ALBA DE TORMES
Actualizado 26/05/2025 20:19:30
Roberto Jimenez

Sus testimonios reflejan la intensidad espiritual vivida junto a peregrinos de todo el mundo en la villa ducal.

Alba de Tormes pone hoy el punto y final a quince días de una intensidad espiritual resonarán largamente en la memoria colectiva. En el epicentro de esta vivencia, ligada a la veneración del cuerpo de Santa Teresa de Jesús, dos voluntarios, Carmen Vicente Martín y Jorge Jiménez, no solo han sido testigos privilegiados, sino también protagonistas de un momento singular: portar las llaves del sepulcro de la Santa Andariega durante la procesión con la urna de plata. Sus testimonios, cargados de sentimiento, desvelan la profunda huella de una experiencia que definen como un “gran honor” y un “privilegio”.

Para Carmen Vicente Martín, formar parte de este acontecimiento histórico, por la confianza depositada tanto por las Madres Carmelitas como por Miguel Ángel, fue el inicio de un camino inolvidable. “Yo para mí ha sido un gran honor la confianza que han depositado en nosotros”, confiesa, subrayando que lo más trascendente fueron “las emociones que hemos vivido con la gente que venía de fuera”.

Carmen relata conmovida los encuentros con peregrinos, como los llegados de Paiporta “que venían con una santa”, o la interacción con “un niño que era muy especial también”. Estos momentos, describe, “nos han hecho emocionarnos mucho y vivir algo inevitable, pero vamos que era algo sorprendente”. La sensación de estar en el corazón de tanta fe es algo que, asegura, es difícil de transmitir en su totalidad: “La gente no se imagina el privilegio que hemos tenido estar ahí con todos estos peregrinos que venían y nos agradecían todo lo que estábamos haciendo”.

Un honor tangible: las llaves del sepulcro

El culmen de esta vivencia para Carmen y Jorge llegó con un acto de profunda carga simbólica. “Y hoy muy especial lo de llevar las llaves, pues ha sido un honor para los 2 poder llevar esas llaves que abrían el sepulcro”, explica Carmen.

La experiencia compartida ha forjado lazos fuertes entre quienes colaboraron. “Esperamos que las emociones que hemos vivido las podamos transmitir a todos y que todo el mundo sepa las experiencias que hemos tenido”, añade Carmen, destacando que “creo que todos los voluntarios hemos hecho una gran familia y hemos compartido momentos inolvidables”. Un sentimiento de comunidad y propósito compartido que ha enriquecido, sin duda, la labor de cada uno.

Jorge Jiménez, por su parte, califica estos días como “únicos, especiales y muy emotivos”. Desde su perspectiva, la Basílica de la Anunciación fue testigo de la llegada de “un montón de fieles de todas las nacionalidades a conocer a la Gran Santa, una gran mujer, una gran santa y una gran doctora, como es Santa Teresa de Jesús”. La universalidad de la devoción teresiana se hizo patente, congregando a personas movidas por una fe profunda.

Para Jorge, el mayor enriquecimiento provino de observar de cerca esa devoción. “Se ha podido ver, pues esa fe que les han traído aquí a esta basílica de la Anunciación, pues acercarse a arrodillarse y a pedir, pues por sus familiares, por alguna necesidad urgente que necesiten”. Ser testigo de estas manifestaciones tan íntimas fue profundamente conmovedor: “Entonces lo que nos ha permitido, pues es ver esas emociones de miles de peregrinos a flor de piel, que nos ha hecho muchas veces emocionarnos a nosotros mismos”.

Conectar con Teresa para llegar a Jesús

Más allá de la emoción palpable, Jorge subraya la dimensión espiritual de la experiencia. El contacto con la figura de Santa Teresa, incluso en el silencio de la oración, ha sido una vía para profundizar en la fe. “A mí me parece que a la mayoría de los fieles y devotos de Santa Teresa, pues a conocerla más a ella, acercarnos más a Teresa de Jesús para llegar a Jesús”. Esta búsqueda de una conexión más honda con lo divino a través de la mística castellana ha sido una constante para muchos peregrinos y voluntarios.

Al igual que Carmen, Jorge considera su participación “un privilegio”. Expresa su gratitud “tanto a las madres carmelitas como a Miguel Ángel por estar ahí, por llevar a cabo, un reto que tenía toda la orden y por tanto nosotros como colaboradores, pues lo hemos llevado a cabo”. La culminación de este esfuerzo colectivo ha dejado una sensación de misión cumplida y de profunda satisfacción personal .

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