblaciones las llevadas a cabo a lo largo de los siglos XI y XII por parte de otros monarcas leoneses, perteneciendo entonces Peñaranda al alfoz de Alba de Tormes, así como a la Diócesis de Salamanca tras la restitución de la misma por parte del rey Alfonso VI de León.

En esta coyuntura, las tensiones fronterizas fueron muy relevantes entre los reinos de León y Castilla a finales del siglo XII e inicios del XIII, con la guerra declarada entre ambos reinos, jugando las comarcas de Peñaranda, Cantalapiedra, La Armuña y Alba un papel clave para la defensa de la frontera oriental del Reino de León. Tensiones que llegaron a favorecer la creación de la Universidad de Salamanca como Estudio General del Reino de León por parte de Alfonso IX, siendo creada precisamente para evitar que los leoneses tuviesen que ir a estudiar a Castilla, donde se había creado en Palencia el Estudio General del Reino de Castilla, que tras unas décadas acabó por desaparecer sin que se llegase a reconocer la universalidad de los títulos, es decir, sin convertirse formalmente en Universidad.

En todo caso, en este conflicto abierto en dicha época entre León y Castilla, varias de las localidades de la comarca peñarandina sufrieron de forma directa las consecuencias del ataque militar perpetrado por Castilla a las comarcas de Alba y Peñaranda en 1196, cuando las tropas castellanas saquearon y destruyeron parcialmente diversas localidades de las comarcas peñarandina y albense, teniendo que impulsar el rey Alfonso IX de León una nueva repoblación de la zona, ayudando a su recuperación tras los daños ocasionados.

Por otro lado, cabe indicar que por la parte más oriental de la comarca de Peñaranda se trazaba la frontera entre los reinos leonés y castellano, hecho que recoge la propia toponimia de los pueblos de Aldeaseca de la Frontera y Zorita de la Frontera, tal y como señalaba Ana Carabias en el libro ‘Tierra de Peñaranda’ en 1999, del mismo modo que en la frontera sureste del Alfoz de Alba de Tormes los pueblos de Chagarcía-Medianero y Horcajo-Medianero recuerdan en su toponimia el haber estado ubicados en dicha frontera o mediana entre reinos, haciendo lo propio también el león del Reino de León que posee el escudo de Zorita, que indica su pertenencia histórica leonesa dentro de esa situación fronteriza entre reinos.

Por su parte, en 1980 Tomás Mañanes, Felipe Valbuena y José Luis Alonso Ponga señalaban específicamente la posición de defensa de la frontera leonesa de Peñaranda o Aldeaseca, frente a la vecina Cantaracillo entonces abulense y castellana, apuntando en la segunda parte de su estudio sobre ‘La arquitectura militar en la frontera del Reino de León con el de Castilla, en los siglos XII y XIII’ que “Esta villa [Cantaracillo] es de la diócesis de Ávila y defendía la frontera castellana frente a Aldeaseca y Peñaranda.”

En este sentido, cabe apuntar que eran concretamente cinco los pueblos de la comarca de Peñaranda que pertenecían a Castilla en la Edad Media, caso de Rágama, que formaba parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Arévalo, así como de Bóveda del Río Almar, Cantaracillo, Mancera de Abajo y Salmoral, que formaban parte de la Comunidad de Ávila.

Sin embargo, cabe señalar que Salmoral y Mancera de Abajo pasaron a formar parte de Salamanca y con ello del Reino de León en el siglo XV, tras crearse el Señorío y posteriormente Marquesado de Mancera, que se situaba en la órbita salmantina más que en la abulense, siendo este el detonante para que pasasen a pertenecer a Salamanca y el Reino de León.

Por su parte, casi a la par que se daba este movimiento de paso de Salmoral y Mancera a Salamanca, en sentido contrario Peñaranda pasaba a integrarse en el territorio abulense y castellano en el siglo XVI, hecho que se prolongó hasta 1833 (aunque curiosamente la cartografía siguió situando a Peñaranda en León en buena parte de los mapas de dicha época), retornando Peñaranda a Salamanca en lo provincial y a la Región Leonesa o Reino de León en lo regional en el año 1833.

Por otro lado, la división eclesiástica, menos proclive a reconfigurarse que la civil, ha sido un marcador importante para deducir la pertenencia histórica original a un reino u otro en esta zona. De este modo, pese a que Peñaranda fue incluida en Ávila y Castilla la Vieja en la Edad Moderna, esta localidad siguió perteneciendo a la Diócesis de Salamanca, fruto de su raigambre leonesa, caso contrario a Rágama, Cantaracillo o Bóveda del Río Almar, entonces también en la provincia abulense pero que, habiendo sido inicialmente castellanos, pertenecían no sólo a la provincia sino también a la Diócesis de Ávila, de la que formaron parte hasta 1959, en que el mapa eclesiástico en el área peñarandina se ajustó a los límites provinciales vigentes desde 1833.

Por otra parte, si el retorno de Peñaranda a Salamanca y el Reino de León en el siglo XIX podría entenderse como algo natural, al haber pertenecido previamente durante seis siglos (entre el X y el XVI) al Reino de León, puede plantear más curiosidad por qué Bóveda del Río Almar y Cantaracillo pasaron a Salamanca y el Reino de León. Y en este caso, parece que la clave se sitúa en que formaban parte del condado de Peñaranda, con lo que el retorno de Peñaranda a Salamanca y León arrastró a estas localidades hacia la misma pertenencia provincial y regional.

Más peculiar es, sin embargo, el caso de Rágama, localidad actualmente salmantina que tradicionalmente estuvo vinculada a la villa abulense de Arévalo desde la Edad Media, y que formó parte de Castilla desde su reconquista hasta 1833, situándose en las anteriores divisiones provinciales en Ávila, así como en la diócesis abulense hasta 1959, habiendo sido una localidad que hasta el siglo XIX no había tenido ningún vínculo territorial con Salamanca en lo provincial ni a León en lo regional, a pesar de lo cual fue incluida en 1833 en la provincia salmantina y la región leonesa, en las que permanece desde hace ya casi dos siglos.

En todo caso, retomando el caso concreto de Peñaranda de Bracamonte, desde la óptica histórica resulta absurdo poner en cuestión su leonesidad ni salmantinidad, al haber pertenecido mucho más tiempo -ocho siglos- al Reino de León o Región Leonesa (de los siglos X al XVI y del XIX hasta la actualidad) que a Castilla (-tres siglos- del XVI al XIX), y otro tanto se podría decir de la pertenencia a Salamanca respecto a Ávila si incluimos la pertenencia de Peñaranda a la Diócesis salmantina desde tiempos de Alfonso VI de León.

Cuestión aparte merece, eso sí, el baremo que usaba desde La Gaceta el columnista oriundo de Corral de Almaguer (Toledo), Miguel Ángel García-Mochales, para decidir si Peñaranda era de la Región Leonesa o no, basado en los votos al leonesismo. Eso sí, no se iba a los datos de los últimos comicios donde UPL y PREPAL se presentaron, los del Senado de 2023, ni tampoco tomaba los anteriores, las elecciones autonómicas de 2022, sino que cogía los datos de las elecciones al Congreso de 2019 para reducir en su mención los votos que tuvo el leonesismo, que en los últimos comicios fueron el triple que entonces, aun y cuando hay que reconocer que sigue siendo la comarca salmantina con menor apoyo al leonesismo. De paso, se omitía en dicha columna el apoyo al castellanismo en Peñaranda, que se reducía a 1 solo voto en las últimas elecciones en que se presentó, las autonómicas de 2022, muy lejos del apoyo que tuvo el leonesismo en la ciudad peñarandina. Curioso, cuanto menos.

En todo caso, la pertenencia a una región no se mide por el número de votos de las opciones regionalistas, sino por la historia y la legalidad en todo caso. Si no, en base a esa teoría habría que afirmar que la mayoría de pueblos de Extremadura no serían extremeños, que los de Andalucía no serían andaluces o que en Asturias no serían asturianos, ya que los votos a partidos regionalistas en ellos son muy escasos, e inferiores a los cosechados por el leonesismo en Peñaranda.

Es más, viendo esa arriesgada teoría lanzada desde las páginas de La Gaceta que mediría la pertenencia a un territorio en base a los votos de las opciones políticas, habría que ver si dicho columnista considera Guipúzcoa, Vizcaya, Gerona o Lérida como parte de España, dado que en ellas arrasan los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Pero la pertenencia a un territorio no va de eso, y mal que les pese a quienes puedan sostener esa teoría, Guipúzcoa o Gerona son España y el Condado de Treviño es Castilla, de la misma manera que Peñaranda es de la Región Leonesa, además de salmantina y española. Porque la historia tiene un valor y la legalidad también, lo que no quita que se pueda legislar para variar las fronteras de los territorios.

Y ciertamente, tampoco podemos olvidar que a día de hoy no se ha aprobado ningún Decreto ni Ley que haya eliminado formalmente la Región Leonesa, sino que esta simplemente convive con parte de Castilla dentro de la comunidad autónoma de Castilla y León, a la que dan nombre ambas regiones, debiendo recordarse también que tanto la RAE como la Constitución diferencian los conceptos ‘región’ y ‘comunidad autónoma’, no siendo necesariamente coincidentes.

Del mismo modo, cabe recordar que tampoco se ha emitido ningún Decreto ni Ley para decretar el paso de ninguna provincia de una región a otra de la comunidad, por lo que el territorio de la Región Leonesa (ese “y León” del nombre de la comunidad) sigue siendo el oficialmente reconocido al aprobarse la Constitución en 1978 y al crearse la autonomía en 1983, esto es, las provincias de Salamanca, Zamora y León, y al formar parte Peñaranda de la provincia de Salamanca es parte también de la Región Leonesa, no de Castilla. Y a partir de ahí, que cada uno se sienta como quiera y tenga el sentimiento de pertenencia que le dicte su interior, faltaría más.

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