SOCIEDAD
Actualizado 21/07/2025 18:21:44
Vanesa Martins

Informático de profesión, dedica su tiempo libre a coordinar la entidad juvenil del barrio en la que creció, convencido del poder del voluntariado como herramienta de transformación social

La historia de Sergio Molero con la Asociación Juvenil PRODESI es el reflejo de un compromiso que ha madurado con el tiempo. Lo que comenzó como una actividad de verano junto a sus amigos del colegio se ha convertido en una de las facetas centrales de su vida. En la actualidad, compagina su trabajo como informático en una multinacional de tecnología médica y en un centro educativo de Salamanca con su labor como monitor y coordinador de Ocio y Tiempo Libre en la misma asociación que le vio crecer.

El viaje de Sergio en PRODESI comenzó hace ya 15 años. Se apuntó como participante animado por su grupo de amigos, en una entidad que ya era un referente en el barrio. Según relata, sus padres ya conocían la asociación, cuya presencia en la zona se remonta a 1989 y que ha sido un punto de encuentro para gran parte del equipo y de los chavales que, como él, han formado parte de ella.

Esta familiaridad y el arraigo de la asociación en el vecindario fueron clave para forjar un vínculo que se extendería durante su niñez y adolescencia, participando activamente en las distintas etapas y actividades del proyecto.

De participante a monitor: el salto al compromiso


Tras años como usuario, la implicación de Sergio Molero dio un paso natural y significativo. En el año 2014, decidió pasar al otro lado y se unió al equipo de monitores, aportando su experiencia previa como participante.

Su compromiso fue en aumento y, desde 2018, asumió la responsabilidad de la gestión y coordinación de la asociación. Este rol le permite tener una visión completa del proyecto, ya que conoce de primera mano todas sus etapas: desde las inquietudes de los niños hasta los retos de la organización.

A pesar de los años y de las nuevas responsabilidades, Sergio Molero mantiene intacta la convicción que le impulsó desde el principio. Para él, el voluntariado y la educación en el tiempo libre no son solo un pasatiempo, sino una potente herramienta de transformación social.

Cuando se le pregunta por la experiencia de ser monitor, Sergio Molero sonríe. Reconoce que tiene dos caras: una inmensamente gratificante y otra que exige un gran sacrificio.

Lo mejor, afirma sin dudarlo, es el impacto directo en los participantes. “Saber que estás contribuyendo a su crecimiento, que formas parte de sus recuerdos y que ayudas a que se conviertan en mejores personas, es una sensación difícil de explicar”. Además, destaca el valor formativo de la experiencia, ya que aprenden a “organizar, improvisar, trabajar en equipo, observar y evaluar”, habilidades que trascienden la asociación.

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