ALBA DE TORMES
Actualizado 18/05/2025 07:28:47
Roberto Jimenez

El sacerdote Dehoniano, Manuel Briñón, destacó el legado de la Santa, el fervor de la Marcha Teresiana que recorre 17 pueblos desde hace 44 años, y profundizó en el significado del amor y la entrega hasta sus últimos momentos.

La Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes fue testigo, en la tarde del sábado 17 de mayo, de una homilía cargada de emoción y profundidad a cargo de Manuel Briñón, sacerdote dehoniano natural de la villa ducal. Ante los fieles congregados para venerar el cuerpo de Santa Teresa de Jesús, Briñón ofreció un discurso que partió de lo personal para adentrarse en la inmensidad del legado teresiano.

"A todos los que os habéis acercado hasta esta Basílica atraídos por Santa Teresa de Jesús, un cordial saludo. Cordial porque habla del corazón, desde el corazón y al corazón", comenzó el sacerdote, destacando el "privilegio enorme de contemplar y venerar el cuerpo de la mujer que fue, y nos muestra junto a él, el corazón que veneramos de continuo aquí su corazón transverberado. Fenómeno místico donde los haya. Símbolo perfecto del amor".

Un recuerdo personal y el eco del "Nada te turbe"

Briñón no ocultó su emoción: "Debo pedir perdón de antemano por lo que quisiera decir en estos momentos, y quizás por la emoción y respeto ante lo que significa para un hijo de esta villa de Alba de Tormes estar delante de esta preciosa reliquia (...) quizás no pueda decirlo bien". Confesó traer al corazón a sus seres queridos para quienes "tanto significó Santa Teresa".

El recuerdo de su padre se hizo presente al evocar el "Nada te turbe, nada te espante…lo repetía muchísimas veces mi padre ante los problemas de la vida, se agarraba a ‘Nada te turbe’". Para Briñón, "admirar, venerar y vivir para dar a conocer si es posible aún más a Teresa de Jesús, deja marca".

La Marcha Teresiana y la voz de los pueblos

Un lugar destacado en su homilía lo ocupó la Marcha Teresiana, "un regalo precioso que nos hace caminar con ella cada año hasta llegar a Alba en la fecha en que ella llegó definitivamente, víspera de san Mateo". Briñón quiso dar voz a los pueblos de la ruta de la calzada de Medina, que "desde hace 44 años reciben a la Santa con un cariño entrañable".

Así, mencionó uno a uno: "El Campillo, la recibe en su iglesia con sencillez y humildad; Brahojos, Bobadilla, Villaverde y Nuevavilla, salen al camino a comerse a besos la imagen de la Santa; Carpio, rememorando a tantos enfermos desde el primer año; Fresno el Viejo, es una acogida calurosa; Cantalapiedra, con sus monjas clarisas, un momento de cielo en la tierra; Villaflores y Poveda de las Cintas, en aquel pinar cantando siempre ¡Viva Santa Teresa!; Palaciosrubios, ejemplo de hospitalidad; Zorita de la Frontera, allí nos preparamos para el sacramento del perdón".

Especialmente emotivo fue el recuerdo de Aldeaseca de la Frontera, donde "en su iglesia recibimos el perdón de Dios porque a la Santa le gustaba confesarse y en la plaza del pueblo recordamos el momento que nos describe Ana de San Bartolomé de este viaje": «Fuimos de aquí [Medina] en una carroza, que llevó el camino con tan gran trabajo, que cuando llegamos a un lugarcito cerca de Peñaranda, iba la santa Madre con tantos dolores y flaqueza, que la dio allí un desmayo (...) para esto no llevábamos cosa que la poder dar, si no eran unos higos, y con eso se quedó aquella noche (...) consolábame ella diciendo que no tuviese pena, que demasiados de buenos eran aquellos higos, que muchos pobres no temían tanto regalo».

Continuó con "Nava de Sotrobal, descanso y fiesta por el regalo de ese día; Coca de Alba y Peñarandilla, son el cariño de la Tierra de Alba; Garcihernández, con la Santa aprendemos a preparar un compromiso para el año". A todos ellos les dijo: "Pues, queridos pueblos, esta es la mujer que recorrió vuestras tierras, teníais que estar de alguna forma aquí en esta ocasión tan particular y os presento ante ella".

La fuerza del amor ante el sufrimiento

El sacerdote reflexionó sobre las "grandes dolencias que tenía la Santa al final de sus días, algunas casi inexplicablemente soportadas". Se preguntó: "¿De dónde sacaba fuerzas esta mujer tan quebrantada para seguir en el tajo? Del amor a Jesucristo, ya que este amor era lo que la llevaba a estar siempre preocupada por sus hijas e hijos en sus muchas fundaciones, en la obra de la Reforma que el Señor le pidió. Esto nos lleva a admirarla más".

Subrayó que Teresa, con su mensaje "rabiosamente actual", quiere "enseñarnos cada año algo de Jesucristo, llevarnos a Él, decirnos a todos cómo podemos actuar, qué debemos hacer si ‘en amar consiste todo nuestro oficio’".

Un corazón enamorado y entregado

El amor fue el eje central de su reflexión: "Amar, amar. Amarle a Él para amar a los hermanos como Él nos ama". Citando el Evangelio, "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo…", afirmó que "Teresa de Jesús entiende esto a la perfección y toda su vida va a ser una entrega por amor a Dios".

Recordó los versos de la Santa: "Ya toda me entregué y di, y de tal manera he trocado que mi amado es para mí y yo soy para mi amado", y también: "¡Dichoso el corazón enamorado, que solo en Dios ha puesto el pensamiento!". Describió la transverberación como una experiencia de "amor de Dios siendo atravesada por el dardo del ángel, que penetra tan profundamente y la arrebata".

Las últimas palabras y la "muerte por amor"

Briñón evocó las últimas palabras de Santa Teresa en su celda de Alba de Tormes: "«¡Oh Señor mío y Esposo mío, ya es llegada la hora deseada! ¡Tiempo es ya que nos veamos, Señor mío! ¡Ya es tiempo de caminar; sea muy enhorabuena, y cúmplase vuestra voluntad! ¡Ya es llegada la hora en que yo salga de este destierro y mi alma goce, en uno con Vos, de lo que tanto ha deseado!»".

Introdujo el concepto de "Muerte por amor", citando la declaración de Ana de San Bartolomé en los Procesos de 1595: "le parece que lo que más la acabó fue el encendido y fervoroso deseo y amor que tenía a Dios nuestro Señor y ansia por verse con Él y gozarla, que la debilitaba y enflaquecía". Esta opinión, señaló Briñón, "será avalada definitivamente por la voz de la Iglesia en la Bula de canonización de la Santa".

Detalles del último viaje

El sacerdote también compartió pasajes sobre el último viaje de la Santa. Citó a Gracián: "Venía muy cansada del camino y fatigada de muchos dolores; y así, se acostó luego importunada de sus hijas, diciéndoles: «¡Oh, válame Dios, hijas, y qué cansada me siento y qué de años ha que no me acosté tan temprano! Bendito sea Dios que he caído mala entre ellas»". El día 29 se acostó para no levantarse más.

Relató cómo "el miércoles por la mañana la echaron unas ventosas sajadas (...) y desde esta hora comenzó a decir con mucho espíritu y repitiendo muchas veces estos versos: Cor contritum et humiliatum, Deus, non despides (...)". También sus palabras a las monjas antes de recibir el Santísimo Sacramento: "Hijas mías y señoras mías, por amor de Dios las pido tengan gran cuenta con la guarda de la Regla y Constituciones; y no miren el mal ejemplo que esta mala monja las ha dado, y perdónenmele".

Finalmente, recordó el testimonio de la Madre Juan del Espíritu Santo sobre la pregunta del Padre Antonio acerca de dónde quería ser enterrada: "«Madre, si Nuestro Señor fuere servido de... llevarla para sí, ¿qué quiere que hagamos? ¿Si quiere ir a Ávila, o es su voluntad de quedarse aquí?» Y ella respondió, volviendo el rostro a las monjas que estaban allí, y dijo: «¿Y aquí no me darán un poco de tierra?»".

Manuel Briñón concluyó pidiendo a Santa Teresa que "nos acerque al amor de Dios para llevarlo a los hermanos", y entonando el himno albense: "Teresa bendita, bello serafín, de Cristo la esposa, más bella y feliz, honor de Castilla y gloria inmortal del pueblo cristiano y de Alba Ducal. TERESA DE JESÚS…RUEGA POR NOSOTROS. AMÉN".

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