En medio de turbulencias mundiales que pueden significar cambios históricos, me permito reflexionar a partir de un hecho relacionado con alguien que tiene ese nombre, una palabra que tanto cuesta escribir por allá...
En México, un legislador de Morena, denunciado por violación (inocente hasta que no se demuestre lo contrario, algo que tardará en ocurrir porque tiene fuero [es diputado]) propone una ley "contra denuncias falsas de mujeres"...
El legislador, hoy, antes fue gobernador de un estado; y antes, alcalde de una ciudad. Mucho antes, futbolista, mundialista, jugó incluso en el Valladolid y le marcó un gran gol al Real Madrid. Se llama Cuauhtémoc Blanco.
A la política llegó de la mano de un partido confesional –no católico– que defendía posturas que uno tildaría de ultraderechistas… Pero terminó apoyando al partido que ganó las elecciones… Sí, el que manda por acá, que suele llevar banderas de izquierda, muy radical, aunque apoyado por los confesionales que ya mencioné, unos verdes que han sido socios de todos los partidos, según les convenía y otros que en su ideario se dicen, o decían, cercanos a Corea del Norte…
Ojo, que los que mandan acá no están mal vistos por la izquierda española… A lo que contribuye que les hace el juego la trumpita madrileña, doña IDA, que de vez en cuando los acusa de bolivarianos; a estos priistas de nuevo cuño, eso les viene de maravilla.
Porque eso es el partido gobernante en México, Morena, un PRI que se define como de izquierda, que ha contado con la colaboración de Pablo Iglesias y Monedero en no pocas ocasiones.
No conozco señalamientos de la izquierda española que cuestione ciertos usos y costumbres de esta dizque izquierda de por acá; tal vez esto de Cuauhtémoc les haga darse cuenta de que todo este asunto en el que una mujer denuncia a alguien con poder y se ve revictimizada y cuestionada sería aplaudido allá por Abascal y su banda. Y tal vez hasta por Ayuso.
Por mi parte, quienes me leen de hace tiempo saben que eso de ver la ultraderecha en el ojo ajeno pero no ver la viga fascistoide en el propio (en “los nuestros” para que se me entienda), no me convence.
Si les escandaliza la cerrazón de Trump y no lo de Cuauhtémoc, tan parecido a lo de Dani Alves, les recordaré a aquel otro gringo que dijo de un dictador: “es un hijo de… pero es nuestro hijo de…”
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