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Actualizado 25/04/2025 16:54:37
César García

Un estudio de Evelio Teijón rescata del olvido al brillante inventor de aviones de despegue vertical y puertos flotantes décadas antes de su uso masivo

Hay genios que la historia olvida injustamente. Es el caso de Fernando Gallego Herrera (Villoria, 1901-1973), un brillante ingeniero salmantino cuyas innovaciones tecnológicas se adelantaron décadas a su tiempo. Ahora, gracias a una investigación del doctor Evelio Teijón López-Zuazo, profesor de la Universidad de Salamanca, este visionario comienza a recuperar el lugar que merece en la historia de la ingeniería española.

El estudio deTeijón revela a un personaje extraordinario, tanto por su formación académica como por sus revolucionarios inventos, muchos de los cuales fueron posteriormente desarrollados por potencias extranjeras sin reconocer su autoría original.

Una mente privilegiada con formación multidisciplinar

La trayectoria académica de Gallego Herrera resulta impresionante incluso para los estándares actuales. Obtuvo el Premio Extraordinario de Bachillerato en el Colegio Calatrava y se graduó con sobresaliente y mención de honor en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, donde también recibió el Premio Escalona de su promoción.

Su sed de conocimiento le llevó a estudiar posteriormente Derecho en la Universidad Central (actual Universidad Complutense de Madrid) y a dominar seis idiomas: árabe, ruso, alemán, francés, inglés e italiano. Como complemento a su formación técnica, obtuvo la licencia de piloto de clase turista con habilitación para aviación comercial, lo que le permitiría posteriormente realizar hazañas aeronáuticas pioneras.

El Aerogenio: un avión de despegue vertical en 1932

Quizás el invento más revolucionario de Gallego Herrera fue el Aerogenio, un avión de despegue y aterrizaje vertical (VTOL) desarrollado en 1932, décadas antes de que esta tecnología se generalizara en la aviación moderna. Este aparato funcionaba mediante aire comprimido impulsado a reacción, sin necesitar elementos de sustentación o control como hélices o timón.

El ingeniero salmantino desarrolló tres prototipos diferentes. Las pruebas lograron "cierto éxito", consiguiendo recorrer en su despegue un centenar de metros (casi el triple que el primer vuelo de los hermanos Wright en 1903). Sin embargo, todas las presentaciones públicas resultaron saboteadas.

La primera demostración, programada para mayo de 1933, sufrió una retirada del permiso de vuelo el día anterior. Gallego Herrera tuvo que partir urgentemente a Madrid buscando una solución, mientras el Gobernador Civil y numerosas autoridades civiles y militares esperaban en vano. Ante el temor de plagios, el inventor llegó a incendiar el primer prototipo del Aerogenio, construido con metal, tela y madera con sus propias manos.

En 1935, durante la Segunda República, desarrolló el segundo prototipo, un aparato estratosférico de despegue vertical que realizaba vuelos verticales usando aire aspirado. Este sistema quedó registrado en varias patentes: la 125936 (Sistema de aparato de vuelo por aire comprimido), la 126195 (Sistema de eyector-impulsor por aire comprimido) y la 127024 (Medio de obtención de esfuerzos de impulsión, autopropulsión y sustentación con aire comprimido).

Un visionario del túnel bajo el Estrecho de Gibraltar

En 1926, Gallego Herrera desarrolló un innovador sistema de cimientos de gravedad invertida o de flotación, aplicable a todo tipo de construcciones o pasos de aguas. Este sistema sería la base de su proyecto más ambicioso: un túnel bajo el Estrecho de Gibraltar.

El proyecto, divulgado especialmente por la prensa norteamericana hacia 1929, planteaba soluciones que hoy serían perfectamente adaptables a las normativas actuales: compartimentación de sectores en caso de emergencia, planes de evacuación, ventilación mecánica, instalaciones contra incendios y consideraciones sobre los efectos de compresión/descompresión bajo el lecho marino.

Esta semana, además, se ha dado un importante paso con este proyecto para conservar el legado de Gallego, ya que la Universidad de Salamanca digitalizará toda la documentación que se conserva de este maravilloso diseño.

Los puertos flotantes del Desembarco de Normandía

Uno de los episodios más sorprendentes en la carrera de Gallego Herrera está relacionado con el Desembarco de Normandía en 1944, operación decisiva para el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Los puertos artificiales utilizados por el ejército aliado coincidían asombrosamente con los sistemas y proyectos del ingeniero salmantino, no solo en la idea general sino también en los detalles constructivos y denominaciones.

La revista inglesa "The Sphere" publicó un artículo titulado "Un secreto de la invasión revelado", con un gráfico descriptivo del puerto artificial de acero y hormigón armado erigido frente a las costas de Normandía. Este mostraba un dique rompeolas flotante que servía simultáneamente de muelle y conformaba la dársena para las operaciones militares.

Ante esta evidencia, Gallego Herrera declaró: "En defensa de la Verdad, cuando con ella pudiera contribuir a la mayor honra de nuestra amada tierra, me siento obligado a reclamar para mi Patria la prioridad de su invención".

Pionero en la aviación comercial internacional

En 1949, Fernando Gallego Herrera se convirtió en el primer español en completar la vuelta al mundo en avión comercial por etapas, un hito que contribuyó significativamente a la apertura del turismo en España. Durante este viaje realizó 25 escalas, visitando veinte países diferentes y permaneciendo varios días en doce de las ciudades más importantes del planeta, como Nueva York, San Francisco, Tokio, Hong Kong, Manila, Bangkok, Calcuta, Delhi, Damasco, El Cairo, Estambul y Roma.

Once años después, en 1960, completó una segunda circunvalación mundial, esta vez por la ruta Polar. Partiendo de París, su itinerario incluyó estancias en Egipto (visitando la presa de Asuán), Irán, Pakistán, India, Siam, Indochina, Indonesia, China, Filipinas, Célebes, Papúa Nueva Guinea, Australia, Nueva Zelanda, numerosas islas del Pacífico (Fiyi, Samoa, Tahití, Bora Bora y otras del archipiélago Tuamotu en la Polinesia Francesa), Hawái, Alaska, el Estrecho de Bering, Canadá, el Polo Norte y finalmente Europa.

Un legado por reivindicar

El estudio de Evelio Teijón López-Zuazo representa un importante paso para rescatar del olvido a esta figura excepcional de la ingeniería española. Fernando Gallego Herrera encarna el prototipo de inventor visionario cuyas ideas, adelantadas varias décadas a su tiempo, no recibieron el reconocimiento merecido en su momento.

Su historia nos recuerda la importancia de preservar y divulgar el patrimonio científico-técnico español, especialmente el de aquellos pioneros que, como Gallego Herrera, contribuyeron con sus innovaciones al progreso tecnológico mundial desde un país que entonces luchaba por modernizarse.

El caso de este ingeniero salmantino plantea además interesantes cuestiones sobre la apropiación de ideas y la falta de reconocimiento internacional a inventores españoles, un fenómeno que ha ocurrido repetidamente a lo largo de la historia y que merece mayor atención por parte de investigadores e instituciones.

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