Las operaciones de acoso y derribo dirigidas por la derecha y la extrema derecha política, económica, mediática y cultural contra el gobierno de Pedro Sánchez, fabricadas con bulos, presunciones y sospechas, constituyen un recurso agónico y miserable utilizado por Feijóo exclusivamente para poder salvar su pellejo ante la espada de Damocles que se ciñe sobre él por los auténticos dueños y señores de las corrientes ultraconservadoras, es decir, de los que mueven los guiñoles, antaño de Casado y hogaño, de Feijóo: Agruirre, Ayuso, Aznar y los sectores ultra católicos, como la Fundación Neos que preside el ex ministro del PP, Mayor Oreja, que priorizan las teorías del creacionismo sobre las de la evolución de Darwin, sostenidas por la ciencia y la investigación humanas.
Y una manifestación más de la ansiedad que padece Feijóo, la ha exteriorizado este jueves cuando, por enésima vez, ha vuelto a convocar una manifestación contra el Gobierno para el próximo 8 de junio, además de plantear a los socios de éste que se muestren favorables al apoyo de una hipotética moción de censura en la que la alternativa al presidente Sánchez, sea él mismo, Feijóo, un líder político de “paja”, que ahora sí parece querer ser presidente del gobierno y al precio que sea. Bueno, la verdad es que siempre lo quiso ser, incluso practicando una esquizofrenia política que permanentemente ha querido ocultar, ya que la realidad demuestra que a Feijóo le ocurre como a Aznar, quién pasó, en una noche –con la victoria electoral de marzo de 1996- de aceptar las proclamas de sus correligionarios en la calle Génova cuando gritaban ¡“Pujol, enano, habla castellano”!, a corregir pocos días después, asumiendo en privado la proclama contraria, es decir, la de ¡”Pujol, guaperas, habla como quieras”!, es decir, que Feijóo siempre ha estado dispuesto a hacer lo que le pidieran sus hipotéticos socios con tal de acceder a la presidencia del gobierno –incluso a aprobar una ley de amnistía que tanto demonizaba públicamente después cuando fue adelantada por Pedro Sánchez, quién siempre se ha adelantado a Feijóo en todo.
Es evidente que la derecha y la ultraderecha de PP y VOX están perfectamente coordinadas con sus corrientes mediáticas en el ámbito político, económico, social, cultural, policial y judicial, porque, en primer lugar, lo que sucede es que surge en uno de sus medios de comunicación una noticia sesgada consistente en hechos que, en sí, no determinan conductas delictivas, sino indicios, sospechas, datos claramente tendenciosos contra el presidente del gobierno, ministros, cargos públicos socialistas o familiares de unos y otros, con la intención de que la opinión pública asimile esos datos como indicios que posteriormente utiliza una entidad, asociación u organización (de la talla de Hazte Oír, Manos Limpias o Abogados Cristianos) que con recortes periodísticos ambiguos, incoherentes, vagos o imprecisos -sin que puedan acreditarse objetivamente- interpongan denuncias y querellas contra esos miembros del gobierno, familiares o amigos, ante magistrados ideológicamente afines a esa derecha y ultraderecha, quienes, sin ningún tipo de escrúpulo, decretan la apertura de diligencias judiciales, que avanzan lo suficiente para que una vez más los anteriores medios de comunicación afines vuelvan a masticar la noticia tendenciosa que siga calando en la opinión pública una sensación de corrupción generalizada entre el Gobierno y su entorno. Estas noticias son utilizadas inmediatamente -apenas se divulgan- por los líderes políticos conservadores y ultraconservadores afirmando –ahora ya con absoluta rotundidad- que lo publicado es una prueba inequívoca e irrefutable de haber cometido hechos delictivos execrables que acreditan esa corrupción generalizada del presidente del gobierno y todo su séquito. Se saben muy bien la lección, “calumnia que algo queda”. Y así, una y otra vez, mentira tras mentira, Goebbels –ministro de la propaganda nazi- conseguía transformar la realidad y dirigirla hacia donde quería, repito, sin datos objetivos y sin pruebas.
Y todo, absolutamente todo, para tapar hechos que sí son realmente graves y que son indicativos de una podredumbre moral evidente: actos presuntamente delictivos de Ayuso con las muertes de miles de ancianos en residencias a quienes no quisieron trasladar a hospitales donde podrían haberse salvado en plena pandemia de la covid-19, hechos supuestamente delictivos del hermano de Ayuso por los que pudo lucrarse con negocios también presuntamente delictivos que en su día quiso destapar Pablo Casado -hechos que le costaron el puesto-, fotografías publicadas de Feijóo, cuando éste era ya un cargo público relevante, en las que se acreditaba una amistad muy sospechosa con uno de los capos más conocidos del narcotráfico español que cumplió años de condena por ello en las cárceles, desatención de las emergencias de un presidente regional que tenía el deber de atenderlas el día de la DANA, en el que, por esa desatención, murieron cientos de personas anegadas en viviendas, locales y vías pecuarias de Valencia, no sabiendo a día de hoy, 7 meses después, donde estuvo el presidente valenciano durante esas horas cruciales en las que tuvo que actuar de una manera, -porque era absolutamente necesario- y no lo hizo, declaraciones en sede judicial que acreditan contradicción entre el novio de Ayuso y su abogado, en relación con los presuntos hechos delictivos por los que inmediatamente ha sido procesado o ingresos en prisión de ex altos cargos de gobiernos del PP en estos últimos días, como el ex secretario de Estado de Seguridad del gobierno de M. Rajoy, por hechos presuntamente relacionados con casos de corrupción. Pero todo esto -que son hechos objetivos, claros, concretos y determinantes- se quiere desviar por parte de Feijóo para intentar salvar “su pellejo”, porque ve que se le esfuma cada día más la posibilidad de ser algún día presidente del gobierno, su única obsesión, claramente enfermiza, aunque no lo demuestre, aunque no lo diga, aunque con su “zorrería política” demuestre todo lo contrario.