EMPRESAS
Actualizado 26/03/2025 13:16:32
Adrián Martín

Cuando ocurre un accidente, el seguro entra en juego. Muchas empresas lo incluyen como parte de los beneficios laborales, y no cabe duda de que puede aliviar mucho en situaciones difíciles.

En los últimos años, los accidentes laborales han crecido de forma preocupante en España. Las cifras no paran de subir, y con ellas, la sensación de que quizá no estamos haciendo lo suficiente para proteger a quienes salen cada día a ganarse la vida. Aunque la normativa de prevención de riesgos laborales es clara y bastante completa, en la práctica hay demasiadas grietas. Muchos trabajadores se apoyan en coberturas como el mejor seguro de accidentes, pero la gran pregunta es: ¿eso basta para sentirse seguro en el trabajo?

Detrás de las estadísticas hay vidas reales

Las cifras pueden parecer frías, pero hablan de personas. Solo en 2023, más de 500.000 trabajadores sufrieron algún tipo de accidente laboral en España, y más de 600 murieron por causas relacionadas con su empleo.

A cada número le corresponde una historia, una familia, un vacío. Y lo más duro es saber que muchos de estos incidentes podrían haberse evitado con medidas básicas de seguridad, más formación o simplemente, prestando un poco más de atención.

El problema no es solo la cantidad. También lo es la frecuencia con la que se repiten los mismos errores: falta de protocolos, equipos viejos, jornadas interminables o simplemente, una cultura laboral que todavía no ha integrado la seguridad como parte del día a día.

No es solo un resbalón: por qué ocurren tantos accidentes

Detrás del aumento de los accidentes hay patrones que se repiten. Uno de ellos es la precariedad en ciertos sectores. La construcción, la agricultura o el transporte concentran buena parte de los incidentes más graves. Cuando el ritmo de trabajo aprieta y los recursos escasean, la seguridad suele quedar relegada a un segundo plano.

A esto se suma la falta de formación continua. Aunque en teoría los trabajadores deben recibir capacitación periódica, en la práctica muchas empresas lo ven como un trámite y no como una inversión. Pasan meses, incluso años, sin actualizar protocolos o sin revisar si los empleados saben realmente cómo reaccionar ante un peligro.

Y luego está el estrés. El exceso de carga laboral y la presión constante por cumplir objetivos pueden llevar a tomar atajos peligrosos. En esos momentos, el cuerpo está presente, pero la mente va por otro lado.

El seguro de accidentes: ¿red de seguridad o parche temporal?

Cuando ocurre un accidente, el seguro entra en juego. Muchas empresas lo incluyen como parte de los beneficios laborales, y no cabe duda de que puede aliviar mucho en situaciones difíciles. Pero que exista un seguro no significa que el entorno sea seguro.

El mejor seguro de accidentes debería cubrir tanto los daños físicos como el impacto emocional que puede dejar un incidente. Hospitalizaciones, tratamientos, rehabilitación, indemnizaciones, incapacidades temporales o permanentes... todo eso importa. Pero no deja de ser una solución a posteriori.

Prevenir es cuidar: y eso no debería ser negociable

Cuando se habla de prevención, a veces se piensa en gastos, trámites o complicaciones. Pero prevenir no es otra cosa que cuidar. Cuidar a las personas, a los equipos, a la empresa. Invertir en seguridad es proteger el corazón del negocio: su gente.

No se trata de llenar formularios, sino de construir cultura. Una cultura donde la seguridad no se vea como una obligación, sino como una parte natural del día a día. Donde se identifiquen riesgos antes de que se conviertan en accidentes y donde todos se sientan responsables del bienestar común.

Hay medidas que marcan la diferencia y que no requieren una revolución: desde revisar regularmente los espacios de trabajo, hasta permitir pausas que reduzcan la fatiga o actualizar los equipos de protección personal. Cosas pequeñas que, juntas, salvan vidas.

¿Y las instituciones? Mucho por hacer aún

El papel del Estado no es menor en este tema. La ley está ahí, sí. Pero si no se hace cumplir, de poco sirve. Muchas empresas siguen sin aplicar medidas mínimas de seguridad porque las inspecciones son escasas o las sanciones, ridículas.

Además, los recursos destinados a prevención no siempre llegan donde más se necesitan. Hay sectores especialmente expuestos donde la vigilancia debería ser mayor, y donde la inversión pública podría marcar la diferencia.

También hay que mejorar la formación desde el ámbito institucional, integrándola no solo en las empresas, sino también en programas educativos. Porque la seguridad no empieza en la oficina o en la obra: empieza mucho antes.

La seguridad también es una actitud

Más allá de empresas y gobiernos, hay un factor que muchas veces se pasa por alto: la actitud de cada persona. El compromiso individual. Porque sí, la cultura preventiva también se construye desde abajo.

Usar el casco aunque nadie esté mirando. Reportar ese enchufe mal instalado. Pedir una pausa cuando el cuerpo lo necesita. Son gestos que parecen mínimos, pero que reflejan una conciencia que puede contagiarse y cambiar el ambiente laboral.

Trabajar con tranquilidad debería ser lo normal

La realidad es que, hoy en día, demasiadas personas van a trabajar con la sensación de que algo podría pasar en cualquier momento. Eso no es normal, ni justo, ni sostenible.

La verdadera protección no se mide solo en pólizas, sino en entornos donde las personas se sientan cuidadas. Donde no se tenga que elegir entre cumplir objetivos o respetar los protocolos de seguridad. Donde el bienestar no sea un lujo, sino la base de todo lo demás.

Mientras sigamos viendo el seguro como la solución en lugar de la prevención, seguiremos llegando tarde. Es hora de cambiar el enfoque: invertir más en prevenir, escuchar a quienes están expuestos cada día y construir un entorno donde todos, sin excepción, podamos trabajar sin miedo.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Empresas
  3. >Aumentan los accidentes laborales en España: lo que no te están contando