Rene Descartes utilizó la duda como método para encontrar una verdad clara y distinta, una evidencia que no precisaba demostración. Cogito ergo sum, es decir Pienso, luego existo. Se dio cuenta de que podía dudar de todo, pero no de que existía algo (él) que estaba pensando, era evidente. En estos días que nos ha tocado vivir, dudamos o no queremos ver incluso de lo más evidente.
Que la corrupción política, policial, empresarial parece estar instalada a varios niveles, es evidente. El Partido Popular tiene más de 25 casos abiertos (Gürtel, Kitchen, Púnica, Lezo…) y hay tres resoluciones judiciales que han sido certificadas por el Tribunal Supremo siendo el tercer partido político condenado por corrupción en España tras Unió Democrática y Convergencia Democrática de Catalunya. Pero siguen sin admitirse la evidencia por parte de sus afiliados. ¿Y acusan a Pedro Sánchez de liderar una organización criminal?
El Partido Socialista tampoco se libra (Caso Comercio, los ERES de Andalucía…) y recientemente los casos relacionados con Ábalos, Koldo, Leire Díez y Santos Cerdán, pero en este caso la evidencia la considera el presidente del Gobierno como una "anécdota", y afirma rotundamente que "la izquierda no roba".
la Fiscalía Anticorrupción investiga a Vox por financiación ilegal. También se han dado casos de corrupción en el PNV, Partido Andalucista, Colación Canaria, Unión Mallorquina, Partido Nacionalista Gallego y algunos más. Es evidente que algo hay detrás de todo esto.
El Movimiento Sumar de Yolanda Díaz, tras el “Errejonazo” va más restado más que sumando. La salida de Podemos, los malos resultados en Galicia, Euskadi y Cataluña. Lo que junto a las divisiones en Vox hace evidentes las discrepancias internas tanto a la izquierda de la izquierda como a la derecha de la derecha.
En otro terreno, desde el inicio de la represión israelí contra los palestinos son ya más de 50.000 los muertos, aunque un estudio que publicado por la revista inglesa ‘The Lancet’ calcula que sólo durante los primeros ocho meses de conflicto murieron 64.260 personas, contabilizando únicamente las muertes violentas, y no las derivadas de falta de alimento, medicamentos, medios sanitarios o agua. Es evidente que se trata de algo más que acción de defensa frente a los despreciables atentados de Hamas.
Pero estas evidencias las considera la Comisión Europea como “indicios” de que Israel está incumpliendo sus obligaciones en materia de derechos humanos y anuncia una revisión del Acuerdo de Asociación de la Unión Europea e Israel por parte del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) pero si medidas concretas. ¿Indicios tras 21 meses de genocidio, 50.000 muertos y más de 100.000 heridos?
Por último, cada día se hace más evidente que los intereses del Presidente Donald Trump no son ni la paz, ni la seguridad ni siquiera la política sino puramente comerciales.
Sumamos todas estas evidencias veamos algunas posibles conclusiones. Primera, que se niega deliberadamente lo evidente para no tener que asumir las responsabilidades y consecuencias derivadas de su aceptación. Segunda, que, aun aceptándose la evidencia, las cosas son como son. Tercero, que la imbecilidad es contagiosa y ¡todos somo imbéciles! pero como escribió Voltaire “La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.”
No podemos apelar a la duda, como Descartes lo hizo, ya no. Porque estamos ante evidencias que como el Diccionario de la Academia de la Lengua Española dice son certezas claras y manifiestas de las que no se puede dudar.
Será por eso por lo que recurrimos a utilizar eufemismos y no hablamos de corrupción sino de anécdotas, ni de genocidio sino de indicios incumpliendo de obligaciones en materia de derechos humanos, ni de interese comerciales sino de paz y seguridad.
Quizá todo esto este sucediendo porque como afirmaba la filósofa y escritora rusa, nacionalizada estadounidense, Alisa Zinóvievna Rosenbaum (1905-1982) más conocida como Ayn Rad: Lo más difícil de explicar es aquello evidente que todo el mundo ha decidido no ver.