Nos ha vuelto a sorprender nuestro eficaz Ayuntamiento capitalino con su maravillosa gestión económica, siendo capaz de conseguir un superávit de 20.786.127,86 euros en 2024. Y sin subir impuestos, tasas o precios públicos, o casi. No entiendo como este asombroso manejo de nuestros dineros públicos municipales no trae premio. Debemos reconocer la labor del concejal eterno, capaz de cerrar año sí y otro también con esa hazaña administrando el peculio municipal. Después de ejecutar todo el correspondiente gasto y las inversiones previstas manteniendo viva la ciudad.
Desde 2012, nada menos, se encadenan superávits anuales, sumando 119 millones de euros para acrecentar la inversión. Por esto tiembla Madrid, y el maligno gobierno les ayuda incomunicándonos con ese faro de la libertad. Según la información municipal esas partidas aumentan inversión y pagan deuda. Generada esta por aquellos perversos gobiernos socialistas derrochadores desalojados, a dios gracias, hace 30 años. Solo a ellos se les ocurrió pavimentar definitivamente la ciudad, resolver el eterno problema del abastecimiento del agua y saneamiento, u otras carencias históricas sin importancia.
Aunque resulta curioso el frecuente desvanecimiento de obras y equipamientos previstos en el plan de inversiones de un ejercicio, reapareciendo en el siguiente (o siguientes). Incluso llama la atención la previsión al elaborarlos, como este año, incluyendo obras para ser financiadas con el superávit. Es de suponer que el ahorro se consagra a otros menesteres. Por sugerir, el de 2025 podría finiquitar el cuantioso alquiler de las Adoratrices, recuperar el Museo de la Ciudad en un edificio religioso cerrado, rescatar el plan original del Cerro de San Vicente, o invertir en Patrimonio o vivienda pública.
Pero si sobró tanto el pasado ejercicio, ¿cómo se financiaron las numerosas obras realizadas?. Sin duda llevamos unos años con bastante actividad, y encima ahorramos. A ver si el denostado Pedro Sánchez tiene que ver con esos fondos europeos y estatales conseguidos con cierta abundancia, si bien a veces gastados en cosas asaz inútiles (como el despliegue tecnológico de la Zona de Bajas Emisiones). De momento ha repavimentado gran parte de la zona peatonal del centro de la ciudad, aunque en algunos casos lo de peatonal ahora sea discutible legalmente.
Me llama la atención no aprovechen para bajar impuestos. Son sus adalides más impenitentes, lo repiten machaconamente contra viento y marea. A pesar de no casar muy bien con algún gravoso récord “local” como el IBI o las basuras. Qué ocasión más magnífica de competir con Madrid en eso del dumping fiscal (hay quien propone traducirlo como competencia desleal), atrayendo riadas de inversiones privadas vivificando nuestra economía local. Aunque siendo justos, los últimos años se impulsan iniciativas municipales interesantes, confiemos en su buen resultado.
Y luego está la deuda, eterno mantra popular charro. Últimamente de baja intensidad, lo lógico sería pensar en su desaparición hace tiempo. La austeridad tras la crisis de 2008 no ayudó precisamente, suponiendo hasta 906’12 euros por habitante. Por fortuna luego se rebaja notablemente hasta los 311’64 en 2021. A pesar de esperar su cancelación con la actual bonanza económica post-Covid, inexplicablemente vuelve a repuntar en tiempos de superávits. 484’14 euros per cápita en 2024, teniendo en cuenta la sustancial captación de financiación exterior para inversiones. Pero continuarán los milagros.