El escapulario es un signo de amor, un símbolo. El símbolo es necesario en nuestra vida, con el entendemos mejor y vivimos. Vivimos en un mundo de símbolos: la llama de fuego, el agua, la luz, el pan, el vino… El mismo Jesús uso el pan, el vino, el agua. En los Sacramentos los símbolos expresan y operan una comunicación con Dios, que se hace presente a través de tales cosas concretas y cotidianas.
El escapulario es un signo de amor que ha de ser llevado con dignidad, como un fiel discípulo de Jesús e hijo de María.
A María tenemos que imitarla en su relación con Dios y con los hermanos. Ella nos enseña:
A vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida;
A escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz;
A orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos;
A vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus necesidades.
En síntesis y en concreto el escapulario del Carmen
NO ES
Ni un objeto para una protección mágica (un amuleto)
Ni una garantía automática de salvación
Ni una dispensa para no vivir las exigencias de la vida cristiana, al revés!
ES
Un signo "fuerte" aprobado por la Iglesia desde hace varios siglos, ya que representa nuestro compromiso de seguir a Jesús como María:
· abiertos a Dios y a su voluntad
· guiados por la fe, por la esperanza y por el amor
· cercanos al prójimo necesitado
· orando constantemente y descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias
· un signo que introduce en la familia del Carmelo
· un signo que alimenta la esperanza del encuentro con Dios en la vida eterna bajo la protección de María Santísima.
· El Escapulario es para los cristianos auténticos que viven conforme a las exigencias evangélicas, reciben los Sacramentos y profesan una especial devoción a la Santísima Virgen.
María del Carmen es patrona, aurora, manto, guía, reina de mar cielo y tierra, pero es, sobre todo, Madre.