El objetivo del alcalde era proyectar la imagen de Alba de Tormes como un "pueblo culto", subrayando la importancia perenne de la acogida en grandes eventos.
Alejandro Camino, entonces primer edil de la villa ducal, emitió un bando instando a sus convecinos a mostrar amabilidad y generosidad con los innumerables peregrinos llegados por el III Centenario de la Beatificación de Santa Teresa de Jesús.
Corría el año 1914 y Alba de Tormes se preparaba para un acontecimiento de profunda significación espiritual y social: la conmemoración del Tercer Centenario de la Beatificación de Santa Teresa de Jesús. En este contexto de fervor y expectación, el alcalde de la villa, Alejandro Camino, dirigió un elocuente mensaje "AL PUEBLO", un bando que hoy rescatamos y que refleja la importancia de la acogida y el talante de una comunidad ante la llegada masiva de visitantes.
El documento, impreso en papel envejecido que atestigua el paso del tiempo, comenzaba apelando a los más altos valores cívicos y religiosos: "Si la buena educación exige la consideración social y el respeto A nuestros semejantes, una y otro deben aumentarse para con aquéllos que, teniendo arraigada la fe católica, vienen á postrarse ante el sepulcro de nuestra insigne Patrona, «gloria del mundo entero», enalteciendo su preclaro nombre y honrando a los que tenemos la dicha de vivir junto a su sepulcro."
Consciente de la afluencia de "innumerables peregrinos", el alcalde Camino no dudaba en solicitar directamente a sus conciudadanos un comportamiento ejemplar. "Estos razonamientos me obligan a dirigirme a vosotros para suplicaros seais amables, transigentes y cariñosos con los innumerables peregrinos que, abandonando sus ocupaciones a imponiéndose las molestias y gastos de un largo viaje, han de visitarnos durante el año actual", expresaba el bando.
La figura de Santa Teresa, descrita como la "sabia y virtuosa Virgen castellana", era el epicentro de esta movilización, y la reputación de Alba de Tormes, el bien a preservar. El alcalde detallaba con esmero las actitudes esperadas de los albenses.
El mensaje de Alejandro Camino no se quedaba en generalidades, sino que descendía a peticiones concretas para asegurar el bienestar de los visitantes y la buena imagen de la villa. Demandaba "de todos los atendais con esmerada solicitud en cuantas ocasiones se os presenten, cediéndoles los mejores puestos, tanto en el templo como en la calle".
Una preocupación particular del alcalde era evitar molestias a los peregrinos, especialmente por parte de los más necesitados: "no molestándolos los pobres con peticiones insistentes que me obliguen a impedirlo por los agentes de mi autoridad".
Además, extendía la petición de generosidad a los más pudientes, solicitando que "mandando las personas acomodadas sus carruajes a la estación para trasladar a los más débiles". Finalmente, hacía un llamamiento a la moderación en el comercio: "siendo todos módicos en cobrarles cuantos alimentos o servicios les presteis".
El objetivo último de estas recomendaciones era claro y explícito: que la experiencia de los peregrinos fuera tan positiva que se convirtieran en embajadores de la hospitalidad albense. El alcalde concluía su bando con una nota de esperanza y gratitud anticipada: "con el fin de que, reconocidos a tales distinciones, pregonen por todas partes que Alba de Tormes es un pueblo culto y sabe corresponder a los favores que se la dispensan."
"Así lo espera confiadamente y os anticipa las gracias más expresivas, vuestro alcalde, Alejandro Camino."
Este documento histórico no solo nos transporta a un momento clave en la devoción teresiana de Alba de Tormes, sino que también subraya la importancia perenne de la hospitalidad y el cuidado de la imagen colectiva, valores que el alcalde Camino supo promover con visión y elocuencia en aquel lejano 1914.
La última apertura del sepulcro de Santa Teresa tuvo lugar hace 110 años, en 1914, y según se recoge en la crónica recogida por el P. Daniel de Pablo Maroto, la ocasión para abrirlo fue que el general de la orden, P. Clemente de los Santos, quiso aprovechar su visita a España para ver el cuerpo de los santos fundadores: San Juan de la Cruz, en Segovia, y de Santa Teresa, en Alba.
En 1914 se abrió el sepulcro teresiano en dos ocasiones. El 16 de agosto de 1914 quedó expuesto el cuerpo en el camarín alto, de manera privada, hasta el 23 del mismo mes en que fue colocado de nuevo en el sepulcro de mármol. El 28 de agosto del mismo año se abrió con carácter de veneración popular, volviéndolo a cerrar en el mismo día. Hubo intentos de volverlo a abrirlo en los años 1981 -1982 con motivo del IV centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, pero la intención no llegó a surtir efecto.