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Actualizado 06/06/2025 13:27:36
María Fuentes

Torres desgrana el rico legado de la Orden en la ciudad, su presente y el impacto del nombramiento de Robert Francis Prevost hace justo un mes, un hermano agustino, como Sumo Pontífice

El nombramiento del cardenal Robert Francis Prevost como nuevo Papa (Papa León XIV) justo hoy hace un mes supuso una ‘inmensa alegría’ y, en cierto modo, una ‘sorpresa’ para la familia agustiniana mundial, y muy especialmente para su comunidad en Salamanca. A punto de cumplirse el primer mes de este pontificado, Jesús Torres, actual prior de los Padres Agustinos en Salamanca, comparte en una entrevista en SALAMANCArtv AL DÍA lo que significa la orden en la ciudad, su organización, sus valores y la figura de un Papa al que conoce bien. “Que nombren Papa a una persona con la que te has codeado, con la que has convivido, con la que has reído, con la que has tomado café, con la que has compartido tareas pastorales, como es mi caso también, pues es algo que no te lo acabas de creer”, confiesa Torres, reflejando un sentimiento que aún está ‘interiorizando’.

Salamanca, cuna agustiniana: un legado de siglos

La vinculación de los Agustinos con Salamanca es antigua y profunda. "Salamanca es una ciudad agustiniana", afirma con rotundidad el prior, evocando las palabras del padre Miguel Ángel Orcasitas, historiador y amigo del nuevo Papa, quien definió el antiguo convento de San Agustín –cuyas ruinas son hoy parte del Jardín Botánico– como “el convento más importante de toda la historia en todos los lugares del mundo” para la orden. De él salieron figuras como Santo Tomás de Villanueva, San Juan de Sahagún (patrón de Salamanca) y San Alonso de Orozco, además de personalidades de la talla de Fray Luis de León. “Decir Fray Luis de León, ya es decir casi todo”, subraya Torres.

Este convento, que albergó ‘50 o 60 catedráticos de la universidad durante varios siglos’, fue destruido por las tropas napoleónicas hacia 1810-1812, dejando una huella imborrable en la zona conocida por muchos como “los caídos”.

Los orígenes, no obstante, se remontan al siglo XII o XIII, a un grupo de monjes que vivían según la regla de San Agustín al otro lado del río, cerca de la actual Fundación Rodríguez Fabrés. Tras la destrucción napoleónica y un breve retorno, la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX supuso una nueva pérdida. “Ahí ya se perdió todo y no hemos vuelto a tener nada” en ese emplazamiento original, lamenta el prior.

La presencia agustiniana resurgió en el Real Colegio de Calatrava, gracias al impulso del padre Tomás Cámara, obispo agustino de Salamanca. “Allí tuvimos un colegio durante, aproximadamente, 40 años, desde 1911 al 40, más o menos”, recuerda Torres. De aquella etapa destaca la figura del padre César Morán, “un arqueólogo famoso” con importantes trabajos sobre Salamanca y Portugal.

Tras un nuevo periodo de ausencia, un grupo de profesores universitarios agustinos se instaló en una casa en la calle La Rúa, frente a la actual galería Ars, sentando las bases para la ‘refundación’ de la presencia estable con el Colegio San Agustín, cuya primera piedra se colocó hace 70 años y se abrió al público en 1959, impulsado por el entonces prior provincial, padre Luciano Rubio.

Un lugar emblemático en la historia agustiniana salmantina es también La Flecha, la finca cercana a Cabrerizos donde Fray Luis de León compuso parte de su obra. Aunque hoy es una finca particular perdida en la desamortización, el prior ve potencial para “un centro de interpretación o algo parecido”, lamentando que los intentos por dignificar el lugar hayan tenido “muy poco éxito”.

Actualmente, la principal presencia de la Orden de San Agustín (OSA) en Salamanca se articula en torno al Colegio San Agustín. “Hoy, lo que tenemos en Salamanca es una comunidad, una comunidad de Agustinos”, explica el prior. Esta comunidad está formada por 11 religiosos agustinos. Además, el mismo edificio acoge una ‘pequeña residencia para mayores nuestros’, que vienen de distintas casas de España, donde residen otros 10 o 12 padres agustinos. “Da para todo”, comenta con una sonrisa sobre la amplitud de las instalaciones.

El Colegio San Agustín, que comenzó como convento de estudiantes de teología y luego seminario menor –donde el propio Jesús Torres estudió con 11 años, al igual que el Papa León XIV en un centro similar en Chicago–, evolucionó para acoger alumnos externos, primero chicos y, desde los años 80 (aproximadamente 1982), también chicas, convirtiéndose en mixto. El internado-seminario se cerró hace unos 10 años. Anexa al colegio, aunque ya integrada administrativamente, se encuentra la que popularmente se sigue conociendo como “la guardería”, hoy un centro de educación infantil. “Estamos muy satisfechos de cómo está funcionando y, sobre todo, la acogida que tiene en la población salmantina”, asegura Torres.

Más allá de la labor educativa, la comunidad agustina colabora activamente con la diócesis de Salamanca, especialmente necesitada de sacerdotes. “Hace unos meses, yo fui, en nombre de la comunidad, a ofrecer al obispo echar una mano”, relata Torres. Como resultado, los agustinos atienden pastoralmente cuatro pueblos: Calzada de Don Diego, Barbadillo, Royal y Galindo y Perahuy, donde ejercen como párrocos debido a la enfermedad del sacerdote titular.

Evangelizar desde la cultura y la comunidad: el carisma agustino

La misión fundamental de los Agustinos es ‘evangelizar, anunciar a Cristo’, como ha recordado recientemente el Papa León XIV. Sin embargo, cada orden tiene un ‘carisma’, un toque distintivo. “Nosotros, sobre todo, evangelizamos a través de la cultura”, explica el prior. De ahí la importancia de los colegios y centros universitarios.

El otro pilar del carisma agustino es la comunidad. “El Papa ha hablado ya estos días mucho de eso. Porque, claro, él es Agustino hasta la médula”, comenta Torres. El lema agustiniano, “Un alma sola y un solo corazón unidos en Dios”, extraído de la Regla de San Agustín, impregna su forma de vida y su apostolado. “Donde hay un agustino está la comunidad de los agustinos. Yo no me represento solo ni a mí mismo”, enfatiza.

De estos pilares emanan los valores que buscan transmitir, especialmente a las nuevas generaciones. Destaca la amistad: “San Agustín decía que no se puede vivir sin amigos”, y que las dos cosas fundamentales en la vida eran “tener buena salud y un buen amigo”. Otro valor crucial es la interioridad. Citando a Juan Pablo II, quien instó a los agustinos a ser “maestros de interioridad”, Torres la define como “vivir desde dentro”, un “turismo interior” en contraposición a la superficialidad. “In interior e homine habita veritas (en el interior del hombre habita la verdad)”, recordaba San Agustín. La solidaridad y, siempre, la comunidad, completan estos valores fundamentales.

León XIV: Un Papa agustino, cercano y con experiencia misionera

La elección de Robert Prevost como Papa León XIV fue recibida ‘con muchísima alegría, con mucho gozo’ y “no con poca sorpresa” en la comunidad agustiniana salmantina. Aunque su nombre sonaba “un par de días o tres antes”, no estaba entre los principales “papables”. “Recuerdo comentar en la comunidad el día anterior, bueno, y si sale papa, ¿qué nombre se pondrá? Oh, igual se pone Agustín”, rememora Torres entre risas.

El prior, que ha compartido numerosos momentos con el nuevo Papa –”encuentros con jóvenes en Madrid, en Italia, compartiendo, riéndonos, celebrando misa”–, lo describe como “una persona muy normal”. Esta normalidad es, para Torres, su cualidad más destacada. Además, es “muy cercano, muy cordial, tiene muy buen humor sabe escuchar”. Esta capacidad de escucha y diálogo, unida a su cordialidad –”que viene de corazón”–, son rasgos que, según el prior, “le van a favorecer mucho para su tarea”.

El Papa León XIV conoce bien Salamanca, ciudad que ha visitado “por lo menos 6 u 8 veces”. Estas visitas se produjeron principalmente durante sus 12 años como Prior General de la Orden (2001-2013), cuando visitó comunidades y presidió capítulos provinciales. También la visitó en viajes de estudiante, existiendo “fotos muy curiosas con él, con 20, 22 años, por ejemplo, haciendo la ruta del Cares, en Asturias”. Sus orígenes españoles por parte de abuela y su perfecto castellano, pulido durante sus más de 20 años como misionero en Perú, facilitan su conexión con España.

Precisamente, esa faceta misionera es crucial. “Este hombre ha pisado el barro, ha conocido la necesidad de primera mano, ha convivido con el mundo campesino e indígena de allá de Perú”, subraya Torres, quien también fue misionero durante 9 años en Panamá y conoció a Prevost en la misión de Tolé. Esta experiencia en Chulucanas y como obispo en Chiclayo (Perú) le proporciona “un bagaje y una visión de lo que es la iglesia, que yo creo que él tiene bastante clara y amplia”, y le permitirá tener “una visión clara de la realidad”. El lema de su escudo, que incluye el corazón y el libro agustinianos, refleja su compromiso con la “unidad en la diversidad”.

Desafíos para los agustinos y la Iglesia en el siglo XXI

Para los Agustinos de Salamanca, el principal desafío es “ser fieles al carisma que hemos profesado”, manteniendo la espiritualidad agustiniana y transmitiendo sus valores –comunidad, amistad, servicio– “no tanto de palabra y con folletos muy bonitos sino con nuestra vida”. Se trata de “contagiar” con el ejemplo, “que la gente pueda decir, mira a los agustinos cómo viven”.

A nivel de la Iglesia universal, los retos son igualmente profundos. El primero, “ser fiel a su fundador, que es Cristo”, y a su misión: “evangelizar”. Un reto importante es “poner a los laicos en su lugar”, reconociendo que todos son iguales por el bautismo, sin clericalismos ni “príncipes”. También es crucial “evangelizar la cultura” actual desde la humildad, “quitar de la iglesia todo atisbo de poder” y mostrar que está “para servir”. La acogida, como proclamó el Papa Francisco en la JMJ de Lisboa –donde León XIV le acompañaba– con el lema “todos, todos, todos”, es fundamental. Finalmente, Torres destaca la necesidad de “conjugar la tradición con el cambio”, adaptándose a los tiempos nuevos “sin desprestigiar ni perder la esencia de la tradición”, porque “2000 años de historia no se pueden echar en saco roto”.

El propio Jesús Torres, con una trayectoria de más de 30 años vinculado a Salamanca en diversas etapas –como alumno del seminario menor, como sacerdote, como profesor durante tres décadas (ahora jubilado, pero encargado de pastoral) y como prior en dos periodos, el actual desde septiembre de 2024–, encarna esa continuidad y adaptación de la presencia agustiniana. Una presencia que, con la alegría de un Papa surgido de sus filas, sigue mirando al futuro con la solidez de una historia centenaria y el compromiso renovado de servicio a la Iglesia y a la sociedad salmantina.

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