Con ocasión de un reciente ciclo de conferencias que la Presidencia de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática ha realizado para los profesionales de algunos Colegios Oficiales de Psicología y Medicina, los seguidores de este ciclo hemos tenido la oportunidad de conocer la situación general del enfoque psicosomático en el ejercicio de la Medicina y de la Psicoterapia.
El principio básico de que toda patología física está en su aparición y desarrollo influenciada por el estado emocional del paciente, y por lo tanto los tratamientos médicos (y las psicoterapias) deben siempre tener presente los aspectos emocionales que condicionan los procesos de enfermedad, aún está en significativa minoría tanto en la Medicina como en la Psicología de nuestro país.
A pesar de que la investigación en neurociencias, psiconeurología, epigenética… está descubriendo cada día nuevos datos en la interacción del comportamiento neuronal y las emociones del individuo, el peso que siglos de dualismo entre la mente y el cuerpo ha tenido en nuestra imagen del ser humano, hace que este dualismo siga en los cimientos de la ciencia médica y en la organización de hospitales, centros de salud y facultades de medicina y de psicología.
Muchos profesionales e investigadores, a la hora de interpretar los resultados de sus trabajos siguen con el “constructo” de que en la interrelación de datos físicos y biológicos con los datos psicológicos, los primeros tienen el carácter de etiología de los segundos. Por poner un ejemplo conocido, siguen afirmando que el nivel de serotonina produce el estado depresivo de los enfermos depresivos.
En resumen, estimada/o lector, si usted está en tratamiento con algún especialista por algún proceso mórbido de su aparato digestivo, circulatorio, endocrino, de la piel, pulmonar, etc. o diagnosticado de fibromialgia, cardiopatía, tensión arterial alta o cualquier otro diagnóstico médico o incluso de algún trastorno mental, estadísticamente tiene muy pocas posibilidades de que su médico le pregunte y se interese por cómo le va en su vida afectiva, sexual, familiar o laboral. Pues en la formación y en la organización cotidiana de la atención médica esos campos pertenecen a otros especialistas, a otro edificio de consultas distinto, a otra consulta.
Tendrán que pasar varias generaciones para que este punto de vista psicosomático del enfermar humano llegue a normalizarse.