OPINIóN
Actualizado 11/02/2025 07:59:29
Francisco Delgado

Nos referimos a ese conjunto de amenazas y aprobaciones que la semana pasada hizo públicas D. Trump, que demuestran una vez más, que las leyes que rigen su nación tienen para él, escaso o ningún valor. En psicopatología esta característica es propia de la psicopatía.

Si además de tener una tendencia a la psicopatía, no le cabe en la cabeza qué es el mundo, su variedad de razas, territorios, culturas, historias y cree que el mundo es solo un gran espacio para la inversión inmobiliaria, su déficit de capacidades de liderazgo le pone muy difícil constituirse en líder mundial, ni tan siquiera en presidente de su nación.

Estamos viviendo unas semanas, las primeras de este segundo mandato del presidente Trump, llenas de decisiones o deseos de apropiación de territorios ajenos, llenas de amenazas comerciales contra los que considera sus rivales y de medidas que parecen perseguir exclusivamente el satisfacer sus sentimientos de venganza contra los funcionarios que han cumplido con su función de investigar algunas de sus conductas. Sus decisiones, amenazas, proyectos, han generado una situación de tensión internacional nueva. Solamente la minoría de afines a sus supuestos intereses e ideología (si se puede definir como ideología un conjunto de ambiciones casi todas carentes de lógica) se salvan de la inquietud o temor sobre cómo se desarrollarán los acontecimientos.

Los que vivimos cotidianamente lejos de la política, hablamos de lo que nos inquieta de las poblaciones y grupos políticos que se identifican con sus características de líder y de su división del mundo en “algunos posibles aliados” y “muchos enemigos seguros”: Pues la conclusión de la gran mayoría de la población mundial es que, hasta ahora, ninguna de las medidas anunciadas persigue ninguna mejora en ninguno de los graves problemas que la Humanidad tiene planteados. Ni siquiera estas medidas benefician a la economía y bienestar de EEUU (afirman numerosos economistas norteamericanos). Los analistas políticos nos informan de un futuro a corto y medio plazo duro y lleno de más problemáticas. Sobre el largo plazo nadie se atreve a afirmar nada.

¿Qué puede hacer el ciudadano medio europeo frente a este confuso panorama internacional? Lo único que podemos expresar y pedir a los gobiernos de la UE es que el mayoritario deseo de una Europa más unida, más fuerte, más independiente se vaya haciendo realidad en todos los campos: en el económico, en el de la Defensa, en el de la tecnología y en el de la Cultura. Cómo lograrlo es responsabilidad de la clase política. Señalar la dirección del camino que deseamos los europeos es asunto de todos y cada uno; expresar el deseo de mayor unión y menos divisiones en el papel de Europa en el plano internacional es nuestro derecho y deber.

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