'Jailhouse rock' es uno de los libros de poemas más originales del momento y una reflexión certera y plena de humor de la vida en el centro penitenciario
En el Centro Penitenciario de Topas, donde trabaja Jorge Blanco Ingelmo, el cielo azul nos recuerda lo libre de esa mirada suya sabia, humanista, cercana y empática que vuelve poema el relato de la vida cotidiana entre sus muros sin aparente drama. Humor y cercanía de un poeta original que ha escrito el mejor relato de un mundo que encierra la vida a nuestras espaldas.
Charo Alonso: Es un libro sorprendente, Jorge, y publicado por Ben Clark, que es una garantía.
Jorge Barco Ingelmo: Envié a Ben Clark mi libro no como editor, sino como amigo y poeta al que admiro para que me diera su punto de vista. Su editorial acababa de nacer enfocada, en principio, a editar a poetas jóvenes, no se me pasó por la cabeza que pudiera estar enviando el libro a un posible editor. Solo estaba atascado y necesitaba ayuda. El libro tenía varias partes, y una de ellas era Jailhouse Rock. Y fue Ben el que me dijo que ahí es donde había un libro, y que lo quería para su editorial. Después de eso hemos estado más de dos años trabajando en el libro hasta darlo por terminado.
Ch.A.: Un gran nombre de la poesía actual.
J.B.I.: Para mí, que Ben Clark fuera el editor del libro es algo importante porque supone un gran filtro. Es un poeta reconocido, profesor de poesía con una larga trayectoria, jurado de varios premios importantes… Su visión de la poesía actual me daba la confianza de que, entre los dos, intentaríamos publicar el mejor libro posible dentro de lo que había. Y ha ayudado a mejorarlo. Sus indicaciones siempre han sido certeras. Y yo, que me siento más joven de lo que realmente soy, estoy muy contento de formar parte de “Isla Elefante”, y de compartir editorial con poetas más jóvenes que me encantan como Maribel Andrés Llamero, Guillermo Marco Remón, Gudrun Palomino o Abraham Guerrero Tenorio.
Ch.A.: Una constante de tu escritura es la mezcla de referencias pop y de clásicos, algo muy atractivo para el lector y muy posmoderno.
J.B.I.: Creo que se puede disfrutar igual una sinfonía de Mozart que un concierto de Camela, a Thomas Pynchon que a John Grisham. Solo depende del momento. Y eso supongo que se refleja en los poemas. No intento mezclar referencias extrañas o imposibles. Para mí resultan naturales, no solo al escribir. Cuando hablo con otros poetas amigos como Rafa Pontes o Pablo Malmierca, compartimos y disfrutamos ese eclecticismo.
Ch.A.: Ese rock de la cárcel es literal, hablas de ella con conocimiento de causa y empatía, eres funcionario de prisiones.
J.B.I.: Siempre digo, y es cierto, que nunca me he reído tanto como en la cárcel. Es un lugar desconocido que llama mucho la atención de la gente, como las casas encantadas o algo así. Lo veo en mis hijos, Daniela y Mateo, que a veces juegan a estar en la cárcel y para ellos siempre es un lugar misterioso. Por eso he querido dar una visión distinta, más natural. Por supuesto que una cárcel en ocasiones es un lugar violento, pero en muchas otras es un sitio de lo más corriente, lleno de personas que están deseando charlar con el otro.
Ch.A.: Siempre me impresiona mucho visitar el Centro Penitenciario de Topas y lo hago con muchísimo gusto. ¿De verdad los que habitáis la cárcel olvidáis el delito a la hora de tratar con los presos?
J.B.I.: Sí, es parte del trabajo porque un funcionario de prisiones no está ahí para juzgar a nadie. Jailhouse Rock muestra una cara amable de los presos y, con ello, creo que se refleja también la cara amable del funcionario, un trabajo muy duro psicológicamente, eso sí.
Ch.A.: La división del libro en "primer grado, segundo grado, tercer..." es absolutamente fantástica.
J.B.I.: Quería reflejar una progresión, aunque fuera leve, hacia el objetivo último que tiene cualquiera que está encerrado: la libertad. Aunque he conocido más de un caso de preso que está a gusto en la cárcel y no quiere irse.
Ch.A.: Con pocos ingredientes creas una escena sugerente que el lector lee como una historia. Es una poesía narrativa, propia de la experiencia, irreverente, de una enorme evocación de una atmósfera extraña para el común de los mortales.
J.B.I.: Casi todo lo que cuento en este libro es real, lo he vivido yo y lo cuento tal y como ocurrió. Por supuesto, otras personas tendrán otras experiencias. Eso luego pasa por el filtro del poema y queda un texto rítmico, con vocación de ser poema, aunque algunos sean, como dices, narrativos. Están escritos con conciencia de ser un poema, no un relato corto que luego utilizo para otra cosa o un descarte de algo en prosa.
Ch.A.: Y las referencias culturales: películas, libros, citas, poesía, anécdotas, jerga carcelaria, y un narrador que todo lo ve, descreído y al mismo tiempo, tierno.
J.B.I.: La cultura en una cárcel es muy importante. Al tener tantas horas libres, la lectura, la música y la televisión evaden mucho a los presos. También son importantes los actos culturales que se organizan dentro de una prisión, y que ellos agradecen. Por ejemplo recuerdo no hace mucho una lectura de María Ángeles Pérez López en la cárcel de Topas (que por cierto, celebra este 2025 los 30 años de su apertura), con un salón de actos lleno de presos que estaban fascinados con lo que ella les contaba y les leía.
Ch.A.: Puedo asegurarlo porque he visitado en varias ocasiones Topas de la mano de la U.T.E. En una de ellas, acompañé a la poeta, fue muy hermoso oírla frente a aquel público que estaba “cautivo”, pero de sus palabras. Jorge, ¿crees en la reinserción?
J.B.I.: Creo que en algunos casos la reinserción es posible, pero depende mucho del entorno al que regresen al salir de la cárcel. Para eso están también los Centros de Inserción Social, como el que tenemos en Salamanca, dependiente de la cárcel de Topas, que sirven como un paso previo a la libertad. Tienen incluso un programa de visitas a casa de penados, que fue pionero a nivel nacional. Se destinan muchos recursos a quienes cumplen condena para que salgan en las mejores condiciones posibles y no vuelvan a delinquir. Muchos lo consiguen, otros no.
Ch.A.: ¿La cárcel es un mundo aparte al que no queremos mirar?
J.B.I.: Lo es, es un mundo aparte. Es una sociedad que tiene sus propias reglas pero que también tiene su vida diaria, muchas veces monótona: Hay cursos, talleres ocupacionales, trabajo… En una cárcel lo monótono es bueno. Estar encerrado no tiene nada de positivo y eso no se le puede desear a nadie. Pero, ya que tienen que estar –y algunos, muchos años– hay una adaptación al medio para poder vivir lo mejor posible dentro de sus límites, que son muchos.
Ch.A.: Y ese mundo está en tu libro, con su cotidiano afán, con la mirada irónica y empática del testigo que parece escribir el poemario.
J.B.I.: Nunca he escrito nada tan temático. Cada libro mío es variado, no hay un hilo conductor. Eso sí, aparecen en toda mi poesía el humor, la ironía, porque siempre intento hacer algo serio y luego sale el humor… Recuerdo que alguien me llamó el mayor ironista de la poesía española. Lo primero que publiqué en el 2000 fue una ‘plaquette’, y luego el primer libro, Algún día llegaremos a la luna, en el 2008. Nunca he sido tan directo, pero siempre he usado el humor. En “La Razón”, por ejemplo, me pidieron un poema de amor y yo escribí una carta a Paula Echevarría, pasando de Bustamante, una broma, claro, ¡yo le dedico todos los libros a Carmen, mi mujer!
Ch.A.: Te agradezco lo del humor. No pareces tener prisa a la hora de publicar y, además, ¿no te tienta escribir narrativa?
J.B.I.: No, yo no tengo prisa, si te equivocas publicando poco, imaginaos publicando mucho. Nunca he tenido prisa, si sale, sale. Ahora con los mellizos todo es complicado. Puedo estar tres años y no escribir nada, o llenarlo todo de notas, con el móvil tengo cientos de ellas. Y una espina con la narrativa, me fascina, estoy seguro que la escribiré, porque tengo historias para estar toda la vida en ello sin temer a la página en blanco. Mi cuenta pendiente es la narrativa, tengo en la cabeza novelas y novelas que me sentaré a escribir cuando pueda.
Ch.A.: ¿Crees que la poesía está muy viva?
J.B.I.: Parece que la poesía está muy viva, sí, pero yo creo que no. Directamente, los periódicos no hablan de poesía, en “El Mundo” tienen a un importante redactor poeta y no hacen reseñas de libros de poesía, se habla de este género cada vez menos. Eso sí, hay bastantes editoriales pequeñas, pero no veo yo que la gente lea más poesía ni que se hable del libro de poesía del año.
Ch.A.: Pero hay muchos encuentros y poetas…
J.B.I.: Sí, pero siempre van los mismos a los mismos sitios. Eso sí, yo no sigo esas cosas, aunque, por ejemplo, a Pablo Malmierca le sigo, le conozco y leo todo lo que saca.
Carmen Borrego: Me gustan tus títulos. ¿Cómo llegaste a Jailhouse rock?
J.B.I.: Lo vi en la tele y supe que era ese. A veces veo el título antes del libro y con el último, Por amor a las viudas, el editor quiso cambiarlo y no quise. Es un libro escrito a la par con Rafa Pontes, uno empezaba un poema y otro revisaba. Tardamos tiempo en escribirlo y luego, a las 24 horas, nos dijeron que nos lo publicaban.
Ch.A.: Vuelvo a la cárcel: ¿Hay una norma escrita que diga que tienen que trataros de usted? Vuestros usuarios son como el dios Jano, tienen dos caras, han hecho algo terrible y su trato es cercano, cariñoso. ¡Eso no lo entiende la gente! Pero tú lo describes muy bien en un poema.
J.B.I.: Un funcionario cuida a sus administrados, y los míos son los presos. Nos los traen juzgados de casa y nosotros tenemos que hacer que estén lo mejor posible y por supuesto… ¡Que no se escapen! Sobre el tuteo o no, no está escrito, pero es lo correcto, ellos te van a mentir, te van a contar cosas que no son, y a la vez, se van a llevar bien contigo, pero el uniforme marca una barrera para mostrar que, por muy bien que te lleves, tiene que haber un límite. Y el don es muy socorrido, así no tienen que aprenderse los nombres. Otra cosa importante es que tú te puedes olvidar de ellos, pero si les has ayudado, si les has hecho un favor, ellos no se olvidan de ti fácilmente.
Ch.A.: La primera vez que visité Topas me dijeron que no debía preguntar por qué estaban ahí, sino sencillamente, escucharles. Y admiré la cercanía y preocupación de la gente de la U.T.E. y del Módulo “Inés Luna Terrero”.
J.B.I.: Así tiene que ser. Ellos, dentro, están muy centrados, pero cuando salen están perdidos, de ahí la importancia de la unidad de acompañamiento, con medidas pioneras en España como las visitas a las casas y a sus centros de trabajo. Y es duro comprobar cómo algunos, dentro o fuera de la cárcel, salen adelante y otros no. Los presos se aniñan en su rutina, en su trato con nosotros hay un componente infantil, necesitan ayuda y apoyo. Y nosotros en muchas ocasiones vivimos situaciones en las que nos preguntamos “cómo habrá llegado aquí, con lo majo que es”.
Ch.A.: Tú que hablas del confinamiento, de la vida cotidiana dentro y fuera… que afirmas: “Nunca has pensado en ellos/hasta ahora”, o “A nadie le gusta oírlo pero es cierto:/Incluso yo podría ser un asesino” has escrito un libro certero y sorprendente, Jorge. Un reflejo fiel.
J.B.I.: Porque es una puerta abierta a este mundo. O lo quiere ser.