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ALBA DE TORMES
Actualizado 19/04/2025 18:30:30
Alejandra Martín

El padre Miguel Ángel convierte la soledad de María en un mensaje de esperanza y compromiso ante el dolor del mundo actual

En la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, junto al sepulcro de Santa Teresa de Jesús, resonó un mensaje profundo y conmovedor durante el Sermón de la Soledad de 2025. El padre Miguel Ángel, prior OCD de Alba de Tormes y Salamanca, dedicó sus palabras a la Virgen de la Soledad, no para hablar de ella, sino para hablarle a ella de la humanidad doliente, de los "nuevos crucificados" del siglo XXI.

Con humildad, el sermón comenzó como una súplica a la Madre de los Dolores, reconociendo su capacidad única para comprender el sufrimiento. A través de los siete dolores de María —desde la profecía de Simeón hasta la sepultura de Jesús—, el padre Miguel Ángel trazó un paralelismo con las soledades actuales: la de los migrantes, los enfermos, los excluidos, los adictos, las víctimas de la violencia y la indiferencia. Estas soledades, afirmó, son una "epidemia social" que afecta a una de cada tres personas en el mundo occidental, según estudios que señalan que el 20% de los españoles mayores de 18 años viven solos, muchos de ellos forzados por las circunstancias.

El sermón destacó la soledad impuesta como la más dolorosa, aquella que surge de la indiferencia, del sentirse invisible ante los demás. Esta "muchedumbre solitaria", como la describió, enfrenta tristeza, melancolía y un vacío que, sin alivio, puede llevar a la enfermedad física o mental. Sin embargo, el mensaje no se quedó en la denuncia. La Virgen de la Soledad, afirmó el prior, enseña a creer en Dios a pesar del dolor, a confiar en que Él carga con nosotros en los momentos más oscuros, como las pisadas ausentes en la arena de la playa.

El sermón también fue un llamado a la acción. Inspirándose en figuras como Santa Teresa de Calcuta, el padre Miguel Ángel instó a los fieles a mirar la realidad con los ojos de Cristo, a ser misericordiosos y a romper las soledades ajenas. La Virgen, identificada con los crucificados de hoy —los hambrientos, los sin techo, los abandonados—, invita a acoger, amar y dar segundas oportunidades. "Si nadie te ama, mi alegría es amarte", resonó como un eco de las palabras de Jesús desde la cruz, cuando confió a María y a Juan el cuidado mutuo, haciéndola Madre de todos.

En un mundo marcado por el sufrimiento, el mensaje de Alba de Tormes es claro: la Soledad de María no es un fin, sino un comienzo. Es la certeza de que, a través del amor y la compasión, las soledades humanas pueden transformarse en encuentros de esperanza. "Gracias, Madre, porque tu Soledad ha dado sentido y plenitud a nuestras soledades", concluyó el prior, dejando un eco de gratitud y compromiso en los corazones de los presentes.

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