CULTURA
Actualizado 09/05/2025 10:27:06
Charo Alonso

Es la artífice de la Feria Municipal del Libro en la Plaza Mayor de Salamanca que se inaugura este sábado

Se convierte en mayo, maduro mayo, nuestra Plaza de todos en biblioteca donde florecen los libros, alzan las ramas la palabra y el arte y anidan la música y el teatro. Es el encuentro feliz de las páginas y las voces con los lectores y paseantes que le dan vida a este tiempo promisorio dedicado a una de las nuestras, a Carmen Martín Gaite. Y en medio de este equipo de bibliotecarios entregados, Isabel Sánchez oficia la cercanía, la excelencia, el encuentro feliz con una programación espléndida tras meses de trabajo. Ella y su equipo consiguen que la Plaza nuestra sea un foro de cultura con mayúsculas al sol del libro que se abre para hacernos vivir a la sombra de un árbol que planta una Isabel de raíz extremeña, savia portuguesa, ramas salmantinas y pasión compartida para el compromiso y la libertad desde la cultura. Porque todos los que conocemos, amamos y admiramos a Isabel sabemos de su tarea constante, de su renovado empuje para entregarnos la gavilla de su particular cosecha: años dedicados a la biblioteca cercana, a la programación cultural, a crear la magia en el relato de la música, el teatro, el cine, el lugar donde compartir y hacernos mejores. Bosque de letras, surco fecundo de biblioteca.

Charo Alonso: Oyéndoos hablar a Julio Alonso y a ti en Radio USAL de los tiempos primeros de las actuales bibliotecas municipales me emocioné. ¿Cómo viviste aquella implosión de vida?

Isabel Sánchez: Bueno, yo tenía poco más de 20 años, acababa casi de aterrizar en Salamanca desde mi Extremadura natal y, de repente, se abrió un mundo lleno de posibilida des para mí, una mente inquieta y curiosa, buscando un lugar en el que poder aprender y desarrollar todas mis inquietudes. Eran tiempos de beberse el aire a bocanadas, de poner en marcha muchos proyectos. Estaba todo por hacer en esta ciudad y el alcalde, entonces, era Jesús Málaga, un hombre culto, amante de la cultura con mayúscula que nos alentó a poner en marcha proyectos de alta calidad cultural y artística. Entré a formar parte del equipo de bibliotecas, que era un área del Servicio de Cultura, por entonces centralizado en la Casa Lis. Sólo el área de bibliotecas permaneció en el viejo Palacete en el que hoy continúa la biblioteca Gabriel y Galán. Al frente del equipo estaba Paco Bringas, una de las personas que más y mejor han hecho por la Red de Bibliotecas Municipales actual.

Hubo una serie de felices coincidencias: un equipo de gobierno que apostaba por la cultura de calidad y con perspectiva de futuro y un equipo bibliotecario con muchas ganas de hacer cosas y que trabajaba en permanente comunión con las áreas de teatro, de cine, de música, de plástica… Creo que fueron los mejores tiempos para sentar las bases de lo que ahora disfrutamos.

Ch.A.: Hablamos de una biblioteca municipal, ni escolar, ni universitaria, y con su sede principal en Garrido. ¡Un entorno muy especial!

I.S.: Las bibliotecas públicas son los espacios de toda la ciudadanía, no sólo de estudiantes. A nuestras bibliotecas acude gente de todas las edades, de todas las condiciones económicas, sociales y culturales, desde bebés a adultos mayores. Todas nuestras secciones y servicios se organizan pensando en todos ellos. No son lugares pensados para el estudio sino para la convivencia, para el intercambio de información, para el aprendizaje y para la comunicación intergeneracional.

Ch.A.: Como bien dijisteis Julio y tú, las bibliotecas ya no son un mero contenedor del libros al que vamos “a sacar” y el bibliotecario es el nuevo agente social y cultural.

I.S.: Desde hace mucho tiempo, las bibliotecas públicas se han convertido en espacios de encuentro y participación ciudadana. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de ellas y cada cual tiene sus intereses. Puedes venir a la biblioteca a coger en préstamo diversos tipos de documentos, a leer, a ver una película, a disfrutar del teatro, de un concierto, de un taller o de una conferencia. Puedes venir a un Club de Lectura o de Cine, a una tertulia filosófica o escuela de espectadores teatrales. Puedes utilizar sus espacios para reunirte, para ensayar, para presentar tu libro o para aprender idiomas. Nos faltan días en el año para todas las actividades que ofertamos o que nos solicita la ciudadanía.

Ch.A.: Es difícil pero resúmenos estos maravillosos años de Club de Lectura y de Biblioteca del Bosque, proyectos tuyos muy queridos.

I.S.: Ufff, muy difícil. Son dos cosas maravillosas que he tenido la suerte de vivir y compartir con grupos de gente increíble. Hemos pasado 25 años de Club de Lectura, de compromiso con la buena literatura, de viajes literarios por Lisboa, Granada, Córdoba, Mérida, etc. siguiendo los pasos de escritores y escritoras por diversos puntos geográficos, de encuentros con autoras y autores que nos han ido dejando huella. Los clubs de lectura son espacios protegidos del exceso de ruido mediático y de la mediocridad. La gente lee, comparte y se siente libre, respetada y acogida en sus opiniones. Cada lectora, cada lector, aporta su particular forma de entender el texto y es sumamente enriquecedor para el grupo. Y la Biblioteca del Bosque ha sido un proyecto cargado de ilusión. Intentando aunar literatura y naturaleza, que tanto tienen en común.Reunir a especialistas en botánica, zoología o medio ambiente con escritores de ficción, poetas, artistas musicales y teatrales o de la narración oral, nos demuestra que las fronteras, en la cultura y en el arte, son muy difusas. El conocimiento se nutre de más conocimientos, distintos y variados. Para ser bueno en algo hay que beber mucho y en muchas fuentes distintas.

Ch.A.: Sabido es tu compromiso, tu capacidad de entrega y tus lazos afectivos con el mundo de la cultura, así te vivimos los que te queremos.

I.S.: Bueno, yo no concibo mi vida sin los libros, sin la música, sin el cine, sin la naturaleza… Vivo constantemente dentro de un refugio que he ido construyendo a lo largo de mi vida y que, me ha hecho disfrutar tanto, que no tenía más remedio que compartirlo con la gente que me rodeaba. Lo mío no tiene mucho mérito. Sólo he querido contagiar mis pasiones. Y a alguna gente, que ha recorrido conmigo parte de este camino, les ha servido.

Ch.A.: Nos ha servido y sirve. Nos vamos a mayo, maduro mayo. Siempre queremos saber: ¿Cómo os las arregláis para organizar toda una Feria del Libro desde las bibliotecas municipales?

I.S.: Lo de las ferias es un trabajo brutal. Encajar todas las actividades que hacemos en unos días en la Plaza Mayor es hacer un fino encaje de bolillos. Sólo hay un objetivo claro: no queremos traer autores y autoras o artistas en general, sólo porque estén de moda. Buscamos más a aquellos que escriben para provocar cambios en nosotras, los que nos plantean preguntas, los que nos hacen dar un paso más. Muchas veces comparamos el trabajo de esos autores, de esas autoras, músicos, actrices, con la escalada de una montaña. Son los que nos llevan a la cima para, desde allí, divisar lo que es imposible divisar desde la base.

Ch.A.: Qué hermoso lo que dices para los que participamos en ella… ¿Y cómo aguantáis a pie firme horas y horas en esa Plaza nuestra?

I.S.: Cuando algo te apasiona, el cansancio aparece cuando se termina la tarea. Disfrutamos mucho en esa Plaza bulliciosa y alegre, ofreciendo muchas y variadas propuestas para todos los gustos y todas las edades. Nos lo pasamos muy bien en las presentaciones de libros, con las visitas escolares, con los títeres que se escapan de Titirimundi, el Festival Internacional de Títeres de Segovia, para visitar nuestra Plaza, con las conferencias de las tardes y los conciertos al anochecer.

Ch.A.: ¡Cómo disfrutamos la Feria y qué agradecidos estamos! Y ahora una pregunta que siempre me hago: ¿Cuántos libros tiene en su casa una bibliotecaria? ¿Cómo es tu biblioteca?

I.S.: Pues el salón está lleno de libros, los dormitorios de mis hijos, que ya no viven en casa, han sido invadidos por los libros y puedes encontrar libros hasta en los cuartos de baño. No sabía cuántos libros tenía en casa hasta la dichosa pandemia, que me sirvió para ordenarlos y clasificarlos, con deformación profesional, y me permití contarlos. Creo que superé los 6.000 y sigo comprando. Ahora estoy intentando expurgar porque, materialmente, no tengo ni un solo hueco.

Ch.A.: Eres “la Alicia” maravillosa de nuestra cultura, ¿cómo empezó tu vinculación con este libro?

I.S.: La “culpa” fue de un sarampión que se me complicó un poco cuando tenía 6 años. Mi madre “alimentaba” nuestro tiempo de postración con tebeos y cuentos y un día se presentó con una Alicia de la editorial Bruguera, que aún conservo, y mi mundo se puso del revés. Luego lo leí, en otra edición, en mi adolescencia y fue una lectura totalmente distinta. Me dio muchas respuestas a las preguntas que, como todas las adolescentes, me hacía. Ya mayor volví a leerlo y de nuevo descubrí otra Alicia distinta. El libro de Lewis Carroll es un libro inagotable. Literatura, filosofía, lógica, matemática, psicología… Yo lo prescribiría como lectura indispensable.

Ch.A.: La gestión cultural nos parece a todos hermosa desde fuera pero necesita rigor, conocimiento y dedicación, ¿es cierto?

I.S.: Todo eso, pero sobre todo mucha pasión, muchas ganas de compartir con los demás algo que te gusta mucho y que te hace disfrutar y que quieres que haga también felices a otras personas.

Supone también una fuerte convicción de que la cultura, el conocimiento, la estética y la ética podrían salvarnos de muchos desastres. Y es también un ejercicio de resiliencia inmenso, porque el mundo va por otros derroteros y a veces flaqueas y te fallan las fuerzas, pero algo te impulsa, te empuja para ir hacia adelante.

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