"Valoramos que una empresa no sea solo el éxito económico, sino que también contribuya a la promoción de buenas prácticas que marquen la diferencia"
En un mundo donde la rentabilidad parece ser el único factor de éxito, hay quienes deciden ir algo más allá. Nunca me gustó imaginarme siendo empresaria; considero que es una responsabilidad muy grande para una persona que puede tener inseguridades. Para montar una empresa desde cero, hay que ser una persona decidida, hay que mostrarse firme y ser muy seguro de sí mismo, y por supuesto, se deberían controlar los temas relacionados con la economía y la administración de empresas. Sin embargo, es ahora cuando me doy cuenta de que todo lo anterior no basta si no se pone el corazón. Bajo mi punto de vista, una empresa no son solo las ventas, son también sus empleados, sus comunicados, sus anuncios, sus gestos, donaciones. De ahí que sean empresas que más que buscar un beneficio económico, quieran tener un impacto positivo en la sociedad.
Sin embargo, no solo se trata de hacer donaciones monetarias, pues generar un impacto social positivo también incluye a personas en situación de vulnerabilidad. Una empresa genera un impacto social positivo difundiendo eventos solidarios. Una empresa genera un impacto social positivo reconociendo primeramente el bienestar social.
De este modo, vemos cómo valoramos que una empresa no sea solo el éxito económico, sino que también contribuya a la promoción de buenas prácticas que marquen la diferencia.
En estos días, Cáritas Salamanca ha decidido dar las gracias a aquellas empresas que han puesto su esfuerzo en colaborar con su labor de generar bienestar social. De esta manera, organizó el jueves 20 de febrero un acto de reconocimiento en el Casino de Salamanca, poniendo en valor el compromiso de estas entidades que no miden su éxito solamente con cifras de beneficio, sino que también tienen en cuenta la capacidad que tienen de transformar realidades.
Apoyando a estas empresas colaboradoras, conseguiremos multiplicarlas. Es fundamental que seamos capaces de cambiar esta percepción y ver que las empresas éticas y sostenibles se guían por la solidaridad que transmiten antes que la promoción de sus productos o servicios.
Porque la solidaridad también es una inversión: en humanidad, y en futuro.
Clara Ravelo, estudiante de periodismo y voluntaria de Cáritas Salamanca