También prendieron la hoguera donde los potrosos purificaron y renovaron deseos
Un total de 130 vecinos se congregaron en Villar de la Yegua para conmemorar la noche de San Juan, una de las festividades más simbólicas del calendario popular, que este año coincidió en algunas localidades con la solemnidad del Corpus Christi, al celebrarse ambas en un mismo fin de semana.
Aunque la devoción a San Juan Bautista es especialmente arraigada en la subcomarca de El Rebollar, Villar de la Yegua, ubicada en subcamarca del Argañán quiso también celebrar el nacimiento de este único Santo con una jornada festiva que combinó tradición, gastronomía y rituales purificadores.
La cita tuvo lugar en la noche del 23 de junio, organizada por el equipo de gobierno municipal bajo la dirección de la alcaldesa Lucía Salicio. A las diez de la noche dio comienzo una concurrida parrillada popular, a la que asistieron 130 personas inscritas previamente y previo pago de 10 eruros. Los vecinos compartieron mesa y celebración en una velada marcada por el simbolismo del fuego: una gran hoguera fue encendida como gesto de renovación, donde los potrosos quemaron objetos viejos y, con ellos, malos augurios, mientras se formulaban deseos al calor de las llamas. No faltaron los dulces tradicionales, entre ellos las reconocidas “rosquillas de Alicia”, que acompañaron la sobremesa junto al fuego.
A medianoche, el repique de campanas rompió el silencio del pueblo para anunciar el nacimiento del primo de Jesús, marcando así el momento más espiritual de la noche.
La festividad continuó el martes 24 de junio, día del santo, con una misa solemne y una posterior procesión en la que la imagen de San Juan recorrió las calles del municipio al son de la gaita y el tamboril. Finalizado el acto religioso, el Ayuntamiento ofreció un convite a todos los asistentes de forma dádiva en un gesto de hospitalidad que reforzó el carácter comunitario de la jornada.
Las actividades concluyeron con propuestas para todas las edades: los más pequeños disfrutaron del espectáculo de cuentos ofrecido por Kamaru Trato, y la jornada culminó con la música del dúo Samuray, que animó la plaza hasta la caída del sol, poniendo el broche festivo a una noche mágica en la que el fuego y la tradición volvieron a hermanar al pueblo.