Un proyecto innovador medirá cómo la ganadería extensiva combate el cambio climático
En los campos de la dehesa salmantina, donde el ganado pasta libremente bajo las encinas centenarias, se está gestando una revolución silenciosa que podría cambiar la percepción de la ganadería extensiva. El grupo operativo Carbogan, presentado recientemente en Salamanca, busca demostrar con datos científicos lo que muchos ganaderos ya intuían: que sus animales, lejos de ser un problema para el medio ambiente, pueden ser parte fundamental de la solución contra el cambio climático.
"Nos acusan hasta de que las vacas se tiran pedos y por lo tanto contaminamos. No me extrañaría que nos acusen de dar de comer a la gente", ironizó Carlos Sánchez, secretario general de UPA Salamanca durante la presentación, evidenciando el hartazgo del sector ante los continuos señalamientos. "Contaminamos para dar de comer a la gente, ¿qué vamos a hacer?", añadió, recordando que las manifestaciones agrarias de 2020 tenían como principal reivindicación el respeto hacia el medio rural.
El proyecto Carbogan, coordinado por UPA Nacional y en el que participan las Universidades de Valladolid y Córdoba, junto con empresas tecnológicas como Fora, Agresta y Digitanimal, tiene como objetivo principal cuantificar la capacidad de fijación de carbono en los pastos de dehesa bajo diferentes sistemas de manejo ganadero. Una iniciativa financiada con fondos europeos que se desarrollará hasta mediados de 2027 y que incluye explotaciones de Salamanca, Ávila, Cáceres y Badajoz.
El objetivo es "poner números y cara" a la contribución medioambiental de este tipo de ganadería. "Se habla mucho de lo importante que es la ganadería para la gestión del territorio, pero faltan números", señalaban esta mañana en Salamanca los responsables del proyecto.
Durante la presentación, se recordó cómo la pandemia de COVID-19 puso en evidencia quiénes son los verdaderos responsables de la mayor parte de las emisiones contaminantes. "La pandemia dejó claro quién contaminaba en este país y en este mundo. Cuando miles de aviones dejaron de volar, los niveles de contaminación bajaron a cotas inimaginables, mientras que el agricultor y ganadero siguió trabajando exactamente igual", recordó el representante de UPA, subrayando que "los tractores arrancaban lo mismo, los ganaderos arrancaban sus coches igual y las vacas, con perdón, se tiraban los mismos pedos".
Esta observación, aunque expresada con humor, encierra una verdad que el proyecto Carbogan pretende demostrar científicamente: que la ganadería extensiva, lejos de ser un problema para el medio ambiente, puede ser parte de la solución si se gestiona adecuadamente.
El proyecto utilizará métodos indirectos de medición, como collares GPS en el ganado e información satelital, para relacionar los diferentes tipos de manejo del pastoreo con la capacidad de captura de carbono. "Utilizando elementos de medición indirecta, fundamentalmente los datos que aporten los collares por una parte, y por otra parte información que llega a través de satélite, intentaremos aproximarnos a cuantificar la captura según los diferentes tipos de manejo", explicaban.
Entre los sistemas de pastoreo que se analizarán se encuentran el continuo o libre, el rotacional, el redileo, la trashumancia y el regenerativo. La hipótesis de partida es que "el pastoreo frente al no pastoreo es más sostenible en términos de fijación de carbono, porque los animales lo que hacen es que el pasto regenere y capture más carbono".
El proyecto no solo busca demostrar que la ganadería extensiva contribuye positivamente a la mitigación del cambio climático, sino también identificar qué prácticas de manejo son más eficientes en la captura de carbono, para poder certificarlas y ponerlas en valor.
La oportunidad de este proyecto no es casual. Según los responsables de este proyecto, "el 19 de febrero hubo una comunicación por parte de la Comisión Europea sobre lo que han llamado la visión a 2040. En esa visión decían que la agricultura y la ganadería deben seguir teniendo fondos públicos, pero empezaban a introducir un elemento nuevo: los fondos privados, refiriéndose a los créditos de carbono".
Esta nueva orientación de la política europea abre una ventana de oportunidad para el sector ganadero extensivo, que podría ver reconocida y remunerada su contribución medioambiental a través de estos créditos de carbono, algo que ya ocurre en el sector forestal.
"Las capturas de carbono ya en España están reconocidas y aceptadas en las reforestaciones, en el mundo forestal, y ahora se está empezando a abrir la posibilidad a otros leñosos e incluso en la parte agrícola con siembra directa. Lo que hace falta es que esto también se abra al mundo ganadero, y más especialmente a un ecosistema tan privilegiado y singular como es la dehesa", añadían.
Una parte fundamental del proyecto es la participación activa de los ganaderos, no solo como sujetos de estudio sino como fuente de conocimiento. "Lo que queremos es entender y aprender de ellos cómo y por qué gestionan de una determinada forma los pastos", explicaban para añadir que "cuando alguien hace un pastoreo continuo frente a un rotacional o regenerativo, habrá razones. Tenemos que entender el alcance para, a partir de ahí, proponer medidas de comunicación y de transición, si fuera posible".
Esta colaboración entre el mundo académico, el tecnológico y el ganadero es precisamente uno de los puntos fuertes del proyecto, que busca tender puentes entre diferentes ámbitos para conseguir un objetivo común: valorizar la actividad ganadera extensiva y demostrar su contribución positiva a la lucha contra el cambio climático.
Con Carbogan, la ganadería extensiva de dehesa da un paso al frente para reivindicar su papel en la sostenibilidad ambiental, no ya desde la intuición o la tradición, sino desde la evidencia científica y los datos objetivos. Un proyecto que podría cambiar la narrativa sobre el sector ganadero y abrir nuevas vías de reconocimiento y remuneración para una actividad esencial.