OPINIóN
Actualizado 10/05/2025 09:46:09
Julio Fernández

Sabemos a ciencia cierta que Feijóo no es todo lo feliz que desea aparentar públicamente dirigiendo a este PP atrabiliario y ancestral que quiere cabalgar por las calles españolas como si se tratase de Millán Astray y su séquito en los primeros días del golpe de Estado de 1936 que provocó la Guerra Civil española. Feijóo lo hace, además, en unos caballos cuya riendas actuales las controla la extrema derecha de VOX en todo el territorio nacional. Es a VOX a quién sigue fiel el PP nacional, dado que su máxima dirigente, esa “mujer de atrás”, Ayuso, amparada por los sectores más integristas de los poderes fácticos y los económicamente más pudientes, es seguidora acérrima de los postulados de esa derechona caciquil y casposa y de los ideales que han desplegado en la actualidad líderes mundiales como Trump o Milei.

Semanalmente, actos del PP y VOX prueban esa unión a la que están llegando en muchísimos asuntos relacionados con la calidad de vida de los ciudadanos y con las políticas sociales y económicas que mejoran los derechos sociales, laborales, educativos, sanitarios y asistenciales de los sectores más vulnerables de la sociedad. Esta semana, el PP y VOX han votado en contra del Decreto Ley que pretende paliar los efectos negativos de las políticas de aranceles de Trump, el conocido como “escudo anti aranceles” elaborado por el Gobierno recientemente. Una disposición normativa que pretende actuar de protector de la economía española, tanto a las empresas, como a los trabajadores, inyectando 15 mil millones de euros. Un escudo social que también han demandado los diferentes sectores de la actividad económica. Ya sabemos que PP y VOX quieren imponer un nuevo orden social, económico, político y cultural que pretende hacernos retroceder a la época del periodo de “entreguerras” en el que surgieron las políticas supremacistas y reaccionarias del nazismo y del fascismo y que provocaron la Segunda Guerra Mundial y el exterminio en los campos de concentración nazis. Feijóo se ha dejado arrastrar por Ayuso, Abascal, Trump o Milei y no es más que un guiñol en sus manos.

Lo más sorprendente es que los líderes de PP y VOX se consideran los auténticos patriotas. Son los que presumen sistemáticamente de portar banderas nacionales de España –se apropian descaradamente de la enseña nacional, que es de todos- como pulseras en las muñecas, en los teléfonos móviles, colgando del espejo retrovisor interior de los coches o de las cremalleras de las mochilas. Es una manifestación más de hipocresía, dado que cuando los políticos de la derecha tienen que “arrimar el hombro” para apoyar las reivindicaciones de los ciudadanos españoles o apoyar indemnizaciones como en el caso del Decreto anti aranceles, no lo hacen porque prefieren que España se hunda cuando ellos no gobiernan para transmitir al pueblo que son los “únicos” que defienden su país. Nada más lejos de la realidad. Lo que interesa a la derecha es única y exclusivamente llegar al poder; después, que los ciudadanos esperen sentaditos a que llegue el progreso y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

En al ámbito social y de reconocimientos de personas que sufrieron las consecuencias de la barbarie fascista y nazi en la Segunda Guerra Mundial, ahora que se cumple el 80 aniversario de la finalización de la misma, también sabemos que el PP une sus votos a VOX en municipios españoles para impedir que se homenajee a ciudadanos españoles que sufrieron las consecuencias de su deportación en los campos de concentración nazis, la mayoría en Mauthausen (Austria); concretamente se ha hecho en los municipios de Collado Villalba y Alpedrete, en Madrid, donde los representantes municipales e PP y VOX han rechazado la instalación de las famosas “Stolpersteine” (piedra de tropiezo, en alemán) que se están instalando en muchos países –ya se han colocado más de 100.000, también en España-, como también lo han hecho en otros dos pueblos, uno de Palencia y otro de Cantabria, lugares donde el PP vetó la colocación de sendas placas para recordar a sus vecinos deportados, humillados y torturados.

Y, desde luego, lo que ha caído como una bomba en las sedes de PP y VOX el jueves 8 de mayo ha sido la elección de Leon XIV como nuevo Papa. La elección del prelado norteamericano ha sido un gran acierto, dado que en su pontificado dará prioridad a la “doctrina social de la Iglesia”, que predicará por los derechos de todos, especialmente de las clases más desfavorecidas de la sociedad, por salarios justos de los trabajadores y por los derechos de las personas migrantes, esos grandes excluidos de las políticas neofascistas y totalitarias que quieren retomar los excéntricos líderes como Trump, Milei, Abascal, Feijóo o Ayuso. De hecho, ya se sabe que VOX utilizó todas sus armas (a través de sus círculos mediáticos) para tumbar al nuevo Papa e impedir, a toda costa, que resultara elegido. Además, también se ha sabido que el nuevo Papa, cuyo nombre de pila es Robert Francis Prevost, horas antes de ser elegido se encaró directamente -según una información que publica el periódico digital “elplural”- con “Infavaticana”, un medio de comunicación ultraconservador de información religiosa ligado a VOX. El medio acusaba al prelado de haber ocultado casos de abusos sexuales siendo obispo de Chicago. Ante ello, el nuevo Papa se encaró manifestando su “frustración y dolor” por estas graves acusaciones falsas e infundadas.

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