OPINIóN
Actualizado 07/07/2025 09:40:39
María Jesús Sánchez Oliva

Estos días, hable con quien hable personalmente o me llamen por teléfono, todos me lanzan la misma pregunta:

—¿Has solicitado ya la tarjeta para viajar gratis por Castilla y León?

Pensé que se trataba de un bulo, de un chisme, de una falsa noticia que circulara por las redes sociales, pero, aunque dudo que la información esté libre de alguna trampa, busco datos y así es: todos los ciudadanos empadronados en Castilla y León podrán coger el autobús y viajar por toda la comunidad sin tener que abrir el monedero. No sé si soy la única lista que queda, o si soy la única tonta, ninguna de las dos cosas es posible, hasta ahí llego, pero algo raro me está pasando porque cada vez me siento más única. Entiendo y aplaudo que se subvencione el transporte público para familias numerosas, de bajos recursos, parados sin prestación, con gastos especiales por tener miembros dependientes a su cargo, etc., pero ni apruebo ni celebro que se subvencione a todo el mundo para ir a la piscina, al cine o de excursión fuera del lugar de residencia por varias razones y ninguna loable. Primera: porque los gobernantes tienen la obligación de trabajar para que los pueblos vivan de sus derechos, no de caridad, que por muy oficial que sea solo sirve para empobrecerlos y perder los avances que tanto cuesta conseguir. Segundo: porque este dinero, que no será poco porque, siendo como somos, los habrá que ni entren en casa con tal de viajar gratis, saldrá de los bolsillos de los ciudadanos, generalmente autónomos, que son los que más impuestos pagan, los más castigados por la administración con trabas, trámites y papeles que hay que pagar, los que, en no pocas ocasiones, tienen que adelantar el IVA sin haberlo cobrado, y para mayor indignación los trabajadores menos considerados por los que a su costa podrán dedicarse a viajar sin tener que coger el coche con los gastos que eso supone. Y por último porque cuando la junta da, pide, en este caso votos, que no en balde el señor Mañueco hasta de despierto sueña con una cartera de ministro, y administrar mal el dinero de los ciudadanos, no destinarlo a necesidades básicas, utilizarlo para intereses personales, lo llamen como lo llamen para justificarse, es, sencillamente, otra forma de corrupción, y no menos grave que las que él y los suyos critican.

Por lo tanto, a partir de ahora y hasta que no sepa que esto no es un cuento chino, cuando alguien vuelva a preguntarme si he solicitado el buscyl, que así se llama el carné que permite viajar de gorra por las nueve provincias de la comunidad, le responderé que ni lo he hecho, ni pienso hacerlo, porque afortunadamente puedo pagarme el autobús, y en el supuesto caso de que no pudiera ir a comprar ajos a Zamora, un queso a Hinojosa de Duero o a darme un paseo por el acueducto de Segovia, aunque me llamen imbécil, que me lo llamarán, bien segura estoy de ello, prefiero comprarlos en mi supermercado habitual que ser cómplice de un gobierno autonómico corrupto.

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