OPINIóN
Actualizado 21/06/2025 09:13:12
Ángel González Quesada

Koldo García: Mira, si vienen aquí, ya sabes quién va a venir. Eso lo tengo claro. Si viene aquí, tienes a la Ainara. ¿Cómo es? - José Luis Ábalos: (murmura algo ininteligible) - K. G.: A la Ariatna, que está bien, que está recién, está bien, está perfecta. - J. L. Á: Y la colombiana. - K. G.: Y la colombiana nueva. - J. L. Á.: Y la otra (ininteligible) - K. G.: No, si yo quiero la otra también, pero era porque cambiaras tú. Pero a ti te gusta más Ariatna. - J. L. Á.: No sé, la Carlota, se enrolla que te cagas. - K. G.: Pues, la que tú quieras. O Ariatna y Carlota, y a tomar por culo. - J. L. Á.: No, era por conocer. (Fragmento grabado de conversación entre Koldo García y José Luis Ábalos, en los documentos de investigación la UCO).

Una vez más, se anuncia por el gobierno español la presentación al Parlamento de un proyecto de ley de abolición de la prostitución, tema que en el pasado reciente ya enfrentó a los diversos miembros de la coalición gubernamental y que, es de suponer, volverá a encender las rivalidades (no solo políticas) cuando el proyecto sea debatido.

La abolición legal de la prostitución es una necesidad perentoria en cualquier sociedad digna e igualitaria, y la persecución de cualquier comercio de personas, (mujeres principalmente), de traficantes, chulos de toda índole, clientes (puteros) y toda la red hostelera relacionada con la prostitución, no puede más que concitar el apoyo de cualquiera cuya sensibilidad humana y elemental talla moral lo haga digno de la convivencia.

Pero no será así. Los rentistas de la prostitución volverán a aprovecharse en su beneficio de esa absurda postura, disfrazada de reivindicación progresista, que dice considerar la prostitución como un digno medio de trabajo. Una aberración tan clamorosa como la utilización, venta o alquiler de la integridad y la dignidad de una persona (casi siempre con grandes carencias económicas, sociales o de acceso a los mecanismos de la igualdad) no puede ser considerado nunca un medio de trabajo.

La consideración de la prostitución como una forma de actividad laboral, incluso con prevenciones de tipo sanitario, sindical y de encuadre profesional, como de forma tan dogmática como ingenua defiende cierta parte de la izquierda política, es un error enorme. Y ese error, esa ceguera a cómo el mundo es hoy, se encuadra y alinea con otras falsas servidumbres del progresismo (del marxismo y sus principios, tan necesario en tanto hoy todavía), tales como el tratamiento y concepción del fenómeno migratorio, la integración y reconocimiento de colectivos minoritarios, la diversidad y sus enseñanzas o la argumentación coherente del nacionalismo y sus prismas, pretendiendo una “pureza” ideológica tan atávica como inoperante, y que son la causa directa de la disolución de la coherencia política y la división de una izquierda que tanto beneficio social lograría si aprendiera a leer el mundo con luz menos dogmática.

Bienvenida sea la propuesta de abolición de la prostitución que ojalá signifique para este país un espejo frente a su propia vergüenza. Aunque en un país mayoritariamente machista como España, la prostitución, uno de los principales afluentes del patriarcado, será difícil de abolir sin plantear paralelamente una serie de medidas de largo aliento y sostenidas en el tiempo, de tipo educativo y de comportamiento a todos los niveles (legales, prohibitivas, punitivas, sancionadoras, de exclusión y de control), que enfrenten el patrimonialismo machista institucional y que inciten la denuncia por convencimiento y el rechazo por persuasión de un machismo baboso y silente, cómplice y mercader, germen y fundamento de ese inmenso envilecimiento para todos que es la prostitución.

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