Se celebrará el próximo sábado, 5 de julio, lcon talleres, charlas y exposiciones de oficios tradicionales para combatir la despoblación y defender la identidad local
Bajo el evocador nombre de ‘Cincel y maceta’, la localidad salmantina de Sorihuela se ha propuesto transformar el próximo sábado, 5 de julio, en el epicentro de la tradición viva, un audaz manifiesto contra el silencio de la despoblación y una celebración del alma de sus pueblos.
La presentación de esta I Feria de Artesanía y Etnografía ha corrido a cargo del diputado de Cultura, David Mingo, y la diputada de Ferias y Mercados y alcaldesa de la localidad, Nieves García Mateos. Un evento que, en palabras de Mingo, “nace con vocación de futuro y que simboliza muy bien dos cosas, la vida que late en nuestros pueblos, en primer lugar, y la fuerza de nuestras raíces”. La iniciativa, impulsada por la Diputación de Salamanca, trasciende la idea de una simple jornada festiva para erigirse como una declaración de intenciones, una estrategia meditada para revitalizar el medio rural a través de su activo más valioso: su propia identidad.
La jornada del sábado ha sido diseñada como una inmersión completa en la cultura local. Lejos de ser una mera exposición pasiva, ‘Cincel y maceta’ invita a la participación y al descubrimiento a través de un programa que se extenderá durante todo el día. Los visitantes podrán sumergirse en talleres, charlas, exposiciones y visitas guiadas que prometen conectarles directamente con el legado de la comarca.
El abanico de actividades es un reflejo de la riqueza etnográfica de la zona. Se podrá desde aprender a pintar con lana, una técnica que fusiona arte y tradición pastoril, hasta descubrir los secretos de pesar con una romana, un gesto cotidiano de antaño que hoy se convierte en una lección de historia. No faltará el placer del paladar, con degustaciones de jamón de la tierra, ni la profundización en las costumbres más arraigadas, como la charla sobre el ramo de San Sebastián y el Belén etnográfico, dos expresiones de la devoción y la vida comunitaria.
Un punto de especial interés será la casa de enseres de Cutzura, un espacio que abrirá sus puertas para mostrar la riqueza de los trajes típicos y los objetos que conformaban la vida diaria de los antepasados. El objetivo final, como ha subrayado el diputado, es claro: “vamos a disfrutar de actividades tan nuestras... pero, sobre todo, vamos a llenar la plaza de vida y la vamos a llenar de gente”.
El nombre de la feria no es casual. ‘Cincel y maceta’ rinde homenaje a la cantería, el oficio que ha modelado físicamente el paisaje de Sorihuela y de tantos otros pueblos de la provincia, dando forma a sus casas, iglesias y plazas. Pero la feria amplía su foco a todo un universo de conocimiento artesanal. “Cincel y maceta pone el foco en oficios y saberes que no podemos permitirnos olvidar”, ha afirmado Mingo, destacando la importancia de preservar estas prácticas no solo como un recuerdo, sino como una posible vía de desarrollo.
Los trajes tradicionales, con sus complejos bordados y tejidos, contarán con hilos la historia de la comunidad, su estructura social y sus celebraciones. La artesanía, en su sentido más amplio, se presentará como una “expresión de identidad y de creatividad”. La feria se convierte así en una plataforma para estos artesanos, un escaparate que demuestra que la tradición puede y debe tener un valor económico y social en el siglo XXI.
En este sentido, el evento es una inversión directa en la autoestima y la economía local. “Eventos como este, querida Nieves, generan economía, dinamismo y orgullo. Son una forma de educar a los más jóvenes y de rendir homenaje a nuestros mayores”, ha recalcado Mingo, enmarcando la feria dentro de una estrategia provincial más amplia.
Más allá de la celebración cultural, ‘Cincel y maceta’ se erige como un acto de resistencia. La lucha contra la despoblación es el telón de fondo que da sentido a cada actividad y a cada palabra de la presentación. David Mingo ha sido contundente al respecto, señalando que la mejor forma de combatir este desafío es con “pueblos abiertos, orgullosos de lo que tienen, con propuestas que suman y que atraen”.
La feria es la materialización de esa filosofía. Es la prueba de que la cultura no es un lujo, sino una herramienta fundamental para fortalecer el tejido social y hacer que los pueblos sean lugares atractivos para vivir y visitar. La vitalidad de un municipio, según el diputado, se mide en su capacidad de convocatoria y movimiento. “Cuando un pueblo se mueve, cuando se llena de gente de música, de tradición y de historia, el medio rural se fortalece”, ha sentenciado.
Fotos de David Sañudo