OPINIóN
Actualizado 18/07/2025 11:45:11
Alberto San Segundo

El mar es un vasto y subyugante escenario que desde tiempos inmemoriales ha encendido la imaginación de narradores y poetas. Su inabarcable desmesura, la constante e hipnótica atracción del oleaje, el evocador olor a salitre y a brea, los oscuros y abismales secretos que encierra, su carácter a la vez plácido y sosegado, que induce a la reflexión melancólica, y salvaje e indómito, fuente de peligros sin cuento, son rasgos muy presentes en infinidad de obras literarias, en su doble vertiente, tanto literal -en las descripciones de la vida en los barcos, las dificultades de la convivencia en el duro encierro de las naves, el tedio de la rutina a bordo, la espera en calma chicha, el crujir del maderamen, la súbita violencia de la tormenta, la desasosegante amenaza de los piratas, los abordajes, las batallas navales- como simbólica, que encuentra en las singladuras, en los periplos, en las circunnavegaciones, abundantes metáforas de las vivencias que constituyen la experiencia vital humana: las corrientes del destino, los monstruos, las tormentas, las tentaciones, la forja del carácter, el temple, el coraje, la aceptación de lo irremediable, el naufragio y el fracaso, la dignidad y el compromiso, entre otras muchas…

En este ámbito marino se inscribe mi recomendación de esta semana. Se trata de Los náufragos del Wager, un riguroso ensayo de David Grann, escritor y periodista del New Yorker, cuya obra, centrada normalmente en libros de no ficción, participa siempre de unos notables rasgos “identificativos” que se hallan también en Los náufragos del Wager: rigor documental, con escrupuloso acceso a fuentes diversas, archivos históricos, informes judiciales, diarios personales y entrevistas directas; soberbio uso de la tensión narrativa; estructura novelesca, con un ritmo dosificado que hace que no resulte sorprendente el hecho de que sus libros sean llevados al cine; personajes dotados de una cierta ambigüedad moral y dibujados con matices y sin idealizaciones; alternancia de los puntos de vista y las voces narrativas, al recurrir, además de a los documentos y registros oficiales, a diarios privados, cartas, testimonios orales y declaraciones personales, lo que contribuye a ofrecer una visión polifónica del asunto tratado; sensibilidad histórica y humana, que lo llevan a interesarse por acontecimientos controvertidos del pasado, rescatando en ellos, con una ostensible y muy contemporánea preocupación por la justicia, la ética y la memoria, los elementos que puedan arrojar luz sobre nuestra propia existencia actual.

En septiembre de 1740, con el Imperio británico movilizándose para la guerra contra España, su rival imperial, el Wager zarpó de Portsmouth como parte de una escuadra de siete barcos con una misión secreta: capturar un galeón español lleno de tesoros, cargado con plata virgen y cientos de millares de monedas de plata, el mejor botín de todos los mares y, a continuación, atacar algunos de los puertos bajo dominio español en las costas del Pacífico de Perú, Panamá y México. Cerca del terrorífico cabo de Hornos, la flota fue víctima de un huracán, y el mundo entero dio por hecho que el Wager se había hundido con todos sus ocupantes. Sin embargo, doscientos ochenta y tres días después de haber sido avistado por última vez, treinta de esos hombres reaparecieron milagrosamente en Brasil. Una vez recuperados y en condiciones de mantener un relato coherente, confesaron haber naufragado frente a una desolada isla cercana a la costa de Patagonia. Con la mayoría de los oficiales y tripulantes fallecidos, los supervivientes habían logrado hacerse a la mar en una embarcación improvisada con restos del barco naufragado. Apiñados en un espacio exiguo, soportando temporales, expuestos a terremotos, enfrentándose a olas enormes, tormentas de hielo y condiciones climatológicas extremas, contemplando impotentes la muerte de más de cincuenta de los marinos inicialmente embarcados, recorrieron casi tres mil millas marinas para, tres meses y medio más tarde de dejar la isla y un año después de su salida de Porsmouth, arribar a Brasil.

Sin embargo, el feliz desenlace pronto se vio enturbiado por un suceso imprevisto. Seis meses después de su llegada, otro bote tocaba tierra en un punto de la costa sudoccidental de Chile. En una embarcación aún más pequeña, una suerte de canoa impulsada por una vela hecha con jirones de manta cosidos entre sí, tres hombres, en un estado más deplorable que los que los habían precedido, declararon ser supervivientes de la expedición imperial británica y, reestablecidos y ya de vuelta a Inglaterra, confesaron que los compañeros de viaje que habían recalado en Brasil no solo no eran héroes, sino que se trataba de unos amotinados que se habían rebelado contra la autoridad al mando de la misión en el caos resultante de la desesperada situación que unos y otros habían vivido en su difícil subsistencia en la isla patagona.

A través de los relatos contradictorios de los supervivientes, y más allá de la discutible verosimilitud de cada una de las versiones, pudo colegirse con claridad, no obstante, que en esos días aciagos de su forzada y desesperada reclusión en aquel inhóspito extremo del mundo oficiales y tripulantes del Wager (esos presuntos apóstoles de la Ilustración) cayeron en un estado de depravación digno de Hobbes. Hubo facciones encontradas, saqueos, deserciones, asesinatos. Algunos de los hombres sucumbieron al canibalismo.

David Grann da cuenta en Los náufragos del Wager, con meticulosidad nada prolija, de hasta el mínimo pormenor de este episodio oscuro, controvertido, sobrecogedor y en ocasiones atroz de la Historia, a través de un relato excitante y adictivo, en el que, en cinco partes unidas por un claro hilo cronológico, se describen los antecedentes y la preparación de la expedición, las circunstancias de la vida a bordo, el pavoroso paso de las naves por el terrible cabo de Hornos, el naufragio del buque, la horrible experiencia de inhumanidad y salvajismo, de ferocidad, barbarie y crueldad que vivieron los náufragos, las vicisitudes de los dos grupos de supervivientes en su muy sacrificado periplo hacia Brasil y Chile, y lo sucedido en los días, meses y años posteriores al retorno de los escasos afortunados, con especial atención a las circunstancias del juicio.

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David Grann. Los náufragos del Wager. Editorial Penguin Random House. Barcelona, 2025. Traducción de Luis Murillo Fort. 408 páginas. 21.75 euros

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