Tras el tradicional desfile de peñas, el alcalde, Matías Garzón, ha lanzado un contundente mensaje sobre los desafíos del mundo rural y la necesidad de luchar por su supervivencia.
El inconfundible sonido de la música en los casetas, las risas del reencuentro y el vibrante colorido de las peñas han inundado este sábado las calles de Boada. Una atmósfera de alegría palpable ha marcado el inicio oficial de sus fiestas patronales, un momento anhelado por los vecinos y, especialmente, por aquellos que un día tuvieron que abandonar el pueblo que les vio nacer. Sin embargo, bajo esta capa de celebración, ha resonado un mensaje profundo y urgente del alcalde, Matías Garzón, un recordatorio de los desafíos que enfrenta el mundo rural y una llamada a la lucha por la supervivencia.
La jornada festiva ha comenzado con el tradicional y animado desfile de peñas, una colorida comitiva encabezada por la Asociación de Mujeres 'La Encina Verde', que ha recorrido el municipio contagiando su entusiasmo. El desfile ha culminado con la presentación de la corte de honor, instante en el que el alcalde ha impuesto las bandas a las cuatro damas, un acto simbólico que ha servido de preludio para el pregón. Este arranque oficial ha estado precedido, en la jornada del viernes, por el prólogo del 'Día Interpeñas', un evento de hermandad organizado y subvencionado íntegramente por las propias peñas, que contó con la animación de la charanga La Escala y la música de DJ Salgado.
Un pregón de raíces y recuerdos familiares
El honor de dar el pistoletazo de salida a las fiestas ha recaído este año en la familia Tapia Ramos. Visiblemente emocionados, han subido al escenario para compartir su profundo vínculo con el municipio. "Queremos iniciar el pregón agradeciendo a la familia Moro Angoso la oportunidad que nos ha brindado de ser pregoneros", han expresado al comenzar su intervención. Su discurso ha sido un emotivo homenaje a sus orígenes y a lo que Boada representa en sus vidas, lo que quedó a prueba en un 'minirosco' de Pasapalabra que el público no falló.
"¿Y qué significa para nosotros ser de pueblo o, mejor dicho, ser de este pueblo, ser de Boada? Es nuestro lugar", han proclamado, evocando con cariño la memoria de su madre, Manuela, y los recuerdos imborrables forjados en sus calles. Su pregón, lejos de ser un mero trámite, se ha convertido en una celebración de la identidad boadense y de los lazos que perduran a pesar del tiempo y la distancia. Como es tradición, en un gesto de continuidad, han designado a sus sucesores para el próximo año: la familia Tapia Hernández será la encargada de pregonar las fiestas de 2025.
La cruda realidad de la despoblación
Tras el cálido y familiar pregón, el alcalde, Matías Garzón, ha tomado la palabra. Su discurso, aunque iniciado con agradecimientos a los diputados provinciales Carlos Chanca y Mario Cavero, y a los alcaldes de localidades vecinas como La Fuente de San Esteban, El Cubo de Don Sancho o Retortillo, pronto ha virado hacia la cuestión más acuciante que enfrenta Boada: la despoblación.
Garzón ha compartido una reflexión agridulce al ver regresar a tantos hijos del pueblo. "He observado personas paseando por el pueblo, personas que hace años, y debido a la falta de oportunidades, tuvieron que abandonarnos", ha comentado. Esta observación ha sido el preámbulo del dato más contundente de su intervención. "Recuerdo cuando yo comencé en esta andadura municipal, son ya muchos años, pero hemos descendido al 50 por 100 de la población, y eso es muy grave", ha afirmado con rotundidad, añadiendo con visible preocupación: "y lo grave es que no para, que vamos a más, que cada vez somos menos".
Esta cifra, una reducción a la mitad de sus habitantes, ha resonado en la plaza, dibujando un poderoso contraste con el ambiente festivo. El alcalde ha descrito la comarca como una zona "tan abandonada", un territorio castigado por una sangría demográfica que parece no tener fin.
Un mensaje de esperanza y lucha por el futuro
A pesar del sombrío diagnóstico, el mensaje de Matías Garzón no ha sido de rendición. Al contrario, ha reafirmado con firmeza el compromiso de su corporación municipal para revertir esta tendencia. "A pesar de las tremendas dificultades... esta Corporación tiene proyectos de futuro, y estoy convencido que todos juntos lo conseguiremos", ha asegurado con convicción, insuflando una dosis de optimismo.
Sus palabras han constituido un llamamiento a la unidad y a la acción, una promesa de no bajar los brazos ante la adversidad. "Lucharemos por el pueblo, lucharemos porque es difícil que se asiente población, pero hay que intentarlo, no podemos desfallecer", ha concluido, recibiendo el aplauso de sus vecinos, que ven en su discurso un reflejo de su propio anhelo por mantener vivo el pueblo.
Un fin de semana de fiesta y tradición taurina
Concluidos los actos oficiales, la fiesta ha continuado hasta altas horas de la madrugada. A las 00:05 horas, un encierro nocturno de vaquillas ha desatado la primera dosis de emoción taurina, que ha dado paso a la música de la discomóvil 'Samuray' desde la una de la mañana.
El programa festivo tiene su continuidad este domingo, una jornada dedicada a la tradición y la bravura. Tras la misa y el vermut de las 13:00 horas, todas las miradas estarán puestas en el IV Toro de Cajón, programado para las 19:00 horas. Para la ocasión, se lidiará un novillo de la prestigiosa ganadería de Rollanejo y tres vacas de Eduardo Martín Cillero. Además, como broche especial, se soltará una vaca de la ganadería El Pilar, donada generosamente por los pregoneros de este año. La jornada estará amenizada por la charanga 'Manliao' y culminará a las 23:00 horas con una gran verbena a cargo de la orquesta 'SMS', prometiendo alargar la celebración hasta bien entrada la noche. Boada vive así un fin de semana donde la alegría de sus tradiciones convive con la firme voluntad de luchar por su porvenir.