Decía un historiador: “El Imperio Romano no cayó por los ataques de los bárbaros ni la llegada del Cristianismo, sino por los vicios y los excesos interiores de un pueblo corrompido”. Así caerá Occidente.
En realidad, deberíamos estar todos en el mismo bando contra una guerra que nos quieren imponer cuatro líderes descerebrados que les importan un rábano sus gobernados, los cuales, aborregados, aplauden sus gracias.
Hablamos de ir a la guerra, como si fuera ir a una verbena. Es contra Rusia (no es contra Irak) y por ello, si se ven con el agua al cuello, la guerra se convierte en nuclear. Encabeza la firma el infame Bardem y toda su panda del clan de la ceja. Quizá los millones le nublan la visión sobre su esposa, Penélope, que sirve de imagen a una compañía de cruceros, cuyo sector se encuentra entre los más contaminantes del planeta, al igual que su imagen da nombre a las líneas aéreas de un régimen dictatorial en el cual la homosexualidad está prohibida y castigada con pena de muerte.
Predicar no es lo mismo que dar trigo titiritambos. Ustedes no dan trigo ni ejemplo. ¡Cabalgan entre contradicciones! Pensar que hay gente que les compra el discurso y ve sus bodrios peliculeros. ¡Inimaginable que encima sea con nuestros dineros! Si quieren hacer cine, que no es lo mismo que arte, háganlo con sus millones.
¡Ya no hay cordura en Europa! Y tampoco en nuestra patria (sé que no es políticamente correcto decir hoy PATRIA), pero me ha salido… De mi particularidad, insumisión y miren que he mirado bien la medida y contención de lo que significa ir a una guerra. En Ucrania nada se nos ha perdido y tal como lo plantean, parece un circo… Ahora sin manos, ahora el domador y el tigre, ahora el salto mortal sin red … No, señores, esto no es circo, son ustedes una panda de insolentes, las vaguedades son muy serias y peligrosas. No engañen, olviden el rencor o se convertirán en escarabajos peloteros.