OPINIóN
Actualizado 21/02/2025 07:58:28
Mercedes Sánchez

Tienen, todos los patios que conocemos, un especial encanto dentro de su gran diversidad.

Unos, porque son espacios de calma y disfrute; otros, porque se convierten en territorio de la practicidad y el desahogo.

Cuando recordamos patios antiguos, se acercan a nuestra memoria llenos de bullicio, repletos de pequeños revoloteando en sus juegos, de abuelitos sentados al sol contando sus batallas mientras apoyan sus rugosas y expertas manos sobre el brazo del sillón.

Pero Juan Galán es poseedor de patios infinitos.

Los patios de Juan Galán son patios tan vivos... Tan actuales... Tan vivenciados…

Pintor de gran capacidad y versatilidad, puede plasmar en el lienzo, con igual maestría, la profunda emoción contenida de los rostros, bodegones florales en los que podemos apreciar el aroma de las rosas, o el apacible descanso de la inocente blancura de los niños. Todo ello es posible.

Pero sus patios… Sus infinitos patios nos sumergen en un mundo interior, el suyo, y nos transmiten tal cantidad de sensaciones y vivencias guardadas durante años en su sangre andaluza, que nos permiten saborear toda la belleza que desprenden sus creaciones.

Estar ante uno de sus cuadros, siempre de grandes dimensiones, nos lleva a esos mansos lugares que refleja, y nos traslada justo a ese momento que sus pinceles eternizan, en los que no hay ninguna persona: sólo plantas diversas, macetas, paredes blancas, azulejos, fuentes, arcos, sillones y mesas. Y yo siempre me pregunto: ¿Cómo es posible percibir el frescor de esas enormes plantas? ¿Cómo se puede pintar la respiración del barro con el que están hechas las macetas? ¿Cómo se transmite en un lienzo la suavidad de los azulejos o, del mármol, su frialdad? ¿Por qué los rayos de sol de sus cuadros pueden proporcionarnos calidez? ¿Cómo hay que pintar para que se pueda oler la humedad?

En este pintor todo ello se cumple. Su pintura tiene mucho de orgánico, de emocional, de olores, vivencias, sensaciones, percepciones e inmersión.

Al ver sus patios se siente, sin duda, lo que siempre experimento: que algo acaba de ocurrir o está a punto de suceder. En su profunda quietud, nuestra mente nos lleva a imaginar que alguien acaba de entrar en la casa a dejar el libro que estaba leyendo, o que van a sacar una refrescante jarra de la que servirse unos vasos que aplaquen la sed, que alguien se ha levantado para hacer una llamada o atender a la puerta, que flotan aún en el ambiente las palabras de la última conversación, que las gotas del agua de la fuente no dejarán de tintinear...

Los patios de Juan Galán son espacios de sereno gozo, de calma y disfrute; lugares dulces y afables, que invitan, con amabilidad, al descanso y la relajación, al ocio y al sosiego. Oasis exquisitos y únicos.

Juan Galán. El gran pintor de patios eternos.

Mercedes Sánchez

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