LOCAL
Actualizado 01/08/2025 10:37:00
Vanesa Martins

Javier Gómez, responsable de ocio nocturno de la patronal de hostelería, analiza una crisis estival marcada por la ausencia de universitarios, un cambio drástico en el consumo y la inviabilidad económica que obliga a muchos locales a cerrar sus puertas

Salamanca se ralentiza en verano y uno de sus sectores más emblemáticos, el ocio nocturno, entra en una fase crítica. La marcha masiva de los estudiantes universitarios y el éxodo vacacional hacia las fiestas de los pueblos dejan un panorama desolador para los empresarios. Javier Gómez, responsable de ocio nocturno de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Salamanca, dibuja una radiografía de la situación: una "pequeña crisis" cíclica que este año se siente "muy floja".

La dependencia del público universitario es el epicentro del problema. "Entre fiestas de los pueblos, universitarios que se han vuelto a sus casas, prácticamente la ciudad se ha quedado vacía", lamenta. Esta ausencia no solo afecta a los bares de copas, sino que repercute en "toda la hostelería". Las previsiones para el mes que comienza mañana no son optimistas. "Julio ha sido un desastre y agosto va a ser lo mismo", sentencia con contundencia. La única esperanza es el final del mes, cuando el regreso paulatino de los salmantinos y la cercanía de las ferias y fiestas de la capital devuelvan algo de oxígeno al sector.

Uno de los mayores espejismos para el ciudadano es ver un local con gente y asumir que el negocio funciona. La realidad económica es muy diferente debido a un cambio profundo en los hábitos de consumo que pone en jaque la viabilidad de los establecimientos.

"Antes la gente llegaba, se tomaba 6, 7 copas. Y ahora se toman 2 cervezas", explica. Esta drástica reducción del gasto por cliente significa que un local aparentemente concurrido puede no estar generando los ingresos necesarios para cubrir sus elevados costes fijos. "Que el bar esté lleno no significa que se eva reflejado en la caja, no tiene nada que ver con lo que era Salamanca antiguamente", añade, recordando una época dorada con actividad todos los días de la semana que ya es historia.

La actividad del ocio nocturno en Salamanca se ha convertido en una montaña rusa con picos muy definidos y valles muy profundos. La estacionalidad obliga a los empresarios a una planificación milimétrica para sobrevivir.

  • Periodo álgido (septiembre - enero): "En Salamanca se podría decir que vamos a trabajar bien el ocio nocturno de septiembre a enero", detalla Gómez. El inicio del curso académico marca el comienzo de la temporada alta, que culmina con la Nochevieja.
  • La cuesta de enero: Tras las fiestas, el sector sufre un parón significativo que se alarga durante todo el mes.
  • Febrero y Semana Santa: Febrero trae un ligero repunte que se desvanece con la llegada de la Semana Santa, otro periodo de éxodo que vacía los locales.
  • Verano (julio - agosto): Es el punto más bajo del año, donde la actividad es prácticamente nula.

Esta realidad lleva a muchos empresarios a tomar una decisión drástica pero lógica desde el punto de vista económico: bajar la persiana. "Te sale mucho más rentable cerrar", confiesa. Los costes de personal, alquileres, seguros sociales e impuestos hacen inviable mantener la actividad para "vender una Coca-Cola". Es una estrategia de pura supervivencia, como él mismo ejemplifica: "Yo por ejemplo tengo una de mis salas cerradas".

Más allá de la crisis estival, el sector percibe una transformación estructural en la forma de consumir la noche. El modelo tradicional de salir de forma espontánea a tomar copas parece estar perdiendo fuerza frente a nuevas tendencias.

"No sé si es que está cambiando culturalmente la noche por la tarde... Lo que sí veo es que está cambiando", reflexiona el responsable de la patronal. Su vaticinio apunta hacia un nuevo paradigma: "Creo que la noche se va a ir yendo a cerrar eventos privados de cumpleaños, bodas, etcétera".

Actualmente, en Salamanca operan aproximadamente 56 locales de ocio nocturno, una cifra que, según Gómez, no es tan elevada como parece porque el mercado está muy segmentado. La clientela se divide tanto por edad como por geografía. Por un lado la zona de Gran Vía (que concentra al público más joven), y por otro, la zona de Bordadores y parte alta de la Plaza Mayor (que atrae a una clientela a partir de los 30 años).

Aunque su negocio se dirige a este último segmento, con un poder adquisitivo teóricamente mayor, Gómez subraya que los problemas son transversales. "Al final la cuesta de enero es para todos la misma, el verano es para todos igual, nos afecta a todos". La noche salmantina, un emblema de la ciudad, se enfrenta a la encrucijada de adaptarse a un entorno cada vez más complejo y estacional para no apagarse definitivamente.

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