Leemos con sumo interés cualquier tipo de recomendaciones que se nos dan sobre cualquier aspecto y nos remangamos en seguida para poner en práctica los consejos, pero no acabamos de comenzar a ponerlos en práctica cuando ya nos aseveran lo contrario.
Resulta que había que comer cinco frutas y verduras al día para asegurar el consumo de vitaminas y fibra, mucha fibra, muuuucha fibra, tanta, que los intestinos deben parecer ya un desagüe lleno de filamentos como el estropajo de esparto, ¡fibra por doquier! Pues bien, todo el mundo desatado comiendo la fruta y la verdura recomendada y resulta que ahora no. Pero… ¿es por lo del estropajoooo? ¡¡Noooo!!: Es porque suman muuuuchos hidratos. Aaaaaayyyyy, ¡¡los hidraaatos!! ¡No existe mayor mal en el mundo! Son perversos, malvaaaados, taimados, arteros, ladiiiinos, astutos, ¡bellaaaacos! ¡¡Malandrines!!
¿¿¿Y qué decir de la etapa de las bayas de Goyiiii??? Todo el mundo con la bolsa de bayas a todas partes, y dale baya por aquí, y dale baya por allá, que si quieres baya, que si dame baya, que tenían venga propiedades, venga propiedades, y resulta que… ¡vaya vaya!… ¡que parece que se nos están quedando en nada!
¡¡Nada de magdalenas para desayunaaaar!!, nos repetían. ¡¡Tostaditas con mantequilla!!, decían. ¡¡Que las magdalenas tienen mucho colesterooool!! Y a los pocos meses, cuando todo el mundo tenía su tostadora sobre la encimera para estrenar las mañanas con la pestaña casi sin despegar, incluso de colorines (las pestañas no: las tostadoras) y ya acostumbrados a no asustarnos cuando sonaba el ¡clic! de la expulsión “tostadil” y no había ningún peligro de infarto por el susto, se nos aseguró que nada de mantequilla, que es mala mala, pero maaaaala de verdad, ¡¡mucho más que el veneno de la manzana de la madrastra de Blancanieves!! ¡¡Muchííííísimo más!! ¡Que no es ningún cuentoooo! (lo de Blancanieves sí, lo de la mantequilla no, que todo hay que decirlo). Había que echar aceite de oliva, que, por cierto, cada vez tenía el nombre más largo, ¡que parecían los títulos de un marquesado!: aceite de oliva virgen, después aceite de oliva virgen extra, pero como todo lo simplificamos pues ya lo llamamos AOVE, para los amigos, como en algunos pueblos, que cada uno tiene un apodo: “el pecas”, “el rubio”, “la ojos”… ¡Qué os voy a contar!…
Pues bien, después de haber bautizado el aceite con taaantos nombres, (y de aumentarlo con taaantos precios), resulta que lo malo, además de la mantequilla, era la tostada, que es más mala que la muela del juicio cuando se pone a dar guerra, pero guerra gueeerrrra de verdad, así que se desterraron del universo entero toooodas las tostadoras, se aplastaron con apisonadoras para dejarlas planas para que no se pudieran volver a usar y se llevaron al reciclado de chatarrrrra para impedir su uso y disfrute y evitar tentaciones y pecados. Así que se nos llenaron los armarios de la cocina de avena, que venía en cajas grandes y ocupaba mucho. Y ahí estábamos los mortales, mastica que te mastica dejándonos los piños mañaneros dándole a la bola de la avena que resulta que había que ponerla en remojo una noche entera como los garbanzos y no lo sabíamos, pero finalmente, como los tiempos cambian, ya no lo necesita (la avena no necesita, los garbanzos sí, que os veo sin dientes y luego diréis que es por mi culpa).
Hace tiempo que se ha descartado lo de la rebanada de pan con aceite y frotado con tomate. Imagino que se deberá a la bellaquía de los tomates, ¡¡es que ya no podemos fiarnos de ningún vegetal!! ¡¡No podemos ni imaginarnos cuál de ellos nos la va a jugaar!!
Lo extraño del asunto es que, después de taaantas décadas insistiendo a los hijos en que no se puede ir al colegio sin desayunar, ni a hacer ninguna otra actividad, y cumpliéndolo nosotros mismos a rajjjatabla, ¡sorpresa!: ¡¡se anuncia a bommmmbo y platillo el ayuno intermitente!! Sí, sí, como las luces de los coches: ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no… que tienes que tener en la cocina un calendario grande, pero grande, a ver cuándo le toca desayunar a cada miembro de la familia. Podéis imaginar… en una casa de seis, ¡¡menudo galimatías!! Eso sí, después de vaciar los armarios de las cajas de copos de avena y llevarlos a aplastar a la apisonadora para que no abulten tanto en el contenedor del reciclado y quitar de la faz de la tierra tamaño peligro, porque la avena… ¡¡ay, la avenaaa!!… ¡¡si yo os contara!!…
Así que aquí me tenéis, a las cinco de la mañana, ¡¡deseando que se publiquen las primeras noticias con las novedades de qué es lo más saludable para desayunarrrr!!
Mercedes Sánchez
La fotografía es gentileza de José Amador Martín