OPINIóN
Actualizado 29/06/2025 17:46:22
Tomás González Blázquez

Le escribo una postal cada verano:

una postal con su hueco para el sello

besado con la punta de mi lengua,

unas líneas con letra pequeña

porque la caligrafía cuida de los espacios,

unas frases melodiosas y armónicas

para que la música se ocupe de los momentos.

Le escribo remolinos de agua dulce

y orillas que ha salado la marea,

le escribo con el ansia, y con el miedo,

de leerle su respuesta.

Le escribo a mi mar de cada día

desde el mar de cada año,

y si uno presume de alboradas

el otro contesta con ocasos.

Le escribo y escondo en mi mesilla

la noche con todos sus refugios,

y huele a imprentas del pasado,

y sabe a labios del presente,

y suena a todos los futuros.

Le escribo los días que no cruzo,

que no apoya su árbol en las piedras

Aquel que ya cerró sus ojos

pero nunca dejó de abrir sus brazos.

Le escribo y confío a los carteros

que guarden para siempre los secretos,

como el náufrago que lanza su botella

sin querer salir de su isla.

Le escribo y deslizo mis misterios

hacia el buzón de la Casa de las Vidas,

seguro de que el puente estará ahí

cuando tenga que atravesar ese río

ensanchado por el hombre

hasta convertirlo en mi mar de adentro,

donde la brisa es otra, es suya, es mía.

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