ALBA DE TORMES
Actualizado 19/05/2025 21:59:10
Roberto Jimenez

En la homilía por su aniversario de ordenación, el párroco de Alba de Tormes instó a orar por los sacerdotes y a mirar a la Santa Doctora como guía ante la escasez de vocaciones y una sociedad "cada vez menos cristiana".

En la misa de ocho, en la Basílica de la Anunciación, que durante más de cuatro siglos ha custodiado las reliquias de Santa Teresa de Jesús, el párroco de Alba de Tormes, Emilio Vicente, ha lanzado una profunda reflexión sobre los desafíos contemporáneos de la fe y el sacerdocio. Durante la homilía de la misa celebrada a las 20:00 horas de este lunes, coincidiendo con el aniversario de su propia ordenación, Vicente no se centró en la efeméride personal, sino que elevó la mirada hacia los "tiempos recios" que, según sus palabras, atraviesa la Iglesia, instando a una renovación de la fe y la audacia inspirada en la propia Santa Doctora.

La celebración se convirtió así en un espacio para la acción de gracias, pero fundamentalmente para la oración y el discernimiento. "Quisiera que esta celebración fuera motivo para orar por los sacerdotes, por mí, por el padre Miguel Ángel, por el padre provincial, por los 2 sacerdotes que nos acompañan, que concelebran con nosotros, venidos de Murcia de Tarragona y por todos los sacerdotes", expresó Vicente al inicio de su intervención, marcando el tono de una homilía que resonaría con urgencia y esperanza.

Tiempos recios y la llamada a la oración en una sociedad cambiante

El párroco de Alba de Tormes no eludió la crudeza del panorama actual. "Ahí os invito con fuerza, porque afrontamos tiempos duros, tiempos recios, de escasez, evocaciones sacerdotales, de incomprensión, de tener que discernir muy bien los pasos que damos, las decisiones que tomamos en una sociedad cada vez menos cristiana", afirmó con vehemencia. Esta descripción de la realidad eclesial y social subraya la dificultad de la misión sacerdotal en un contexto de secularización creciente y escasez de nuevas vocaciones. Sin embargo, lejos de caer en el desánimo, Vicente vislumbró en estos desafíos una oportunidad: "A la vez, van a ser unos tiempos apasionantes para nosotros".

Esta pasión, sugirió, debe canalizarse hacia la puesta en práctica de las directrices del Concilio Vaticano II, especialmente en aquellos aspectos que, como señaló, "al menos en materia litúrgica, no se ha realizado". La necesidad de adaptación y fidelidad creativa se presenta como un camino ineludible para la Iglesia del siglo XXI.

Santa Teresa: Faro en la tempestad del siglo XVI y referente imperecedero

En este contexto de búsqueda y renovación, la figura de Santa Teresa de Jesús, cuyas reliquias principales reposan en Alba de Tormes, emerge con una fuerza inspiradora. "Santa Teresa nos da ejemplo de audacia, tesón y fidelidad a Cristo y a la Iglesia en aquellos tiempos suyos también difíciles, tiempos de cambio, que fue el siglo XVI, la reforma luterana al Concilio de Trento", recordó el sacerdote. La reformadora del Carmelo, doctora de la Iglesia, se presenta no solo como patrona de la diócesis salmantina, cuya imagen "se encuentra en multitud de parroquias por todo el territorio", sino como un modelo atemporal de respuesta cristiana ante las crisis.

La veneración de los salmantinos hacia la Santa es, para Vicente, un signo del cariño y la profunda conexión espiritual que perdura a través de los siglos. Su vida y obra son un testimonio de cómo enfrentar la adversidad con una fe inquebrantable y un compromiso activo con la reforma y la vivencia auténtica del Evangelio.

El ejemplo de los apóstoles: Predicación y humildad ante la adversidad

Para ilustrar la perseverancia necesaria en la misión evangelizadora, Emilio Vicente recurrió a la lectura de los Hechos de los Apóstoles, específicamente a las peripecias de Pablo y Bernabé. Estos dos apóstoles, al predicar el evangelio en Iconio (actual Konya, en Turquía, una ciudad que el propio Vicente conoció siguiendo la ruta de San Pablo y que hoy cuenta con más de dos millones de habitantes frente a la veintena de cristianos actuales), se encontraron con "la oposición de judíos y no judíos". La razón de esta hostilidad, según el párroco, radicaba a menudo en el temor a "perder su posición económica, su poder, su influencia social", un eco de las resistencias que enfrentó el mismo Jesús.

A pesar de las dificultades, Pablo y Bernabé continuaron su labor en otras ciudades. Sin embargo, el episodio de la curación del cojo por el apóstol Pablo sirvió a Vicente para advertir sobre otro peligro inherente al ministerio: "el endiosamiento". Explicó cómo, tras el milagro, "el gentío tomó a Pablo por dios. Aquellas multitudes acostumbradas a la idolatría hacen dioses a Pablo y Bernabé". La reacción de los apóstoles fue ejemplar: "Ellos, en vez de aprovecharse de la confusión y la buena fe de las gentes para su beneficio, intentan sacarles del error y les anuncian la buena noticia, el dios vivo, creador, salvador".

Este acto de humildad resuena con el salmo "No a nosotros, señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria", un sentimiento que, según Vicente, Santa Teresa también encarnó profundamente: "Lo mismo diría Teresa, no a mí, señor, la gloria, no a mí, sino a Jesucristo". Esta centralidad de Cristo, presente sacramentalmente en el sagrario –"aquí, a vuestra derecha", señaló el sacerdote, evocando el canto "De rodillas, Señor, ante el sagrario"–, es el ancla que previene la vanagloria y orienta toda acción pastoral.

Sabiduría teresiana: Guía para el camino de fe y la reforma interior

El párroco destacó cómo Santa Teresa, "aún viviendo en una época en la que las riquezas de los textos bíblicos y litúrgicos estaban casi totalmente ocultas a la mayoría por estar en un idioma desconocido", supo escuchar la voz del Espíritu Santo. Este Espíritu, como Jesús prometió a sus discípulos, "será quien nos enseñe todo, sí, ahora y siempre". El legado de la Santa mística es "impresionante", manifestado en sus escritos, en sus hijas las carmelitas descalzas y en toda la orden del Carmen. "Santa Teresa, con la luz del espíritu santo, ayudó a la Iglesia Católica en su reforma del siglo XVI y aún hoy", aseveró Vicente.

La Iglesia, continuó, se ve enriquecida "con los carismas de los santos y las aportaciones de todos, formando la comunidad de los discípulos de Jesús, unida, coordinada, fraternal". En este cuerpo eclesial, las palabras de Santa Teresa extraídas de "Camino de Perfección" adquieren una relevancia especial para los sacerdotes y fieles de hoy. Vicente se sintió "muy interpelado" por la advertencia teresiana: "mirad que no son tiempos de querer a todos, sino a los que vieres van conforme con la vida de Cristo". Una llamada al discernimiento y a la coherencia evangélica.

Asimismo, resonó con fuerza el consejo de la Santa para asegurar un buen camino espiritual: "procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo, y creer firmemente lo que tiene la madre santa iglesia, y a buen seguro que vais por buen camino". Un mensaje que, según el párroco, "vale para todos sacerdotes, monjas, fieles, frailes".

Intercesión por las vocaciones

La homilía culminó con una sentida invitación a la oración por las vocaciones sacerdotales, "afianzadas en la vocación cristiana bautismal". Emilio Vicente puso especial énfasis en "aquellas jóvenes que vivan su vida nueva recibida en el bautismo con la ayuda de sus padres y con la preciosa intercesión de Santa Teresa de Jesús, que aquí en este lugar entregó su alma a dios, hija de la iglesia".

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