OPINIóN
Actualizado 11/03/2025 19:58:55
Manuel Rodríguez García Marogar
Le he preguntado al “ChatGPT” que me formule un “relato emocionante” de un partido de fútbol. Cual fue mi sorpresa al recibir esta contestación por escrito en décimas de segundo:
“El partido se jugaba en una atmósfera eléctrica. Era la final del campeonato, el estadio estaba lleno a reventar, y la tensión podía cortarse con un cuchillo. Dos equipos se disputaban la gloria: uno con historia de títulos y el otro, una revelación inesperada, luchaba con el corazón”.
Mi primera sensación de sorpresa se fue completando después. Por supuesto no apuntaba el nombre de ningún equipo pero el relato era acorde con la realidad de cualquier partido en una jornada de fútbol.
“Desde el primer minuto, la intensidad era palpable. Cada pase, cada toque del balón parecía vital. El equipo favorito intentaba imponer su control, tocando el balón con precisión quirúrgica, pero la defensa del equipo sorpresa resistía, implacable, como un muro de acero. Sus jugadores se lanzaban al césped con una pasión que encendía las gradas”.
“A medida que los minutos avanzaban, los ataques se hacían más peligrosos. El arquero del equipo modesto volaba de palo a palo, desbaratando cada intento de gol. Sus compañeros lo alentaban con gritos de apoyo, como si cada parada aumentara la fe de que podría lograr lo imposible”.
“En el minuto 85, llegó el momento que todos temían. El equipo favorito, tras una jugada colectiva magistral dejó a su delantero estrella frente al portero. Un amague, un segundo de duda, y el balón cruzó la línea. El estadio enmudeció. El gol fue como un golpe en el estómago para el equipo sorpresa, pero no para sus seguidores, que siguieron alentando con más fuerza que nunca”.
“Con apenas cinco minutos en el reloj, parecía que todo estaba perdido. Pero entonces, en el último suspiro, el héroe improbable surgió. Un mediocampista incansable, que había corrido sin parar todo el partido, interceptó un pase flojo en la mitad del campo y lanzó un contragolpe fulminante. Con apenas fuerzas, avanzó entre dos defensores y lanzó un disparo imposible desde fuera del área. El balón tomó una curva endemoniada y, ante la incredulidad de todos, se incrustó en el ángulo del arco rival”…
Esta creación literaria continúa pero es suficiente para calibrar que esto pudo ocurrir en un partido real, o en un partido por jugar, y sorprende la precisión de concepción y de escritura en todo el relato. Parece que el periodismo tiene aquí una competencia insuperable. Seguiré consultando al “ChataGPT” sobre asuntos de fútbol precisamente para demostrar que “no está todo inventado en el fútbol”.
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