Una exposición inaugurada en Salamanca por la subdelegada del Gobierno, Rosa López, recupera la historia de los entre 60 y 100 brigadistas chinos que lucharon en la Guerra Civil española. La muestra también desvela la labor posterior de una veintena de sanitarios españoles que continuaron la lucha antifascista en la guerra chino-japonesa
La exposición “Los voluntarios y brigadistas chinos en la Guerra Civil Española. Los médicos españoles en China”, inaugurada con la presencia de la subdelegada del Gobierno, Rosa López, saca a la luz un episodio prácticamente desconocido hasta hace una década: la participación de un centenar de voluntarios chinos en las Brigadas Internacionales y la posterior labor de médicos españoles en la guerra chino-japonesa. En su intervención, López ha desgranado las claves de un relato que une dos continentes y dos conflictos en una misma lucha contra el fascismo, un capítulo que por fin recibe la atención que merece y que abre nuevas vías para la investigación histórica.
La subdelegada del Gobierno ha comenzado su discurso poniendo en valor la naturaleza altruista de los combatientes extranjeros que llegaron a España. “Los brigadistas internacionales fueron voluntarios, y esto siempre hay que resaltarlo”, ha subrayado Rosa López, enmarcando su llegada como un acto de pura generosidad.
Estos hombres y mujeres, cuyo número los historiadores sitúan entre 35.000 y 50.000, acudieron a España para “luchar por una España democrática en pro de la libertad, para frenar los movimientos totalitarios que estaban extendiéndose por Europa”. Su entrega, ha recordado López, merece un homenaje constante, pues muchos de ellos dejaron su vida en suelo español.
Dentro de este masivo movimiento de solidaridad, la presencia china ha sido una de las últimas en ser documentada. “Procedían de múltiples nacionalidades del mundo, también estaba China, cosa que desconocíamos hasta muy recientemente”, ha confesado la subdelegada.
Las investigaciones más recientes concluyen que fueron “aproximadamente, entre 60 y 100 ciudadanos chinos” los que se unieron a la causa republicana. “La mayoría de los participantes fueron soldados desconocidos”, ha explicado López, aunque se han podido rescatar las huellas de algunos, llegados principalmente desde las comunidades de inmigrantes en Francia y Estados Unidos. Entre ellos se encontraban obreros de la fábrica Renault y un ingeniero de una prestigiosa universidad norteamericana que se alistó en la famosa Brigada Lincoln.
Para comprender la motivación de estos voluntarios, es crucial entender el contexto global. El estallido de la Guerra Civil en 1936 fue seguido de cerca en China, que un año después se enfrentaría a su propia contienda: la Segunda Guerra Chino-japonesa (1937-1945), un conflicto devastador motivado por la invasión de Japón.
Según ha relatado Rosa López, la opinión pública y el Partido Comunista de China se mostraron firmemente favorables a la República española. La prensa afín a Mao Zedong no dudaba en presentar a ambos países como “hermanos en la guerra contra el fascismo”, una conexión ideológica que inspiró a muchos a cruzar el mundo para unirse a la lucha en España.
La exposición no solo narra la llegada de voluntarios a España, sino que también revela una fascinante historia de reciprocidad. La muestra, según ha detallado López, “se complementa con la inclusión de diferentes testimonios relativos acerca de una veintena de médicos y algunas enfermeras que habían sido voluntarios en las brigadas internacionales y continuaron su labor en China”.
Tras la derrota republicana, estos sanitarios españoles llevaron su experiencia y compromiso humanitario al frente chino, apoyando la resistencia contra el invasor japonés. Prestaron servicio tanto en las filas del ejército comunista de Mao como al servicio de la Cruz Roja China, tejiendo un lazo de solidaridad que pervivió más allá de la contienda española.
Este proyecto expositivo busca saldar una deuda con una historia silenciada. López ha recordado medidas como la concesión de la nacionalidad española a los descendientes de los brigadistas, un acto que ha calificado como “de justicia”, pero ha insistido en que “nunca es suficiente” el reconocimiento.
Finalmente, la subdelegada ha destacado el valor académico de la muestra, presentándola como una fuente de inspiración para nuevos estudios.