OPINIóN
Actualizado 04/03/2025 09:57:51
Marcelino García

Recientemente, el gobierno de Israel ha anunciado su intención de retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, siguiendo el precedente de los Estados Unidos de Donald Trump. Esta decisión ha sido justificada por el gobierno israelí como una respuesta a lo que considera un sesgo sistemático en su contra, lo que ha generado una ola de críticas y preocupaciones a nivel internacional, particularmente en el ámbito de los derechos humanos y la estabilidad geopolítica en Oriente Medio.

Lucía Fondón Valdés

Defensora de los derechos humanos

Recientemente, el gobierno de Israel ha anunciado su intención de retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, siguiendo el precedente de los Estados Unidos de Donald Trump. Esta decisión ha sido justificada por el gobierno israelí como una respuesta a lo que considera un sesgo sistemático en su contra, lo que ha generado una ola de críticas y preocupaciones a nivel internacional, particularmente en el ámbito de los derechos humanos y la estabilidad geopolítica en Oriente Medio.

El ministro de Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha declarado que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha demonizado obsesivamente a su país mientras ignora violaciones graves en otras partes del mundo. Desde hace unos años, Israel ha denunciado que la ONU adopta resoluciones desproporcionadas en su contra y que varios de sus miembros utilizan el foro para promover narrativas antiisraelíes. La administración estadounidense respaldó esta postura en 2018 cuando Estados Unidos se retiró del Consejo, argumentando que era una institución parcial e ineficaz. La influencia de la política exterior estadounidense ha sido clave en este proceso de la toma de decisiones israelíes, ya que Trump reforzó su apoyo incondicional a Israel, trasladando incluso su embajada a Jerusalén y promoviendo acuerdos que debilitaban la causa palestina en foros internacionales.

Desde su creación en 2006, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha mantenido una relación tensa con Israel. Un punto recurrente de fricción ha sido la inclusión del país en el punto 7 de la agenda del Consejo, que establece la obligación de debatir violaciones de derechos humanos en los Territorios Palestinos en cada sesión. Como mencionamos con anterioridad, Israel ha argumentado que esta medida lo somete a un escrutinio injusto en comparación con otros países. Entre los eventos más notables de estas fricciones podemos encontrar el de 2009 en el informe Goldstone, que acusó a Israel y Hamás de crímenes de guerra durante la ofensiva en Gaza de 2008-2009, lo que llevó a una fuerte condena internacional. Otro evento notable es el de 2012, cuando Israel se convirtió en el primer país en boicotear su Examen Periódico Universal, que es un mecanismo clave del Consejo cuyo objetivo es revisar periódicamente la situación de derechos humanos en todos los Estados miembros de la ONU. Además, en 2018, el Consejo ordenó una investigación sobre la respuesta israelí a las protestas en la Franja de Gaza, lo que exacerbó aún más las tensiones.

Este último suceso, el reciente recrudecimiento del conflicto en Gaza y la creciente presión internacional sobre las acciones militares israelíes han intensificado el aislamiento diplomático del país. Algunos líderes mundiales y organizaciones de derechos humanos han condenado el uso de la fuerza contra civiles y los desplazamientos forzosos de la población palestina, lo que ha llevado a investigaciones por posibles crímenes de guerra. Frente a esta situación, el gobierno de Netanyahu ha optado por endurecer su postura y desligarse de un organismo que, desde su punto de vista, mina su soberanía y legitima una agenda antiisraelí.

La retirada de Israel del Consejo representa un peligroso retroceso en la rendición de cuentas de los Estados en materia de derechos humanos. La ONU, a través de sus diversos mecanismos, ha sido clave para la documentación y denuncia de abusos en la región, incluyendo violaciones de derechos humanos, tanto por parte del gobierno de Israel como de grupos armados palestinos. El abandono del Consejo no exime a Israel de sus obligaciones internacionales ni lo protege de investigaciones por crímenes de guerra. Sin embargo, reduce los espacios de diálogo y negociación en los que se pueden buscar soluciones diplomáticas y justas para ambas partes del conflicto. Además, debilita la credibilidad de los organismos multilaterales encargados de la supervisión de los derechos humanos a nivel global. En el caso de Estados Unidos, esta situación refuerza su política de debilitamiento del multilateralismo y su visión de que los organismos internacionales deben someterse a su liderazgo o perder relevancia.

Más allá del impacto en los derechos humanos, la decisión de Israel tiene implicaciones significativas en el ámbito geopolítico. Su retirada del Consejo refuerza su alineación con el ala más conservadora de la política estadounidense y con gobiernos que cuestionan el multilateralismo. Al seguir el camino trazado por Trump, Netanyahu reafirma su estrategia de confrontación con la comunidad internacional y de deslegitimación de las instituciones globales. En todo este asunto, Estados Unidos ha jugado un papel central en la erosión de organismos internacionales como la ONU, promoviendo una visión de la política global en la que los intereses nacionales priman sobre la cooperación internacional. La retirada de Israel del Consejo de Derechos Humanos es un reflejo de esta estrategia y sugiere que futuras administraciones estadounidenses podrían continuar apoyando medidas que debiliten la diplomacia multilateral.

Asimismo, como hemos mencionado antes brevemente, esta medida podría afectar a sus relaciones diplomáticas con aliados europeos y otros países que, aunque han mantenido lazos históricos con Israel, han manifestado su preocupación por las acciones militares en Gaza y Cisjordania. En un momento en que la comunidad internacional busca mecanismos para desescalar el conflicto en la región, la decisión de aislarse de foros multilaterales puede limitar las opciones de Israel para negociar en instancias internacionales.

Como conclusión y según todo lo mencionado anteriormente, podemos decir que el anuncio de la salida de Israel del Consejo de Derechos Humanos de la ONU es un reflejo de las tensiones existentes entre el gobierno de Netanyahu y la comunidad internacional en torno a la cuestión palestina. Desde una perspectiva de derechos humanos, esta decisión representa un retroceso en la supervisión y rendición de cuentas de posibles violaciones en la región. En el plano geopolítico, refuerza una política de aislamiento que podría tener consecuencias adversas en las relaciones internacionales de Israel. Para la protección de los derechos humanos, la prioridad de organizaciones internacionales que se encargan de la protección de estos, sigue siendo la protección de las poblaciones vulnerables y el respeto del derecho internacional. Por ello, independientemente de la postura de Israel frente al Consejo, la comunidad internacional debe seguir presionando para garantizar que los derechos humanos sean protegidos en todos los conflictos, sin excepciones ni favoritismos políticos. Además, es fundamental analizar el rol de Estados Unidos en esta decisión y su impacto en la estabilidad de los organismos internacionales encargados de velar por los derechos humanos a nivel global.

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