SOCIEDAD
Actualizado 12/03/2025 14:33:36
Vanesa Martins

Lleva tres años con un riñón nuevo y asegura que “la calidad de vida me ha mejorado muchísimo”. Es miembro y colabora con ALCER, con el objetivo de visibilizar y sensibilizar sobre las enfermedades de riñón

Soledad García, de 65 años, ha vivido una experiencia que transformó por completo su vida. Esta salmantina fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica a los 59 años, tuvo que enfrentarse a una serie de retos que la llevaron desde la diálisis hasta el trasplante de riñón. En esta entrevista cuenta cómo superó los momentos más difíciles y reflexiona sobre su experiencia como mujer en este proceso.

"Cuando me diagnosticaron la enfermedad renal, ya estaba en una fase bastante avanzada", comienza Soledad. "Tenía 59 años y, debido a la gravedad de la situación, tuve que empezar con diálisis de inmediato". Eligió la diálisis peritoneal, un tratamiento que le permitió mantener una vida relativamente normal durante 28 meses. Sin embargo, la pandemia retrasó parte de su tratamiento, lo que prolongó el proceso. Finalmente, hace tres años, Soledad recibió un trasplante de riñón, un momento que califica como "un cambio total en mi vida". "Desde entonces todo ha ido muy bien, me siento increíblemente bien", asegura.

Los síntomas de la enfermedad renal no fueron claros en un principio. "Me sentía muy cansada, pero siempre lo atribuía a otras causas: estrés, preocupaciones, lo que es común entre las mujeres", explica Soledad. "Tenía calambres, especialmente en verano, y cojeaba un poco, pero pensaba que era por la menopausia o la edad". Sin embargo, sus hijas insistieron en que fuera al médico. "Fui porque cojeaba, me tomaron la tensión y estaba muy alta. Me hicieron una analítica y ahí fue cuando descubrimos todo", recuerda. El diagnóstico fue contundente y, en menos de dos meses, comenzó a recibir diálisis.

"Al principio, la hacía de manera manual, lo que me permitía llevar una vida más o menos normal", explica Soledad. "Sin embargo, había que estar pendiente tres veces al día. Cuando comencé a usar la máquina, pude descansar más". Pero el trasplante, aunque era la opción más esperada, también representaba un miedo para ella. "El trasplante me daba mucho miedo", confiesa. "Estaba en diálisis, me sentía que podía seguir así muchos años. Mis hijas ya eran adultas y pensaba que no era tan urgente".

La enfermera de Soledad le habló de ALCER, una asociación que apoya a personas con enfermedades renales. "Fue un cambio. Me ayudó a ver las cosas de otra manera. Cuando el trasplante llegó, fue una experiencia radicalmente diferente", dice. La operación fue un éxito y, en solo ocho días, Soledad ya estaba en casa. "El riñón comenzó a funcionar de inmediato, mi recuperación fue increíblemente rápida", recuerda, y agrega con emoción: "De repente, me sentí llena de vitalidad, con ganas de vivir".

Aunque la operación fue un éxito y su salud mejoró considerablemente, Soledad sigue tomando medicación para controlar la hipertensión, una de las causas de su enfermedad renal. "La medicación es algo que tienes que asumir. A veces me hace pensar en todo lo que me ha dado la sociedad, especialmente a través de la seguridad social", reflexiona. "La atención médica ha sido maravillosa, pero también es importante que no perdamos todo lo que tenemos en este sistema".

Uno de los aspectos que más ha marcado la experiencia de Soledad ha sido su reflexión sobre el rol de la mujer en estos procesos. "Las mujeres tenemos una carga diferente". ocasiones la menopausia afecta a la salud renal de manera temprana. La menstruación se altera, y el tema de la fertilidad es complicado. La enfermedad renal aumenta los riesgos durante el embarazo", señala. Además, Soledad explica que la enfermedad también tiene efectos secundarios que afectan la salud cardiovascular y ósea. "Los riesgos de osteoporosis se incrementan, y hay que estar muy pendiente de esos detalles. Muchas mujeres enfrentan estos problemas y es importante que los médicos comprendan las diferencias de género para brindar el mejor tratamiento".

Otro tema que Soledad aborda con interés es la solidaridad entre mujeres. "Las mujeres solemos ser las que asumimos la carga de cuidar a la familia, incluso cuando nuestra salud está comprometida", afirma. "Es fundamental que reconozcamos el esfuerzo colectivo. A menudo somos las que cuidamos, no solo a los hijos, sino también a nuestras parejas. Es algo que sigue siendo evidente, incluso cuando estamos enfermas".

Soledad también destaca la importancia de las redes de apoyo, como la que ofrece ALCER. "El apoyo que recibes es invaluable. Al principio, llegas sin saber qué esperar, pero cuando te acogen con tanto cariño, todo cambia", explica. "No te sientes sola. Saber que hay otras personas que han pasado por lo mismo te da mucha fuerza".

Finalmente, Soledad reflexiona sobre el impacto de la enfermedad en la vida familiar. "Cuando tienes hijos pequeños, la carga es aún mayor", asegura. "Aún cuando el marido también asume parte de la responsabilidad, la mujer sigue siendo la principal cuidadora. Es algo que, aunque ya no tiene que ver con la enfermedad, es parte de nuestra realidad". Para Soledad, es importante reconocer estos desafíos y seguir luchando por un sistema de salud accesible y de calidad para todos.

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