COMARCAS
Actualizado 16/07/2025 10:31:13
Toni Sánchez

Desde su ordenación en 2022, atiende cinco parroquias en el alfoz salmantino y afronta el reto de la escasez de vocaciones unificando actividades y apoyándose en la generosidad y colaboración de los vecinos.

En un contexto de progresiva despoblación en la provincia de Salamanca y un claro envejecimiento del clero, la figura de Ciriaco García emerge como un soplo de aire fresco y esperanza en la Diócesis de Salamanca. Ordenado en 2022, es el sacerdote más joven y el último en incorporarse al presbiterio salmantino, una realidad que asume con responsabilidad y optimismo desde las cinco parroquias que tiene a su cargo en la actualidad: Machacón, Pelabravo, Calvarrasa de Abajo, Nuevo Naharros y Nuevo Amatos.

Su labor pastoral en esta zona del alfoz, cercana al aeropuerto de Matacán, es un reflejo de los desafíos y las oportunidades que afronta la Iglesia en el mundo rural. Lejos de la imagen de un ministerio aislado, Ciriaco ha tejido una red de colaboración entre comunidades para mantener viva la fe y la actividad parroquial.

La jornada de este joven párroco, natural de Tordillos, está meticulosamente organizada para poder atender las necesidades de todas sus comunidades. "Uno intenta organizarse aunque cada día tiene su cosa", explica. Las mañanas se dedican a la oración y a la preparación de catequesis, celebraciones y la gestión parroquial.

Por las tardes, su presencia se reparte entre los pueblos, compatibilizando la celebración de la Eucaristía con las catequesis, la atención a los mayores y enfermos en sus domicilios y la visita a una residencia de la zona. Los fines de semana, las misas dominicales se alternan: dos el sábado por la tarde y tres el domingo, rotando mensualmente para que todas las parroquias tengan su celebración.

La trayectoria de Ciriaco García ha estado ligada desde el principio al arciprestazgo de Peñaranda, Calvarrasa y Las Villas. Tras su ordenación, sus primeras responsabilidades pastorales fueron en cuatro localidades: Arabayona de Mójica, Cantalpino, Calvarrasa de Abajo y Nuevo Amatos. Posteriormente, debido a las bajas de otros compañeros por motivos de edad y salud, asumió su configuración actual. "Por bajas de diferentes compañeros sacerdotes, he ido atendiendo otros pueblos. Siempre de la misma zona, para que estén unos al lado de los otros y sea un poco más sencillo", detalla. De sus destinos iniciales, mantiene Calvarrasa de Abajo y Nuevo Amatos, sumando Machacón, Pelabravo y Nuevo Naharros.

Siendo él mismo "un chico de pueblo", Ciriaco valora enormemente el trato directo con los feligreses. "La ventaja de ser párroco en los pueblos es la cercanía con la gente. Al ser localidades que no son muy grandes, pues conoces a todos los vecinos", afirma. Esta proximidad, cultivada a lo largo de tres años, le ha permitido conocer las inquietudes y realidades de cada familia.

La reacción de los vecinos ante su juventud es, según relata, muy positiva. "La gente se alegra de tener un párroco joven. Además, ahora en verano que la población aumenta porque vienen familiares de los vecinos, reciben la noticia de tener un párroco joven con mucha esperanza y con mucho ánimo", asegura. Una esperanza que contrasta con la "añoranza de los tiempos pasados", cuando la participación era masiva. Ahora, la respuesta es más minoritaria, un reto que afronta con una visión clara.

De cara al futuro, ante la evidente falta de relevo generacional en el clero, Ciriaco lo ve como "un reto y una esperanza". Augura comunidades de fe más reducidas, pero con una fe más compartida. "Mirando a los primeros siglos del cristianismo, hay que ver cómo empezaron los primeros discípulos. Empezaron doce, en pequeñas comunidades. Así estamos más o menos ahora y es lo que vamos a tener que vivir en un futuro, pero tenemos que vivirlo con esperanza".

Para hacer frente a la gestión de cinco parroquias, la colaboración es fundamental. Ciriaco destaca el papel clave de los laicos: "En todas las parroquias siempre hay un equipo de personas que están pendientes de todo", además de un equipo de catequistas. Esta colaboración ha permitido unificar ciertas actividades, como la catequesis, juntando en un solo pueblo a los niños de varias localidades.

En cuanto al mantenimiento de los templos, subraya la generosidad de los feligreses. "Explicando la necesidad que exista, la gente de las parroquias siempre responde y colabora", asegura, permitiendo hacer frente a obras y restauraciones. En medio de este panorama, surgen noticias alentadoras que impulsan su labor. "Es curioso, por ejemplo, que en uno de los pueblos, en Nuevo Naharros, en los dos años que llevo por allí, es el pueblo en el que más bautizos he tenido", concluye con satisfacción, una prueba de que la vida, y la fe, sigue abriéndose paso en los pueblos de Salamanca.

FOTOS: Diócesis de Salamanca

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