Una historia de superación y esperanza. Madre e hijo nos cuentan cómo es vivir con autismo y la importancia de la visibilidad entre la sociedad
Emmanuel es un joven de 22 años con autismo. Con motivo del Día Mundial del Síndrome de Asperger, hablamos con él y con Tatiana, su madre, sobre este diagnóstico. Una historia profundamente emotiva sobre superación, adaptación y la búsqueda de un futuro mejor. Desde su llegada a Salamanca hace cuatro meses, la familia ha encontrado nuevas oportunidades, no solo en lo académico y terapéutico, sino también en el entendimiento mutuo y el apoyo emocional.
Su historia comienza en Venezuela, donde la información y los recursos eran limitados. "Recuerdo que a los dos años y medio comenzamos a notar algunas diferencias en Emmanuel. Intentaba socializar, integrarse, pero no sabía cómo hacerlo. Tenía limitantes en el habla también, en el nivel de motricidad, que no entendía a lo mejor cuando estaba con otros chicos, a lo mejor no entendía el doble sentido. Hicieron varias pruebas de autismo, pero los diagnósticos oficiales en ese momento eran negativos. Fue cuando él tenía 12 años cuando dimos con el diagnóstico”, recuerda Tatiana.
Para Emmanuel, el diagnóstico llegó tarde, pero fue clave para comenzar a recibir el apoyo adecuado. "Mi historia con el autismo comenzó desde pequeño, siempre noté que mis interacciones sociales eran diferentes a las de los demás. Al principio no entendía por qué, y no sabía cómo relacionarme con otros. Fue en mi adolescencia cuando recibí el diagnóstico de autismo", comenta el joven.
A lo largo de los años, Emmanuel fue mejorando poco a poco, especialmente en su capacidad para comunicarse y comprender los códigos sociales, aunque los desafíos seguían presentes.
Con el paso de los años, la familia llegó de Venezuela a Barcelona. Fue allí donde Emmanuel, ya adolescente, pudo acceder a un entorno con terapias más avanzadas. "En Venezuela, los recursos eran muy limitados. Cuando llegamos a Barcelona, vimos una diferencia notable. Las terapias y el enfoque educativo eran mucho más modernos y accesibles. Emmanuel pudo empezar a mejorar en muchas áreas", explica Tatiana. Sin embargo, a pesar de los avances, fue en Salamanca, a donde llegaron hace solo cuatro meses, donde realmente encontraron el apoyo que necesitaban. "Aquí en Salamanca, con la asociación ASAS encontramos y notamos una mejora significativa en Emmanuel y para mi otro hijo pequeño, que también ha sido diagnosticado. La atención es más personalizada, y el enfoque se adapta mejor a sus necesidades", agrega Tatiana.
Emmanuel, por su parte, destaca lo mucho que ha cambiado su vida desde su llegada a España. "El cambio ha sido enorme. La diferencia entre Venezuela y España, en cuanto a recursos y comprensión sobre el autismo, es abismal. Aquí pude terminar un grado superior y ahora estoy mirando para ir a la universidad. Mi sueño es estudiar Psicología, para poder entender mejor a las personas y ayudarlas", dice con una sonrisa en su rostro. Su historia es un ejemplo de resiliencia, de cómo los obstáculos pueden superarse con apoyo y dedicación.
Lo que más destaca Emmanuel es la importancia de dejar de lado los estereotipos sobre el autismo. "Quiero que la gente entienda que no todos los autistas son iguales, ni somos como los personajes que vemos en las películas. Cada uno de nosotros tiene su propio camino y sus propias características. La clave está en la comprensión y en las oportunidades que nos dan", afirma.
Tatiana también reflexiona sobre la importancia de la empatía y la aceptación. "Ser diferente no es algo malo. El autismo es solo una parte de quién es Emmanuel, y la diversidad es lo que hace que el mundo sea más rico. Es fundamental que la sociedad sea más empática con las personas con autismo y con sus familias. El trabajo nunca termina, pero lo que importa es el esfuerzo constante", señala.
Además, Tatiana ofrece un consejo valioso para otros padres que están pasando por lo mismo: "Cuando recibí el diagnóstico de Emmanuel, podía haberme hundido o podía haberme levantado y buscar soluciones. Decidí conocer el autismo, aceptarlo y seguir adelante. Mi consejo para otros padres es que no tengan miedo, que se informen y busquen apoyo. El autismo no define a nuestros hijos, solo es una parte de su vida. Con las herramientas adecuadas, ellos pueden ser felices y autónomos", concluye.