¿Es este el renacer de la España vaciada o estamos ante otro castillo en el aire con más marketing que realidad?
Leo en SALAMANCA rtv AL DÍA que un americano ha comprado un pueblo abandonado a menos de hora y media de Salamanca. Hay muchas expectativas o, como se dice hoy en día, mucho hype en los planes que tiene el señor Jason Lee Beckwithes, el nuevo propietario, para la localidad de Salto de Castro. Abandonada durante décadas, el estadounidense pretende invertir en ella cerca de seis millones de euros y así crear inmuebles turísticos, coworkings para nómadas digitales y viviendas de alquiler, entre otros proyectos.
Si te lo dicen hace 20 años, en pleno boom del ladrillo, la noticia no te sorprende. Pero lo cierto es que hoy en día la idea de un inversor extranjero desembarcando en un pueblo abandonado para convertirlo en un paraíso del emprendimiento digital y el turismo rural genera, cuanto menos, dudas. ¿Es este el renacer de la España vaciada o estamos ante otro castillo en el aire con más marketing que realidad?
No faltan precedentes. En los últimos años hemos visto a multimillonarios comprar islas, viñedos y pueblos enteros con promesas de revitalización que, en muchos casos, se quedaron en nada. A veces por falta de planificación realista, otras porque los números no cuadraban y, en el peor de los casos, porque la intención era especular más que transformar. La incertidumbre sobre los planes de Beckwithes es inevitable: suena bien, muy bien, pero la rentabilidad de una inversión de este calibre en un rincón despoblado de la península no está garantizada.
Es muy injusto descalificar el proyecto sin darle tiempo -y muy español-. Ojalá sea una historia de éxito y Salto de Castro se convierta en un ejemplo para todo el país. Pero hasta que no veamos ladrillos en pie y, sobre todo, una comunidad floreciendo, la cautela es obligada. De momento, bienvenido, Mister Beckwithes. Pero permítanos mantener el escepticismo hasta nueva orden.