Ganadero de bravo y pintor que falleció el miércoles pasado
El destino hizo que Rafael, pintor y profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, se convirtiera en marido de Paloma Sánchez-Rico propietaria del Cuarto de San Carlos de Terrones, y se hiciera padre de Rafael y Andrés. La historia de la conocida ganadería, con divisa verde y blanca, muchos ya la conocéis. Los pinceles hubieron de compartir los quehaceres ganaderos del campo charro, el destino también hizo que algunos - muchos, pues era rico en buenas y fecundas relaciones - tuviéramos el privilegio de compartir con él amistad y vida.
En el cielo de Salamanca hay una estrella más que nos alumbra. Es una triste noticia, de esas veces que duele el alma. La pérdida irremediable para este mundo, de un amigo que al irse se lleva un pedazo de ti y te deja el alma helada. Pocas veces se puede decir tanto. Amabilísimo en el trato, interesantísimo conversador… Con estas palabras muchos podríamos describir a Rafael de Basterra, nuestro amigo de Terrones, ejemplo donde los haya para todos. Pues si bien ese era un modo de ser y comportarse. A lo largo de veintisiete años de amistad inquebrantable, he podido disfrutar de algo muy superior, su veracidad como ser humano, su cariño y constancia por tanto, con el más digno sentido del honor. Un privilegio su amistad, que ha hecho que por ello tenga alguno de los recuerdos con más belleza y paz de mi vida, y vida en familia…
Es muy difícil escribir sobre uno de tus mejores amigos cuando acaba de fallecer. No hay palabras para describir tanto dolor. Te quedas en blanco, con la mirada lejana buscando respuestas. Lo peor es preguntarse de donde vas a sacar las fuerzas, la mañana siguiente para seguir haciendo lo que has hecho siempre, con la esperanza de vernos pronto. Viviendo con el vacío que deja tu amigo.
Te das cuenta del gran valor, de algo que el sabía y valoraba sobradamente, que muchos días se pasan en un trajinar absurdo en mil proyectos, que restaron tiempo a la amistad y al cariño con los seres queridos. Era algo que el conocía y dominaba y me lo enseñó además, qué es lo primero, y qué es después. Amistad y cariño, en la veracidad, sin hipocresías sociales, rodeado de trato exquisito, y valor personal y social, en la amistad sincera.
Más el destino es invencible y hay que volver a caer al pie de la muralla. Con una certeza “lo que fuimos”, con una esperanza cierta “lo volveremos a repetir”, en lugar más luminoso.
¿Por qué hablar de lo que tanto hemos hablado?
Por ti amigo, tan lejos de nosotros,
cuanto mejor será que te cante, el canto de esta tierra charra,
que es canto de esperanza, para los que están tan lejos;
el canto de los regatos y de la hierba de los prados,
de las alquerías y de las dehesas, del monte amigo cubierto de encinas,
limitándolo todo con gran intimidad.
El invierno vibra en esta tierra, en las mañanas heladoras,
los churripiteles de hielo todavía brillan en los caminos de herradura,
orillas de zarzas y endrinos, y las primeras estrellas parecen,
de oro pálido encima del cielo.
Ladra el perro en algún corral, pasan las vacas cansinas,
palpitan las luces en las moradas y en el verde, cerca del huerto,
cantan las ramas de la vieja encina y más lejos la rueda del molino.
Crepitan las llamas en el hogar, de este crepúsculo invernal,
mientras te calientas los pies abrazando una taza de leche.
El tiempo pasará volando,
y al menos seguro y cierto, de que fue verdad.
Ese afecto y felicidad radiante en el aire,
lo volveremos a ver y disfrutar juntos
Otra vez.
Como dice de él, mi querida esposa, “lo sabía, pero acabo de darme cuenta, con la profundidad que tiene. Los cuadros de Rafael, tienen esa luz, intensa y sin sombras, tan del norte. Una luz radiante, que todo lo inunda e imbuye, acabo de darme cuenta, era él. Es su luz, afecto y paz, próximo al agua, a la pureza del aire, son su esencia”.