Ver galería


CULTURA
Actualizado 03/03/2025 17:25:17
Charo Alonso

A partir de la magnífica vidriera de la iglesia de San Francisco y Santa Clara, 'FE Y ARTE' recupera al polifacético artista Luis Quico

El también zamorano, Claudio Rodríguez, escribió un poema a Luis Francisco Prieto, Luis Quico, definiéndole como “un vanguardista extraño y cierto”. Luis Quico, artista que nos acompaña en numerosos rincones de Salamanca es esta vez el protagonista del fantástico equipo de FE Y ARTE, que de la mano de Tomas Gil y Juan Andrés Martín vuelve, no solo a poner el trabajo artístico al servicio de una voluntad evangelizadora, sino a recuperar la vida y obra de quienes apenas conocemos pese a que sus trabajos nos acompañan en los pasos cotidianos por la ciudad nuestra.

Partiendo de la hermosísima vidriera de la iglesia de San Francisco y Santa Clara, el recorrido por la obra de Luis Quico nos devuelve rincones en los que brillan sus mosaicos de metal y piedra, bellas vidrieras y sorprendentes mosaicos. Trabajos que le solicitaban los arquitectos de la época a un artista multifacético que estudió en Zamora y bebió de las fuentes bizantinas para realizar obras de una enorme originalidad. Ya sea en la Diputación de Zamora, en el IES María de Molina y o en el Casino de esta misma ciudad, o en el Hotel Regio de Salamanca y en numerosas iglesias y colegios como el de “las azules”, el de las Trinitarias, el Amor de Dios, la Residencia Usera y el edificio de los Paules, por poner algunos ejemplos, su variado trabajo ha de ser recorrido con cuidado y admiración. Y qué mejor que empezar el camino por una de sus más originales vidrieras de cristal y cemento en otra de las arquitecturas más sorprendentes de las parroquias salmantinas.

San Francisco y Santa Clara, más allá del Alto del Rollo es una iglesia moderna que se asemeja a un barco con torre vigía como faro, y que tiene uno de los altares más originales de esta Salamanca de edificios magníficos. En ella, la luz inunda el espacio y el círculo de la vidriera, envuelve al oficiante en la belleza de sus colores y en la profundidad de su lectura. Una lectura que Luis Quico basó en el hermoso texto del “Cántico de las criaturas”, del que se cumplen los 800 de su escritura. El artista dividió en tres rectángulos áureos la impresionante vidriera que hace transcender al espectador con la fuerza de su luz y de su tamaño, un trabajo que responde a los principios del Concilio Vaticano II que buscaba una fe más viva y más actual, con raíces firmes en la modernidad del arte. En las alturas, el Hermano sol y la Hermana luna rodean al Cristo de San Damián, cuyo influjo desciende al mundo creado por Dios lleno de hermosos colores, de flores, plantas y belleza que aparecen en ese “poema oración” del santo franciscano, representado junto a Santa Clara.

El Hermano viento, la Hermana agua, la Hermana tierra y hasta el Hermano fuego, aún oculto por la tarima del altar, son descritos por el artista en forma de geometrías hermosas y colores vivos que, sin embargo, se atemperan para enmarcar al oficiante que destaca frente a la vidriera tan hermosa como un altar barroco. El efecto es de una insólita belleza en esta iglesia que parece un barco tumbado sobre la tierra. La vidriera es un auténtico canto a las criaturas y al mundo material creado por Dios que el santo escribió ya al final de su vida, a finales del 1224 o comienzos del 1225 muy delicado de salud y decepcionado por la deriva de su proyecto, pero con el deseo de volver al Génesis y al aspecto luminoso de las criaturas. Un texto que le ha servido al Papa Francisco para su “encíclica ecológica” y que resulta de una extraña modernidad cuando alude a la tierra “que nos gobierna y da frutos, hierbas y flores”.

La significación franciscana de la obra es explicada por los expertos de FE Y ARTE con el rigor y la cercanía que ya caracterizan sus vídeos y conferencias. El trabajo de búsqueda, de renovación, de encuentro artístico tiene una lectura evangelizadora, sí, y de absoluta justicia poética, porque el nombre de Luis Quico no se reconoce pese a sus muchos ejemplos en una ciudad que merece detenerse frente a todas sus manifestaciones artísticas… las ya conocidas y las que marcan la modernidad. Una modernidad que en el inquieto zamorano se lee la obra franciscana como una alabanza final que no rehúye la muerte, la Hermana muerte de espinos y pasión junto al arcoíris que rodea la eucaristía.

La Nueva Alianza se alza sobre la inevitabilidad de la misma y se yergue hacia el Cristo a través de las criaturas en una lectura “ecológica” en tiempos en los que debemos defender un planeta que sufre las inclemencias de nuestros actos. Un espacio de luz y de belleza que se alza con el austero y cercano espíritu franciscano, todo luz y laudatio que se impone a los momentos dolorosos de la vida. Momentos que transcienden, a través de la belleza y de la entrega, toda perturbación mientras la luz ilumina el recuerdo de un artista sorprendente, fallecido en el año 2008 y que merece todo el reconocimiento. Y la paz y el bien franciscanos se vuelven entonces luz… y arte.

Charo Alonso

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Cultura
  3. >El proyecto 'FE Y ARTE' redescubre al artista zamorano Luis Quico